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Facundo Roncaglia, el comodín

Querían cederlo una vez más antes del inicio de la temporada, pero se quedó a pelearla. Falcioni le dio continuidad y el entrerriano le respondió en los diferentes puestos de la defensa. Importante en el título del Apertura, analiza el presente propio y el de Boca. Radiografía de un polifuncional.

Por Redacción EG ·

25 de abril de 2012
Nota publicada en la edición de abril 2012 de El Gráfico

Imagen LA VERSATILIDAD de Roncaglia le aporta grandes soluciones a Falcioni.
LA VERSATILIDAD de Roncaglia le aporta grandes soluciones a Falcioni.
 CARLOS ISCHIA le descubrió el puesto con el que se consolidó en Primera. El entrenador xeneize le había preguntado si podía plantarse como lateral derecho. Facundo Roncaglia le levantó el pulgar a causa del afán de conseguir continuidad en el primer equipo. La resignación a no pararse como marcador central, posición que lo tuvo como protagonista desde Octava, era un hecho. La mecánica de subsistir en la jungla bostera lo condujo a ocupar un espacio nuevo en la cancha. “Me tenía confianza. Además de central, había jugado de líbero y de stopper. Pero nunca de cuatro. Por el hecho de estar, dije que sí aunque me resistía en mi interior a ser marcador de punta. Recapacité con el tiempo y lo empecé a ver con buenos ojos. Se me abrió una puerta”, reconoce.

Julio Falcioni, el técnico de turno, se encontró con una variante en el sector diestro de la defensa a mitad del año pasado, cuando el oriundo de Chajarí, Entre Ríos, regresó a Boca tras haber sido prestado a Estudiantes. Pretendían volver a cederlo, pero el futbolista se negó. Entonces, la peleó desde adentro. El esfuerzo le trajo sus frutos. Como Franco Sosa -quien iba a arrancar de cuatro-, se lesionó en la previa al inicio del Apertura, Roncaglia saltó a la titularidad y no salió del once inicial en todo el certamen. Más allá de ese torneo puntual, en el que Boca se consagró campeón, el entrenador lo rotó por los diversos puestos de la defensa y le dio vida a Facundo como polifuncional.
-Creo que Julio fue el único en ponerme de tres. Yo sabía que me cambiaba el perfil, pero había que adaptarse a la necesidad del equipo. “Y por qué no”, me pregunté. Me sentí bien en la semana y me animé.

-¿Conquistaste a Falcioni por tu versatilidad?
-No sé (risas). Soy una alternativa más y él sabe que puede confiar en mí en cualquier posición de la defensa. Jugué de cuatro, de tres y de central. Soy aguerrido y rápido. Nunca bajé los brazos. Me convertí en un jugador polifuncional.

-¿Pasás más al ataque que antes?
-Sí, uno se anima. Trato de aparecer por sorpresa y, cuando llego, debo terminar la jugada con un centro, un pase o un remate. Igual, si vamos en ventaja, prefiero que haga el desgaste el rival y ya no trepo tanto. Pero si estamos necesitados, me mando para ser una variante más en ataque.

-Tu tendencia no es cerrarte hacia adentro como un central y respetás la filosofía del lateral derecho en el retroceso. ¿Te sale de modo natural o mecanizaste el movimiento?
-No, confío mucho en mi velocidad y en mis condiciones técnicas y tácticas. Si me tiran una pelota por adentro, sé que puedo llegar a cortarla.

-¿Qué debés mejorar?
-Pegarle con zurda, en especial cuando juego del lado izquierdo, y animarme a darle también con zurda cuando engancho al encarar por derecha. No soy un desastre, pero tampoco un fenómeno.

-¿Te gustaría volver a arrancar como central?
-Sí, y quedarme ahí. Me siento cómodo como lateral derecho, pero el otro es el puesto en el que me perfeccioné desde las Inferiores.

Imagen EN LO QUE VA del ciclo Falcioni, Roncaglia jugó en todos los puestos del fondo. Casi siempre por las bandas y ocasionalmente de central.
EN LO QUE VA del ciclo Falcioni, Roncaglia jugó en todos los puestos del fondo. Casi siempre por las bandas y ocasionalmente de central.
EL SEGUNDO semestre del año anterior le valió para mantenerse en el once inicial y gritar campeón por cuarta vez en su carrera, la tercera en Boca. “Fue el título que más disfruté. Me sentí importante dentro del equipo. Me dejó satisfecho. Cuando estaba de vacaciones, la gente me reconocía por la calle y me felicitaba”, admite.

-¿Precisabas establecerte de esta manera en la Primera de Boca? Intuyo que debías estar inquieto mientras te prestaban de un club a otro.
-Sí, claro. Todo jugador necesita sentirse protagonista. Eso se consigue en base a la continuidad. Antes, tenía partidos buenos y malos. Y hoy quizás no tengo encuentros excelentes, pero tampoco malos. Me ayudó muchísimo esa regularidad.

-¿Demostraste que estás a la altura de Boca?
-Al principio, sí. Cuando arranqué en el equipo, comenzaron a darse los resultados y el técnico me dio confianza. Este es el mejor momento de mi carrera. Igual, puedo dar más todavía.

-El Boca campeón invicto del Apertura no era vistoso, pero jugaba bien: hacía el primer gol y empezaba a simplificar los encuentros. ¿Coincidís?
-Seguro. Además, solo le convirtieron seis goles en aquel torneo. Esa es una virtud también. Es cierto: no era vistoso. Pero se hacían los goles y se ganaba. Por eso, se jugaba bien.

-¿Boca es el mejor del fútbol argentino?
-El campeón es uno solo y siempre es el mejor. Arrancamos bien este semestre; estamos en el lote de arriba en el torneo local, seguimos en la Copa Argentina, y tenemos chances de clasificarnos a la próxima fase de la Libertadores.

-¿A qué juega el equipo?
-A ganar, siempre. Cuando no salen las cosas, tratamos de ordenarnos y no desesperarnos. Sabemos que habrá una opción de gol en 90 minutos, y tenemos delanteros y volantes capaces de liquidar el partido en cualquier pelota que les quede.

-¿El negocio en ataque es llegar por sorpresa al poner la pelota al vacío, más allá de la tenencia a través de Riquelme?
-Sí, pero tenemos varias formas de atacar. Si el rival nos sale a buscar, le podemos entrar de contra. Si se cierra, debemos aparecer por afuera para desbordar y tirar el centro. Tenemos un nueve de área importante que es el Tanque (Silva), al que no se le dio. Pero ya se le abrirá el arco.

-¿Cómo se lo calma al Pelado?
-Qué buena pregunta. El Tanque juega con las revoluciones altas. Cuando no le salen las cosas, se pone loco. Es difícil calmarlo, aunque es un tipo positivo para el grupo.

-Silva es un jugador de rol: cabezazo en el palo ante Independiente y gol tuyo; descarga para la llegada de Erviti en el gol del triunfo frente a San Martín (SJ); taco para asistir a Riquelme en el empate contra Lanús, pase que derivó en el segundo gol de Boca.
-Sus movimientos son importantes. Además, si nos aprietan, se la podemos tirar para que la aguante. Las pelea todas. No es que la pelota vuelve enseguida y nos siguen atacando. A la vez, sabe tocar de primera y leer el juego.

-¿Por qué se crítica el juego del equipo?
-Boca vende; es el club más grande de la Argentina y siempre se le trata de encontrar lo negativo. Los partidos ante Fluminense e Independiente fueron de los mejores, donde más buscamos. Pero nos desprotegimos atrás y los rivales encontraron espacios. Debemos ser más inteligentes cuando atacamos y ahí ordenarnos mejor en el fondo.

-¿Te sorprendió que les marcaran a ustedes ocho goles en tres partidos seguidos, entre Fluminense, Independiente y Arsenal?
-Puede pasar, pero no tanto de local, donde recibimos siete. Como empezamos perdiendo, se hicieron partidos abiertos y nos desprotegimos por el ímpetu de atacar.

-¿Ganar es la clave o se debe revisar también cómo se juega?
-El triunfo es lo más importante. A medida que lo conseguís, podés mejorar ciertas cosas con más tranquilidad. Si los resultados no se dan, es muy difícil jugar bien.

-¿Te molesta cuando salen a la luz los líos en el vestuario?
-No, volvemos a lo mismo de antes: Boca vende. Siempre hay que encontrarle algo, por más que vengamos bien. Entonces, salta algún roce que sucedió en la interna. Pero uno tiene que hacer oídos sordos.

PROVENIENTE DE una familia de trabajadores rurales, compuesta por cinco hermanos, rebotó en Newell's y en River, e ingresó en la Novena de Boca como centrodelantero. Sin embargo, Rubén Suñé y Oscar Regenhardt lo mandaron a la cueva en Octava. No sufrió el desarraigo y pasó por tres pensiones antes de caer en Casa Amarilla. “Fue bravo. Me sacaron plata varias veces. Uno ahorraba para pagarse el pasaje con el objetivo de ir al pueblo. Era la ley del más fuerte en ese entonces. Uno era chico y fue golpeándose con esa realidad”, recuerda. Miguel Russo lo hizo debutar en la Primera de Boca el domingo 21 de octubre de 2007, como marcador central en el empate en uno ante Estudiantes. Aquella tarde la dupla de zagueros la completó Gabriel Paletta. “Ese era el Día de la Madre. Mi vieja, al igual que mi familia, estaba chocha. Yo me esperaba jugar ese partido. Fue complicado dormir la noche anterior; solo lo hice por algunas horas. Estaba nervioso al momento de salir a la cancha, como casi todos los chicos que pasan por ese momento”, resume.

Más allá de no haber integrado ningún seleccionado juvenil argentino, se consagró campeón en Boca en 2008: Recopa Sudamericana y Apertura. Ya en 2009, se fue a préstamo al Espanyol de Barcelona. “Aprendí y me ayudó para madurar como persona y crecer en lo futbolístico. Me encontré con un grupo lleno de argentinos y eso me vino bien para adaptarme rápido. Me crucé, además, con un jugador excepcional como De la Peña, con quien hice una amistad. Iván me sugirió que me tomara las cosas de otra manera", explica.

-¿Qué cosas te dijo?
-Yo era chico y estaba acelerado. Necesitaba mostrarme. Jugué de lateral por derecha y de central. El me decía que debía disfrutar del fútbol. Encima, es una persona bárbara, que es lo que se valora a la larga. No sé si significó una frustración que el Espanyol no me comprara el pase, porque después fui a Estudiantes y salimos campeones del torneo local. Había arrancado bien, pero me vine abajo por problemas personales. Y cuando quise darme cuenta, me comieron los compañeros que corrían detrás de mí. Igual, aproveché toda esa etapa para afianzarme como número cuatro.

-¿Resultó una pena o una tranquilidad no haber enfrentado a Lionel Messi en España?
-El deseo es medirse con los mejores y ver a qué nivel está uno. Pero, por otro lado, pensás: “Lo tengo que marcar a Messi y quizás me hace pasar vergüenza. Mejor, me quedo en el banco” (risas). De todas maneras, me hubiera gustado enfrentarlo.

-Regresemos a Boca. Cuando vas a buscar una pelota parada, ¿queda algún recuerdo de ese nueve en la Novena?
-El instinto, uno lo tiene. Siempre voy convencido de que la pelota me puede caer. Y si no, trato de buscar el rebote. Esos son síntomas que puede tener un goleador. Me hizo muy bien encontrarme con dos goles de golpe ante Independiente.

-¿Es un extra venir de las Inferiores del club? ¿Se siente de otra manera la presión que genera defender la camiseta de Boca?
-Al jugador de Inferiores se le hace más fácil debutar en la Primera, y al que llega al club como un refuerzo estrella le cuesta jugar un poco más. En las Inferiores, ya te acostumbran a cargar con el tema de la presión. Primero, hay que ganar. Después, vemos si se juega bien o mal. Entonces, uno adquiere ese concepto y cuando llega a Primera entiende cómo manejarla; sabe qué es Boca.

-¿El hincha ya empieza a entender lo compleja y traicionera que es la Libertadores?
-Nadie dijo que la Copa es fácil. El hincha quiere la Libertadores y nosotros también. Boca está entre los equipos de primera línea que aspiran a ganarla, por plantel y calidad de jugadores. Ahora, hay que demostrarlo.

-¿Cómo hay que jugar la Copa?
-Debemos ser inteligentes y saber leer los partidos. Es fundamental para no cometer errores.

-“La Copa Libertadores es mi obsesión”, canta el público. ¿Ustedes lo sienten así también?
-Nosotros queremos hacer feliz a la gente. Apuntamos a la Libertadores, pero sin descuidar el torneo local y la Copa Argentina. Ganar la Libertadores sería especial; es el torneo más importante de Sudamérica. A uno le da reconocimiento y prestigio.

-¿Tu rendimiento actual te acerca a la Selección? Sabella, por lo menos, ya te dirigió en Estudiantes.
-Uno tiene la esperanza de ponerse la camiseta de Argentina. Se espera la chance. Creo que voy por buen camino. Mi sueño es jugar en la Selección.

SU FUTURO aún es incierto. Facundo Roncaglia no había arreglado su continuidad en el club que lo cobijó desde Novena, al cierre de esta edición. Ambas partes pretenden acordar, aunque todavía deberán negociar. Ante el retiro inminente de Rolando Schiavi y los rumores de venta de Juan Manuel Insaurralde al exterior, se evidencia que a Boca le costaría caro perder gratis al entrerriano no solo por su nivel actual y por la escasez de garantías en el fondo, sino también por su solvencia al jugar de comodín con solo 25 años.

Por Darío Gurevich / Fotos: Emiliano Lasalvia