Las Crónicas de El Gráfico

Disparador: Amigo de la casa

Nunca resulta simpático ver que alguien por quien sentimos estima se la pasa tirándola por arriba del travesaño. Menos aún si el tipo en cuestión fue un experto en clavarla en los ángulos. Pero el señor insiste y no nos deja otra alternativa que llamarlo a la reflexión.

Por Elías Perugino ·

13 de febrero de 2012
Nota publicada en la edición enero 2012 de la Revista El Gráfico

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Pelé es un amigo de la casa. No puntualmente de quienes hoy integramos el staff de la revista, pero sí de la publicación. Así lo resaltan la historia y el archivo. El Gráfico siguió paso a paso la carrera de O Rei y él cultivó la amistad y el respeto con cronistas de diferentes épocas, a quienes les abrió las puertas de su intimidad con infinita generosidad. Osvaldo Ardizzone viajaba a Villa Belmiro como quien se toma el Subte A para bajarse en Acoyte. Allí, siempre apoyado contra el mítico armario 6 del vestuario peixe, con la cintura anudada por un toallón blanco, Pelé iniciaba una charla cálida que luego se transportaba a la habitación de un hotel o a su propia casa. El genial Osvaldo no lo llamaba por su nombre; le decía simplemente “Maestro”, lo trataba de usted y le dedicaba títulos sublimes, como “El Rey que nunca fue príncipe”. Con Ricardo Alfieri, EL fotógrafo de El Gráfico, también lo unía una relación entrañable. A ambos les dijo, la vez que lo siguieron hasta Paraguay, allá por 1969: “El fútbol lindo se terminó”. Acaso ignoraba que luego florecerían los Cruyff, Platini, Maradona, Zidane, Ronaldinho, Cristiano Ronaldo o Messi. Acaso era el comienzo de su miopía autorreferencial…

Ardizzone-Alfieri fue la dupla que más siguió a Pelé durante la etapa legendaria del Santos, aunque no fueron los únicos que caminaron a su lado durante décadas… Héctor Onesime y Ricardo Alfieri (h) estuvieron en su último partido con el Santos y escucharon una ilusión hecha proyecto. Alberto Oliva vivió a la orilla del campo su debut y su retiro en el Cosmos. Guillermo Blanco le tocó timbre en Río de Janeiro porque le había llevado a un pibe que prometía para que lo conociera: Diego Armando Maradona. El propio Guillermo, junto con Eduardo Rafael, propuso un café memorable entre él y el Flaco Menotti en el Sheraton de Buenos Aires. Rafael fue hasta San Pablo y, ya retirados, lo juntó con Coutinho para que revelaran el secreto de sus incontrolables “tabelas”. Onesime y Alfieri viajaron exclusivamente a Río para cubrir el partido benéfico que jugó con la camiseta del Flamengo junto a Zico, en 1977.  Alguna vez abrió su corazón para charlar con Pepe Peña. A El Veco se lo cruzó en Chile y le confesó su arrepentimiento por la agresión a Mesiano. En Nueva York, a pedido de El Gráfico y a modo de concesión extraordinaria, se puso la diez de Boca que le había mandado Maradona y se sacó la única foto pública enfundado en una camiseta argentina. A la vuelta de los años, se tomó un jugo de naranja con Daniel Roncoli en Punta del Este y un café livianito con Diego Borinsky en San Pablo. Conclusión: Pelé jugó en 66 países y en muchos de ellos hubo alguien de la redacción para reflejarlo.

Está claro. Pelé es un amigo de la casa. Si aún no lo creen, ingresen al navegador de tapas de nuestra web y vean varias de sus portadas, algunas memorables. Allá por 1966, cuando el mundo del fútbol abría la boca de asombro, la pluma de Juvenal desgranó una radiografía para explicar por qué era el mejor del Planeta Fútbol, bajo el título “La corona indiscutida”. Escribió el cascarrabias de Julito, al que tanto extrañamos: “Tiene la manija de Coco Rossi, el arranque de Di Stéfano, la estrategia de Pedernera, el freno de Loustau, el trampolín de Erico, la cintura de Walter Gómez, el toque de Didí, la astucia de Sarlanga, el cabezazo de Moreno, la simplicidad de Labruna, la gula de Sanfilippo, la vergüenza de Grillo. Pero también hace cosas solamente como Pelé: tiene un empeine en el pecho, usa al contrario como pared, dribblea con la cabeza y hace goles cuando quiere”.

Casi al mismo tiempo, la revista le pidió que confeccionara Los diez mandamientos del buen jugador y Pelé no lo dudó: “1) No pensar nunca que ya se sabe todo. 2) Conocer siempre a los adversarios. 3) Tener modestia y tranquilidad. 4) Saber cuándo se ha cometido una equivocación. 5) Vivir una vida que sirva para el fútbol. 6) Respetar a grandes y chicos. 7) Sentir el fútbol. 8) Conocer el fútbol internacional. 9) No bajar nunca la cabeza. 10) Ser profesional, pero conservar el espíritu aficionado”.

Pelé -qué duda cabe- es un amigo de la casa. La relación se fortificó página a página cuando jugaba como los dioses y se expresaba con la humildad de un mortal. Pero desde que Maradona le arrebató el reinado, y más aún desde que Messi amenaza a ambos con bajarlos un escalón del podio de todos los tiempos, la incontinencia verbal lo ha situado en terrenos ridículos, disparatados. Algo de eso vislumbraba Juvenal a principios de 1998, en una de sus últimas columnas para la revista: “Pelé fue un extraordinario futbolista, de los más grandes que vi y admiré. Quiero recordarlo así. No como un censor rencoroso, vengativo y, en una de esas, celoso de la gloria ajena”.

@fotoD@Como si el veneno destilado para infectar la carrera de Maradona no fuera suficiente, como si no se saciara su orgullo valorando que cada uno fue el mejor en su tiempo y que la comparación no es más que un juego estéril, Pelé ahora embiste contra Leo y elabora descripciones que ni él mismo debe creerse. Insiste con que Neymar –otro talento excepcional, al que por ahora no le cela ni la fama ni el dinero- es superior al crack del Barça: “Si se comparan individualmente, Neymar es mejor que Messi. Le pega bien con la zurda, con la diestra, es un excelente jugador. Tiene facilidad para salir por los dos lados, individualmente es el mejor”. ¿Le preocupará al amigo de la casa que Leo pueda superar alguno de sus récords? ¿Es necesaria tanta exposición desubicada? Si hasta el mismo Neymar, con quien compartió una excelente tapa en Placar, tuvo que desmentirlo. “Le agradezco a Pelé, pero Messi es el mejor del mundo”, dijo tímidamente antes de que el Barcelona destrozara 4-0 al Santos en la final del Mundial de Clubes. Una goleada que movilizó al pibe con peinado de cepillo, todavía parado en la gramilla del estadio de Yokohama, para admitir la realidad con la simpleza que Pelé también tenía a sus 21 años: “Hoy el Barcelona nos enseñó a jugar al fútbol”.

Porque esa es la otra variable que obnubila a Pelé: ahora tampoco lo llena el Barcelona. Cada tanto suelta un comentario que relativiza la jerarquía del equipo de Pep en el marco histórico. Y le dedicó un vaticinio suicida antes del choque-festival en Japón: “Siendo una final que se define a un partido, va a ser un cruce más duro para el Barcelona que para el Santos, que es mejor”. ¡Meu Deus! ¿Hacía falta andar tanto por la banquina? Déjese de embromar, amigo de la casa. Barcelona es Dios jugando a la Play.


Por Elías Perugino


1-“Voy a ver si puedo vivir un poco”, les confesó aquel día, agobiado por tantos años de partidos y asedio popular y mediático. ¿Hoy sentirá que lo logró?

2-Al describir cómo hacían para tirar paredes tan veloces y precisas, el Gordo Coutinho no aclaró, pero dijo mucho: “No hacíamos jugadas preparadas, nacían solas, por intuición”.

3-Molesto por la marca personal que Mesiano le hacía durante un partido de la Copa de las Naciones de 1964, Pelé le aplicó un cabezazo y le rompió el tabique. O Rei fracturó a cuatro rivales durante toda su carrera.

4-La tapa corresponde a la edición 2228, del 20 de junio de 1962, en pleno apogeo del Santos.

5-Luego de visitarlo en su programa La Noche del Diez, parecía que Pelé se reconciliaba con Diego. Pero al tiempo renovó sus críticas, sobre todo luego de que Maradona dirigiera a la Argentina en el Mundial 2010.

6-Vale la anécdota: a los 18 años, Neymar se pudo comprar un automóvil Volvo. A la misma edad, Pelé volvió de ganar el Mundial de Suecia y como premio le obsequiaron una bicicleta.

7-Según sus biógrafos, Pelé jugó 1.366 partidos y convirtió 1.282 (760 oficiales y 522 en amistosos). Cosechó 31 títulos. A los 24 años, Leo ya superó la barrera de los 220 goles oficiales y festejó 20 títulos.

8-Se juntaron para conmemorar los 40 años de la publicación brasileña y compararon ambas épocas del Santos.