Las Crónicas de El Gráfico

Disparador: Pesadilla permanente

Los gérmenes que contaminan al fútbol argentino gozan de buena salud. Encima, el exitismo saca de las casillas a los dirigentes, que desmantelan los ciclos al primer tropiezo.

Por Elías Perugino ·

27 de octubre de 2011
Nota publicada en la edición octubre 2010 de la revista El Gráfico.

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Los noticieros apabullan. Golpean en el hígado con más potencia que Manny Pacquiao. Dejan sin aliento hasta a las almas insensibles. Y no es para menos. La variedad de desquicios no conoce el límite: crímenes pasionales, salideras bancarias, cruces envenenados entre el Gobierno y algunos medios, índices preocupantes de delincuencia y desocupación, escuelas tomadas, inflación encubierta, accidentes de tránsito por imprudencia o alcoholización, niños abandonados que nadie reclama, inspectores repelidos a balazos por el dueño de un geriátrico, 74 jóvenes detenidos en los supuestos “festejos” del Día del Estudiante… Un bajón tras otro.

A la burbuja del fútbol no le falta prontuario para competir con semejantes titulares. Para comprobarlo, alcanza con repasar los diarios del último mes. El DT de San Miguel, Armando González, renunció luego de ser apretado por los barras, igual que un par de dirigentes. Un efectivo de la Federal, arma en mano, peleó codo a codo con los barras de Estudiantes contra sus pares de All Boys, como para que nadie dude de la palabrita clave: connivencia. En la semana previa, esos muchachos de La Plata habían protagonizado otras andadas, al igual que en el pasado no muy lejano. Dos fracciones que pugnan por dominar la barra Pincha se agarraron a los tiros en las afueras de la cancha de Newell’s, otro club con una interna feroz en su barra. El micro de Racing fue interceptado por sus propios hinchas, que le pidieron la renuncia al técnico Russo a insulto limpio, justo un par de horas antes del triunfo por 4-0 ante Lanús. San Lorenzo-Vélez sirvió para atestiguar que el folclore del fútbol está en extinción: terminó en una batalla campal que arrojó dos heridos graves.

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Caso paradójico el de Vélez: es un club modelo, admirable, pero no merece parte de la hinchada que lo acompaña. Además del combate en el Bajo Flores, su barra destruyó por placer el alambrado olímpico de la cancha de All Boys, dos fracciones se enfrentaron a balazos en la puerta del Amalfitani y dañaron la confitería y, días después, esos mismos grupos se tirotearon luego del partido con Banfield por la Sudamericana. Para completar el cuadro, los plateístas de Vélez, en una actitud que sólo puede ser calificada con un término impublicable, destrató a Diego Buonanotte sin ninguna contemplación.
¿Más prontuario de nuestro fútbol durante el último mes? Cómo no. Pese a que en la B Nacional se prohibió la concurrencia de simpatizantes visitantes, a la cancha de Patronato no sólo lograron ingresar varios hinchas de Rosario Central -presumiblemente protegidos por la dirigencia y sin someterse a ningún cacheo-, sino que protagonizaron incidentes en los que se fotografió a uno de ellos con un arma encima. Paralelamente, se conoció un video donde se observa el robo de banderas pertenecientes a la barra de Newell’s, que estaban guardadas dentro del estadio, con la lógica anuencia de su dirigencia. Más allá de quiénes hayan sido los ladrones, otra vez aparece la famosa palabrita: connivencia.

Esta vez, entre barras y directivos. El diario Olé, a través del periodista Gustavo Grabia, un especialista en la problemática de las barras bravas, destapó otra olla: en una investigación sobre el accionar de La Doce, se habrían ocultado pruebas que salpicarían a la dirigencia de Boca. Por si algo faltara, diez referentes de la inclasificable agrupación Hinchadas Unidas Argentinas –¿se acuerdan de sus andanzas en el Mundial?- fueron hasta la AFA, ingresaron con total naturalidad –sólo faltó que les pusieran alfombra roja- y se entrevistaron en la biblioteca de la casa con… ¿el bibliotecario? No, con Julio Grondona, que además de presidente de la entidad es vicepresidente de la FIFA. Dicen que sus pretensiones fueron rechazadas. Dicen… Pero se los recibió con una amabilidad vomitiva. Nobleza obliga: Grondona también recibió con cortesía a Gastón Gaudio. A propósito, Gato: ¿en serio querés bailar con la más fea, vos que estás acostumbrado a derretir a las más lindas?

El fútbol argentino también duele fuera de los episodios que rozan lo delictivo. La interna por la sucesión de Maradona en la Selección ya es objeto de estudio de los guionistas de Pol-k. Ninguno de ellos pudo combinar tantas miserias, traiciones y bajezas en las tiras de los últimos diez años. Y ésta todavía no terminó… Panqueques gigantescos, los jugadores que antes adulaban a Diego ahora dicen que no hay como Batista, pero pasado mañana le tirarán rosas a Sabella, Russo o el Pelado Díaz, sin descartar que se les reverdezca el amor por Maradona si –directiva K mediante- la Comisión de Selecciones decide reinstalarlo en el puesto.

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De los proyectos, mejor que hablen los arquitectos, porque los dirigentes… Contratan entrenadores a largo plazo, imaginan políticas deportivas que van desde Primera hasta Pre-Novena y luego deciden eyectarlos si la pelota pegó en el palo y salió en el séptimo partido. Y los eyectan para ir a buscar al que habían echado hace cuatro meses. Increíble, pero real. Tampoco se salvan los managers de las garras impiadosas del exitismo. Si la opinión de Menotti no cuaja en Independiente, qué queda para el resto... Salvo excepciones honrosas, parece que los dirigentes sólo valoran a los managers por su condición de filtro: es alguien más para que los hinchas insulten antes que culparlos a ellos mismos. ¿Qué decir de los arbitrajes? ¿Cómo es posible que, en semanas sucesivas, se haya caído en el error de designar a dos jueces para que dirijan dos días seguidos? ¿No dicen que el hombre no tropieza dos veces con la misma piedra?

Soñar no cuesta nada, dicen. Cierto. Ni el impresentable de Guillermo Moreno nos lo puede privar. Si uno cerrara los ojos, resultaría sencillo imaginarse un fútbol argentino sin barras bravas, con tribunas abarrotadas de familias enteras dispuestas a disfrutar del buen juego que brota de los pies de jugadores de gran calidad y con entrenadores que completan sus ciclos y dejan un legado. Suena lindo y no dista demasiado de la fiesta que se vivía en las canchas durante varias décadas del siglo pasado. Pero este fútbol argentino, tan herido y tan hiriente, tan lastimado y tan lastimoso, no deja margen ni para soñar. Vive en estado de pesadilla permanente. Y no se quiere despertar.


Elías Perugino

1-En la semi de la Libertadores 09, un barra de Estudiantes, que estaba en la tribuna visitante reservada para hinchas de Nacional, fue herido de bala por otros violentos del Pincha, que accedieron al sector gracias a la ayuda de efectivos de seguridad.

2-Los incidentes comenzaron cuando los hinchas de Vélez mostraron una bandera con la leyenda: “Falcon Apertura-Toyota Libertadores”.

3-Entre otras cosas, le gritaron “asesino”, culpándolo por la muerte de sus tres amigos en el accidente de tránsito cuando él conducía el auto.

4-Hay dos hipótesis: 1) Fueron hinchas de Central. 2) Fueron hinchas de NOB pertenecientes a uno de los bandos en pugna por el liderazgo de la barra.

5-Querían que se habilitara el acceso de 150 hinchas visitantes en los partidos del Ascenso, hecho que les permitiría seguir con sus negociados.

6-El Gato quiere proyectarse como dirigente de Independiente y está consultando a personajes influyentes en la vida roja, como Grondona.

7-La dirigencia de Independiente, con Comparada a la cabeza, despidió a Gallego y luego quiso reincorporarlo para que apagara el incendio. El Tolo, dolido, los mandó a pasear.

8-Pitana dirigió Argentinos-Independiente (9/9) por la Sudamericana y Colón-All Boys (10/9) por el Apertura, mientras que Abal arbitró Newell’s-Estudiantes (16/9) por la Sudamericana y Racing-Lanús (17/9) por el Apertura.