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El Mosquito, la corona y el cepillo

Luis Lazarte perdió su corona mundial ante Archie Solís en la noche marplatense del sábado, y el lunes se levantó a las 4 de la mañana para cumplir con su trabajo diario.

Por Carlos Irusta ·

02 de mayo de 2011

El club Once Unidos se venía abajo. ¿Cuántos eran? Difícil calcularlo, pero metieron ruido y presión como si fueran miles: más allá de los gritos, de los paraguas pintados, de los carteles alusivos y más allá de todo lo imaginable, los bombos atronaron el lugar durante horas y horas. Este cronista debió salir por un rato de ese estadio, parecido por lo pequeño a una caja de zapatos, para descansar de ese ruido ensordecedor, que impedía conversar, que impedía pensar. ¿Cómo hacían los boxeadores para pelear en semejante clima?
Concentración, es la palabra. Cuando empezó la pelea de fondo, hubo menos bombos, pero si muchos gritos y mucha tensión. Luis Lazarte, a los 40, defendía nuevamente su corona mundial minimosca FIB ante el mexicano y ex campeón mundial Ulises “Archie” Solís. En diciembre, empataron en una pelea plagada de infracciones por parte del marplatense –hasta tiró un tarascón y todo-; se ordenó un desquite, se armó una subasta, ganó Mar del Plata y la revancha, pues, se organizó en el mismo club, con el mismo ruidoso entorno y con expectativas aún mayores. ¿Se animarían los jurados a votar en contra de Lazarte?
El argentino se pasó un kilo en el pesaje y se supuso que sus fuerzas mermarían, pero no fue así. Solís le ganó los primeros rounds, luego hubo un intermedio en donde el argentino recuperó terreno y, finalmente, faltando dos asaltos, Lazarte hizo un esfuerzo supremo. Para este escriba, empate clavado.
Eso si, no hay que olvidar que Solís, tocado por una mano en la nuca, se tiró al suelo con una actuación digna de un profesional de Hollywood, obligando al referí Estéves a descontarle un punto al argentino. Luego, para emparejar la cosa, el árbitro le descontó uno al mexicano por aferrarse demasiado.
Finalmente, ganó Solís, ya que un jurado le otorgó cinco puntos (116-111), otro 3 (115-112) mientras que el restante lo vio ganador a Lazarte por 114-113.
¿Y la presión? ¿Y los bombos? ¿Y la condición de local y campeón? ¿Y lo que hizo Lazarte en el ring?
Un empate hubiera sido, después de todo, parte de la lógica.
“Aquí hubo algo raro –nos dijo Lazarte-. Si sabía, por lo poco de cobré, hubiera peleado afuera, en México, que por lo menos, aunque me la dieran perdida, me habrían pagado mejor”. Y luego, agregó: “Porque ni los mexicanos pudieron creer lo que me dieron... Ellos me dijeron que cuidara la plata, como si fuera una fortuna y resulta que me pagaron 15 mil dólares. Nada más que eso. Muy poco”. A la hora de analizar, fue claro: “En la primera perdí y me dieron empate, pero esta yo no había perdido, estoy seguro. Hice una pelea limpia, él fabricó todas las infracciones y se la dieron a él, parece que los jurados vinieron con las tarjetas hechas...”
El lunes, a las 4 de la mañana, como siempre, Lazarte tomó su cepillo de barrendero y se fue a trabajar, como hace más de veinte años. Su sueño de campeón se fue diluyendo junto con el viento y las hojas secas del otoño. Tal vez siga boxeando. Tal vez sienta que el ciclo terminó. Mientras tanto, quedará una pregunta, que parece no tener respuesta: ¿Qué pasó en Mar del Plata la noche del sábado?
Razones suele tener el boxeo que solamente el boxeo entiende...