Las Entrevistas de El Gráfico

Gabriel Schurrer, en primera persona

Ganó la única Liga Española que tiene el Deportivo La Coruña en sus vitrinas. Se confiesa y cuenta que el futbolista se cuida más que antes y que volver a Lanús fue un gran impacto emocional.

Por Redacción EG ·

21 de octubre de 2011
 

 

Nota publicada en la edición septiembre 2011 de la Revista El Gráfico
Imagen GRABRIEL SCHURRER, 40 años, fue campeón de la Liga Española en la temporada 99/00 con el Deportivo La Coruña, lo que significó el único título de Liga para el club.
GRABRIEL SCHURRER, 40 años, fue campeón de la Liga Española en la temporada 99/00 con el Deportivo La Coruña, lo que significó el único título de Liga para el club.
UNA CIUDAD, UN EQUIPO. El Deportivo La Coruña siempre fue un equipo chico, pero en los 90 incorporó jugadores y se mantuvo peleando campeonatos de a poco. Se le escapó en 1994 con ese penal errado en el último minuto del último partido. Seis años más tarde pudimos ganar el título y fue una verdadera locura. En las fechas finales había bastante nerviosismo, volvían todos los fantasmas del pasado pero al mismo tiempo estaba la confianza por cómo veníamos jugando. Cuando conseguimos el título toda la ciudad se volcó a las calles, nunca vi un festejo de esa manera. Es lo lindo que tiene España con el fútbol tan repartido por el país: tenés a toda la ciudad detrás del equipo. Una fiesta inolvidable que celebré con la camiseta de Lanús debajo de la ropa. Cuando el club cumplió el centenario me invitaron a los festejos pero no pude ir porque estaba jugando. Quedamos para siempre en la historia del club por ser partícipes de la única Liga que ganó el Depor en su vida.

MONSTRUOS. Enfrenté a rivales tremendos como Ronaldo, Ronaldinho y Zidane. En esos casos no se los puede marcar de a uno, porque en los mano a mano no los parás, entonces se prepara un sistema, con ayuda constante del equipo. Es lo que pasa con Messi. Los defensores a veces sufrimos más apuros con rivales a los que no se tiene tan en cuenta. El que más me costó a mí fue Alan Shearer. Y eso que ya estaba grande. Fue en un Olympiacos-Newcastle, por la Champions. Me impresionó: no lo pude anticipar ni mover en todo el partido, quería chocarlo y me ponía los brazos. Era muy fuerte de piernas y yo rebotaba.

PASOS BIEN DADOS. El proceso ideal para un futbolista de acá es jugar un par de años en Primera, unos 100 o 150 partidos y recién después ir a Europa, que es un complemento perfecto. Con esa base, Europa te termina de formar en todo. En lo futbolístico, porque aprendés a jugar a pocos toques, en campos rápidos. Acá se traslada mucho, los campos son más lentos y los duelos individuales forman parte importante del paisaje. Se traslada demasiado la pelota, en el fútbol argentino parece que cada jugador necesita una pelota para él solito.

LA TV ATACA. En mis inicios veía gente que no era tan profesional. Hoy todos se cuidan más en la alimentación y el descanso. La televisión llevó a todo esto: antes te pasaban 3 o 4 partidos y hoy te muestran todo y si no te cuidás, quedás mucho más expuesto. El jugador joven ya tiene otra educación desde abajo. En Lanús, por ejemplo, hay nutricionista en Inferiores, antes no existía.

CUESTION DE PERFIL. En la Selección jugué tres amistosos y un partido por la Copa América 95: contra Estados Unidos, y de lateral izquierdo, no en mi puesto natural. Perdimos 3-0 y no volví más. Enseguida me vendieron a Europa; pensé que jugando allá iba a tener más oportunidades, pero no las tuve. Passarella empezó a convocar más a Pablo Paz y terminó yendo él al Mundial. Pero ya está, hay jugadores que mediáticamente son más reconocidos, se insiste mucho más y yo a lo mejor tenía otro tipo de perfil. Sucedió así, no me quejo porque estoy muy contento con la carrera que desarrollé.

LIDERAZGO. Jugué 11 años en el exterior, pero en todo momento mantuve el contacto con Lanús. Pasaba por la Argentina y me daba una vuelta por el club. Aquí siempre hubo unidad dirigencial, siempre están los mismos directivos que van rotando, y ya los conocía de mi época de jugador. Ellos pensaron en un proyecto con Ramón Cabrero y Luis Zubeldía como entrenadores y que yo lo continuara en algún momento, sumándome primero a las Inferiores. No sé, tal vez habrán visto algo en mí de cuando jugaba. Yo fui capitán de Lanús a los 19 años compartiendo equipo con compañeros muy grandes, siempre tuve mi personalidad y busqué defender los intereses del club, son virtudes que a lo mejor los directivos vieron en mí en ese momento y pensaron que podía seguir desarrollándolas, potenciadas por mi aprendizaje en el fútbol europeo.

Imagen EN SUS COMIENZOS en el equipo Granate se perfilaba como un férreo marcador central.
EN SUS COMIENZOS en el equipo Granate se perfilaba como un férreo marcador central.
LA GRAN DUDA. Terminé mi carrera jugando en el Málaga, en la Segunda División, y en ese momento pensé en quedarme a vivir allá, en la ciudad de Santander. Lo tenía decidido, pero justo la gente de Lanús se comunicó conmigo y me ofreció trabajar en las Inferiores. Tenía 35 años y no estaba todavía seguro de retirarme, pero como los directivos insistieron con ese proyecto, decidí venir.

DUELO NECESARIO. Volví al club y el impacto emocional fue muy grande. Me di cuenta de que no me había preparado para el retiro, no había tenido mi duelo necesario. Al estar físicamente bien, más allá de los achaques normales de la edad, sentía que podía jugar, tenía ese dilema de seguir o no, más cuando me llamaban de distintos clubes para seguir jugando. Entonces pasaron dos meses y encaré a los dirigentes. Les expliqué que necesitaba apartarme de todo, que así no podía. Y que cuando pudiera hacer ese duelo, si todavía estaba el lugar, bien, y si no, mala suerte.

AYUDA PSICOLOGICA. Para hacer el duelo debí prepararme psicológicamente. Es fundamental aceptar que uno ha terminado una etapa y puede empezar otra. Comencé a trabajar con Marcelo Roffé, expsicólogo de las Selecciones de Pekerman. Fue una ayuda importante. Cuesta la reinserción, asimilar que comienza otra historia de la línea de cal para el otro lado. Cuando lo conseguí, me preparé para dirigir chicos. Como técnico mantengo el aporte del psicólogo. Trabajo mis ansiedades, las tomas de decisiones, los comportamiento de la gente. Como conductor de grupo uno toma decisiones constantemente, y no siempre son las mejores, entonces el profesional te da herramientas para tomar las más acertadas.

ADRENALINA. Agarré la Quinta División de Lanús y empecé a sentir emociones, a involucrarme, a darme cuenta de que esta profesión es lo más cercano a lo que uno ha sentido como futbolista, prácticamente la misma adrenalina. Esa adrenalina solo la siente el jugador de fútbol.

INFERIORES DT. Ojalá todos puedan pasar por la experiencia que viví yo: hacer las divisiones Inferiores en la dirección técnica. El ensayo y error en esta profesión es constante. Y mejor equivocarse con los chicos, donde no quedás tan expuesto. Si no, te quemás un poco. Es el mejor curso de técnico que he hecho.

ANUNCIO. Los directivos dijeron que su proyecto era que llegara a DT de la Primera en algún momento. Me generó cierta incomodidad y creo que a Luis (Zubeldía) también, aunque los dos conocíamos a los directivos, la filosofía del club y sabíamos que no lo hacían con mala intención sino que querían presentar su proyecto. Alguna vez con Luis cruzamos un par de palabras al respecto y quedó todo bien.

DAR EXPLICACIONES. Soy partidario de darle explicaciones al jugador cuando lo saco pero como jugador tenés que estar abierto también, ser receptivo, porque a veces le querés explicar y el jugador no está receptivo, lo único que ve es que no juega. A mí me gusta dar una explicación, quiero que sepa el porqué, pero por otro lado lo podés explicar una vez, no le vas a estar explicando todas las veces.

TODOS IGUALES. Cuando Camoranesi llegó y charló conmigo, una de las cosas que me pidió es ser tratado como uno más. Y creo que el grupo lo recibió tal cual, como uno más. Y nosotros lo tratamos como uno más, tal vez por eso se siente tan contento.

LA GENTE. Lo que más me costó de la profesión hasta el momento fue la relación con la gente. Yo me fui de acá siendo una persona muy querida como jugador, y como técnico no te perdonan una, no tenés la misma gracia que cuando estás adentro del campo. Acá el técnico siempre está mal visto. Si hace A está mal, si hace B está mal y si hace C está mal. Y cuando acertás y hacés alguna cosa bien no te lo reconocen. Esta profesión es muy cruel, por eso me costó tanto al principio.

Imagen ARGENTINO. Jugó 14 partidos en la Selección. Daniel Passarella lo llevó a la Copa América 1995.
ARGENTINO. Jugó 14 partidos en la Selección. Daniel Passarella lo llevó a la Copa América 1995.
MANEJO DEL GRUPO. Lo más importante de esta profesión es poder manejar bien el grupo, es de lo que más me gusta estar pendiente, preguntando, analizando y pensando para que los más de 20 jugadores estén preparados para cuando les toque jugar. A veces pregunto yo como están y otras lo hacen mis colaboradores porque sino es un desgaste constante. Así, uno quiere generar la comunicación, saber lo que le pasa a cada uno, estar lo más cercano posible para tratar de dar una mano en lo que se pueda.

INFLUENCIAS. Tomé muchas cosas de Europa porque allí viví la mayor parte de mi carrera. En Europa te acostumbrás a jugar a pocos toques, a jugar fácil y si a eso le sumás el hambre que el argentino tiene de ganar, la técnica, lo aguerrido que es, armamos el futbolista ideal. Como técnico, Miguel Russo me marcó porque fueron mis primeros años, Cúper y Patricio Hernández también.

CASI, CASI. Claro que me ilusioné con el título en el torneo pasado. Como les pasó a los jugadores y a la gente. Pienso que si Vélez se clasificaba para la final de la Libertadores íbamos a tener grandes chances de ser campeones, pero no se dio. Igual, la campaña nuestra fue excelente, terminamos de la mejor manera, lo que hizo este grupo es irreprochable.

RIVER, A LA PROMOCION. No era lo mismo salir segundo que cuartos después de la campaña que habíamos hecho. Eso le planteé al grupo antes del partido contra River. Y también les recordé que a nosotros nos tocó descender en su momento. A mí me pasó con Lanús, que entonces era un club chico, y les dije que en esos momentos se había invertido la realidad. No sé si llamarlo venganza, pero bueno, nosotros la sufrimos y ahora le tocaba sufrir a un equipo grande que la pasaba mal. Otra cosa que me molestó fue que muchos periodistas decían que el partido estaba arreglado. Y lo largan como si nada, hacen de cuenta que el jugador no juega, como si no existiera, como si fuera un muñequito movido por los demás. Y nada que ver. La realidad fue que no estaba nada arreglado. Eso sí: después nadie se retracta de lo que dijo antes, eso me da rabia. Eso también lo usé como motivación para ganar. No sé si lo logré o no, yo les transmití lo que sentía en ese momento, algunos lo asimilarán y otro no.

REDONDO. Yo viví todos los procesos en Lanús y ahora se cierra el círculo. Vine a la pensión con 15 años, viví tres años allí, hice las Inferiores, debuté en primera con Russo, jugué en el Nacional B, ascendí, bajé, subí, peleamos por el título, se nos escapó por poquito, me fui a Europa, volví, hice el trabajo de Inferiores y ahora el de Primera. Me perdí los dos títulos de Lanús, el de la Copa Conmebol por unos meses porque justo me vendieron un tiempito antes, pero todavía me ilusiono con que en algún momento se sume una estrella más desde otro lugar.

CONTRASTES. No tiene nada que ver la pensión de Lanús en la que viví, con la actual. Hoy hay tres jugadores por habitación, con televisión, calefacción, ropero, baño en suite, internet wi-fi. En mi época había viento que te entraba por todas las hendijas, chiflete, cama cucheta, dos muchachos por habitación que apenas entrábamos; de hecho, no sacábamos la ropa del bolso porque no teníamos dónde ponerla. Había una tv para todos en el salón, que a veces andaba y otras no, y te peleabas por el control remoto. No me quejo, eh, porque todo te ayuda a crecer. Y a mí me ayudó mucho.

Por Diego Borinsky / Fotos: Emiliano Lasalvia