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Escándalo y polémica en Las Vegas

Floyd Mayweather le ganó por KO en el cuarto asalto a Víctor Ortiz, cuando éste con la guardia baja, se expuso a su furia.

Por Carlos Irusta ·

19 de septiembre de 2011
¿Por dónde empezamos? Siempre se comienza por el final en cualquier relato y en este caso, el final podría ser: a) Mayewather peleándose ante las cámaras de HBO con el ya octogenario colega Larry Merchant, amenazándolo con que pedirá que lo echen; b) Con Ortiz, semi sentado en el suelo, escuchando (¿habrá escuchando?) la cuenta del referí Joe Cortez; c) Con Floyd largando alguna lagrimita en la conferencia de prensa.

Podríamos agregar varios finales, pero tal vez el que más se adapte a la sensibilidad mercantilista del ganador, es el momento en que le entregaron el cheque por los 25 millones de dólares que le pagaron por la pelea.

“A Ortiz le van a pagar 2 millones y medio, o sea más o menos lo que yo puedo gastar en ropa...”, ironizó Mayweather, un experto en conquistar enemigos. “Me cansé de escuchar las historias de Ortiz y su infancia y sus problemas, los negros también los tenemos y sin embargo, los superamos”.
Bueno, se sabe: a Mayweather le gusta que le digan “Money” y alardea todo el tiempo de su fortuna, que incluye un jet privado. No alardea tanto de los grandes problemas legales que tiene, incluyendo agresión familiar: entre una cosa y otra, 13 meses inactivo.

Y ahora, cuando vuelve a Las Vegas (es una manera de decir, vuelve al ring, porque vive en Vegas) y todo el mundo espera su pelea con Manny Pacquiao, le toca Víctor Ortiz, uno de los predilectos del grupo de Oscar de La Hoya, y todo dura ¡Cuatro rounds! ¡25 millones de dólares para 12 minutos de pelea! ¿A cuánto el minuto? Hagan la cuenta ustedes, es demasiado para este modesto escriba...

El asunto es que Floyd se las apaña para esquivarle todas las manos a Víctor. Y, encima, le conecta derechazos de todo calibre. Las manos de Floyd son casi de algodón (casi, porque a Ricky Hatton lo puso KO) y a Ortiz no le hacen daño, pero igual avanza torpemente, aunque sin convicción.

Entonces, cuando llega el cuarto round y Floyd va ganado cómodamente, Ortiz logra conectar algunas manos. No muchas, atención, algunas. Sólo que, con “Money” contra las sogas, y en posición de ataque, Ortiz en lugar de tirar más golpes... ¡Tira un cabezazo! Es tan grosera la acción que la nota las 14 mil y pico de personas en el estadio; sin contar que se ve clarito por la tel.e Entonces Joe Cortez, aunque tendría que haberlo descalificado, le baja un punto e indica que la pelea sigue.

Ortiz, vaya a saber uno por qué, saluda a Floyd por segunda vez (antes le había pedido perdón y hasta le había dado un beso) y luego se queda quieto, con la guardia baja. Floyd dispara una izquierda cruzada, le pega de lleno y entonces le coloca un tremendo derechazo al mentón. El árbitro cuenta, claro, porque técnicamente, ambos estaban en situación de combate. Y así llega a diez y así termina la pelea.

¿Hizo bien o mal Floyd? Hizo lo que tenía que hacer, porque al ring no se sube a jugar, se sube a pelear. Y, teniendo en cuenta que encima Ortiz le había pegado un tremendo cabezazo, nadie hubiera esperado que Floyd ofreciera la otra mejilla. Además, una vieja ley del boxeo dice: “Protéjase todo el tiempo”, y Ortiz no lo hizo...

Bueno... No resistí la tentación: Floyd se llevó, aproximadamente, un millón y medio de dólares por minuto.

¿Habré hecho bien la cuenta?