Copa América 2011

Uruguay le dio una nueva mano de barniz a su rica historia y es campeón de América

Derrotó 3-0 a Paraguay, al que dominó en todos los rincones de la cancha. Suárez -la figura- y Forlán, en dos oportunidades, marcaron los goles. Así, volvió a festejar en el Monumental, como en 1987.

Por Redacción EG ·

24 de julio de 2011
Imagen CAMPEONES. Lugano levanta la Copa bien alta. El pueblo uruguayo delira (AFP)
CAMPEONES. Lugano levanta la Copa bien alta. El pueblo uruguayo delira (AFP)
“¡¡¡Uruguaaaay!!! ¡¡¡Uruguaaaay!!!!”. El árbitro Fagundes pide la pelota. Son las 17.54 de un domingo 24 de julio. El Estadio Monumental se estremece con un grito visceral: “¡Uruguay campeón!” Es el grito que se eleva por sobre las tribunas y avanza con fuerza sobre el Río de la Plata, hasta fundirse en otro grito similar que viene desde la otra costa. Es el grito de un plantel, de un cuerpo técnico, de una hinchada. Es el grito de un estilo. Es el grito de un país.

Imagen FORLAN, la bandera de Uruguay, se convirtió en el gol histórico de la Celeste.
FORLAN, la bandera de Uruguay, se convirtió en el gol histórico de la Celeste.
“¡¡¡Uruguaaaay!!! ¡¡¡Uruguaaaay!!!!”. Sí, Uruguay es campeón de la Copa América. La Celeste se acaba de consagrar en una demostración cabal de lo que es jugar una final. El equipo del enorme Maestro Tabárez pulverizó a Paraguay 3-0. Lo borró de todos los sectores desde el primer minuto hasta el último. Lo prepoteó con la pelota y con la actitud. Le desnudó su fragilidad defensiva. Le tiró toda la chapa encima. Le puso, en promedio, tres camisetas celestes contra una albirroja en cada rincón de la cancha. Le destruyó el circuito de distribución mordiendo a pasadores y receptores por igual. Enloqueció a la defensa rival. Lo quebró mentalmente. Lo despedazó futbolísticamente. Y edificó una victoria merecida, que será recordada como el punto más alto de una generación brillante de jugadores. Los mismos protagonistas que lograron llevar a su nación a las lágrimas de emoción tras la inolvidable demostración en la Copa del Mundo 2010; son ellos los que están aquí, en el césped del Monumental, abrazados y mirando al cielo, entre sonrisas y lágrimas, entre abrazos de corazón. 

“¡¡¡Uruguaaaay!!! ¡¡¡Uruguaaaay!!!!”. Hubo un partido que no fue una final. Porque para una final hacen falta dos equipos y en el Monumental hubo uno solo, con camiseta celeste. Los uruguayos fueron leones. Paraguay sufrió los 90 minutos más que ante Brasil y ante Venezuela juntos. Ni en aquellos partidos donde Villar atajó todo se vio tan disminuido en cada acción del juego, no sólo en defensa, sino en los pases, en los movimientos y en los desplazamientos. Cada cosa que intentaron los paraguayos fue una solución extrema ante la presión adversaria. En los primeros ocho minutos el equipo de Tabárez ya había tenido cinco córners, incluido uno que terminó en una salvada de Ortigoza con la mano, ignorada por el árbitro brasileño.

Imagen EL ZURDAZO de Suárez va camino al gol. Es el 1-0 de Uruguay (AFP)
EL ZURDAZO de Suárez va camino al gol. Es el 1-0 de Uruguay (AFP)
“¡¡¡Uruguaaaay!!! ¡¡¡Uruguaaaay!!!!”.  Un jugador como Luis Suárez es amado en cualquier lugar del mundo. Pero mucho más en un país como Uruguay. El hombre de Salto levanta en cada intervención las banderas del esfuerzo y el talento. Suárez es la garra y es el fútbol. Suárez, también, es el gol. Llegó a los 12 minutos, tras capturar una bola que cayó de rebote en el área y hacer pasar de largo a Verón. El zurdazo dio en el palo y se clavó adentro, bien lejos de Villar. Fue una muestra más del gran jugador que dejó esta Copa, que jugó los tres partidos definitorios para 9 puntos.

@ContRelI@“¡¡¡Uruguaaaay!!! ¡¡¡Uruguaaaay!!!!”. Paraguay intentó guerrearlo y ahí le fue peor que en el fútbol. Lejos de intimidarse, Uruguay respondió metiendo todavía más. Y en una de esas acciones llegó el 2-0. Corte quirúrgico de Arévalo Ríos contra Ortigoza en cuarto de cancha, habilitación para Forlán y zurdazo impactante, demoledor. Final de la mala racha para el mejor jugador de Sudáfrica 2010. Y la certeza de que sólo una hecatombe separaba a Uruguay de la decimoquinta Copa.

“¡¡¡Uruguaaaay!!! ¡¡¡Uruguaaaay!!!!”. El segundo tiempo estuvo de más. Sirvió sólo para escuchar los cantitos de la hinchada uruguaya que copó el Monumental. Entonaron el  "Volveremos, volveremos" y también el "Es un sentimiento, no puedo parar". En la cancha, tampoco podían parar los jugadores. La intensidad no decayó. Y la última puñalada llegó en el minuto final, en una acción combinada con la delantera letal: genial habilitación de cabeza de Luis Suárez a Forlán, quien definió con frialdad y precisión y alcanzó a Scarone como líder entre los goleadores uruguayos todos los tiempos.

Faltaban apenas 40 segundos para el final. Para escuchar ese grito visceral que aún hiela la sangre. “¡¡¡Uruguaaaay!!! ¡¡¡Uruguaaaay!!!!”.

Martín Mazur