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Perfecto heredero

No le pesó nunca el apellido. Con tan solo 22 años se transformó en una de las figuras de la Selección

Por Redacción EG ·

02 de noviembre de 2011
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Si bien es hijo del inoxidable Hugo (piedra basal de la generación que popularizó al vóley argentino), denota con sus actuaciones que se ganó un merecido lugar por voluntad propia y no por portación de apellido. Punta de dos metros que defenderá los colores de Energy Resources San Giustino en la A1 italiana, siente amor por la Selección. “Cuando me citaron por primera vez, mi viejo se puso a llorar. Se me pone la piel de gallina por recordarlo.

Me parece normal jugar en la Selección, porque estoy desde los 14 años. Igual, no voy a dejar de pelear porque no quiero que nadie me saque mi camiseta. Lo importante es merecerla y trabajar para demostrar por qué uno la tiene. Tengo una conexión fuerte, ya que la uso desde chico. Es algo increíble”, admite. Debutó en la mayor en la Copa América 2008, tras el ciclo de Jon Uriarte. El entrenador de transición fue Juan Manuel Cichello. Clave en la última Liga Mundial, en la que el equipo terminó cuarto, se transformó en una de las figuras de la Argentina a los 22 años. De todas maneras, prefiere mantener el perfil bajo y fomentar la unión de grupo.