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Menseguez: "De la reserva pasé a debutar ante el Bayern Munich"

Convertido en la carta ganadora de San Lorenzo, el delantero recuerda su paso por Alemania, cuenta cómo superó la adaptación al fútbol argentino y analiza al nuevo Falcon de Ramón.

Por Redacción EG ·

29 de abril de 2011
Nota publicada en la edición abril 2011 de la revista El Gráfico

Imagen ES TUYA, JUAN. Menseguez, 27 años, es dueño de la pelota en los ataques del Ciclón
ES TUYA, JUAN. Menseguez, 27 años, es dueño de la pelota en los ataques del Ciclón
LLEGA PUNTUAL al estudio de fotografía para la producción acordada. Saluda de manera simpática y recorre el camino para salir a escena. Hasta ahí, normalidad. Los retratos ya no acaparan su atención. La conversación fluye. Sin embargo, se activa la alarma. Tres consultas lo dejan en evidencia, como si quedara preso de un ordinario fuera de juego. No saber en qué años jugó su padre, Juan José, en Talleres de Córdoba; ni recordar el apellido del entrenador que lo hizo debutar en Primera, tal vez pase.

Cuesta creerlo, aunque puede ocurrir. Pero olvidar que su hermano Matías, el más chico de los tres varones, defiende los colores de Puerto Montt, equipo de la Primera B chilena, es un tanto más llamativo. “Solo sé que está en Chile”, se justifica. Confirmado: vive colgado en su palmera. Juan Carlos Menseguez se planta, sin provocarlo, quizás por instinto, en la vereda opuesta a aquel obsesivo de la pelota.

Entiende que detrás del fútbol existe una vida, en la que goza del anonimato, en la que se presenta como Juan a secas, en la que invierte tiempo junto a su familia, en especial al lado de sus dos hijos. “Soy de entrenarme, jugar e irme a casa. Me abstraigo. Mi hermano más grande, Mauro, que estuvo en Primera en Racing de Córdoba, es mi representante y me siento seguro. No veo fútbol argentino. Me gusta el europeo. Miro al Barcelona y al Real Madrid, y trato de aprender. Me fijo en Messi y Cristiano Ronaldo, jugadores que marcan diferencias”, afirma.

Imagen ADENTRO de la cancha usa la 7. Llegó a Boedo tras el último título en 2007.
ADENTRO de la cancha usa la 7. Llegó a Boedo tras el último título en 2007.
-Si un equipo en la Argentina es contundente o juega en buen nivel, se lo suele emparentar con el Barça. ¿Te causa gracia ese comentario?
-(Risas). El Barcelona es la perfección de cómo jugar al fútbol. Además, es difícil mantenerlo tanto tiempo como lo hacen ellos. Todos tratamos de intentarlo, pero es muy difícil.

-San Lorenzo, sin entrar en comparaciones incoherentes, ¿a qué juega?
-Vinieron jugadores de gran nivel y estamos encontrando de a poco el equipo que quiere Ramón. Nos pide volumen de juego, pases cortos que generen espacios para llegar al gol. Hay partidos que jugamos muy ofensivos, con tres delanteros. Arranco un poco más retrasado, y Salgueiro y Velázquez, más arriba. La idea es pensar en el arco rival. Tuvimos un buen comienzo en el torneo. Nos sentimos cómodos y nos vamos acostumbrando a jugar con los compañeros, que es fundamental.

-¿Cuáles son las claves?
-Existen variantes. Hay partidos que los ganamos por los costados, y otros, por el centro. A veces, atacamos más por las bandas y otras tenemos más juego, con toques. Depende también del rival. Me gusta jugar por la raya, pero es lindo juntarse en el medio para hacer circular la pelota y tirar paredes.

-Es cierto que cuentan con bastante material, en especial de mitad de cancha hacia delante.
-Eso nos ilusiona. Creemos que tenemos grandes individualidades, pero hay que formar el equipo. Por momentos, aparece, como frente a All Boys. Fue muy bueno el segundo tiempo. Ese es nuestro ideal.

-¿En qué deben ser más inteligentes?
-Es fundamental sacar la ventaja y mantenerla. No lo logramos ante Gimnasia.

-¿Qué refuerzo te causó una buena impresión, por su nivel?
-A Salgueiro y a Ortigoza los conocíamos. No teníamos tantas referencias de Velázquez y Carmona. Es lógico que nos sorprendieron para bien. Velázquez es importantísimo. No estuvo ante Boca y lo sentimos porque es un delantero en el que podemos descansar. Sabe aguantarla, cabecear, tiene técnica. Es vital para que los que acompañamos de atrás lleguemos al arco rival en posición ofensiva. Y Carmona mete lindos centros, defiende bien y da miedo (risas). No recomiendo chocar con él porque es una bestia.

-¿Les faltaba un futbolista de las características de Néstor Ortigoza?
-Seguro. Juega muy bien a la pelota, intenta hacerlo siempre y te da opciones para tocar con él. No cualquiera te pide todas las pelotas ante Boca. Esto pasa con jugadores como Ortigoza, Romagnoli, que tratan de cuidar el balón y crear situaciones. Cualquier equipo los quisiera tener.

-¿Qué te genera cuando se los tilda de candidatos?
-Nosotros nos preparamos para lo máximo, que es salir campeón. El año pasado tuvimos un gran arranque y luego nos caímos. Tomamos recaudos para estar más firmes en ese aspecto y que no nos vuelva a suceder lo mismo.

Imagen AFUERA usa camisas y se olvida del fútbol. En su tiempo lbire se dedica de lleno a sus hijos.
AFUERA usa camisas y se olvida del fútbol. En su tiempo lbire se dedica de lleno a sus hijos.
JUAN se transformó en aquella proyección que anhelaba su padre, quien aún oficia como consejero. “Si quiero una opinión sobre cómo jugué, lo llamo. Es objetivo. Por más que la rompa, me marca los errores. Es el que más me enseñó en el fútbol”, explica el delantero de 27 años. No obstante, resulta curioso cómo este cordobés descubrió su posición. “Mi viejo me llevó a Racing de Córdoba a los cinco años. Yo ni sabía de qué jugaba. Por mi velocidad, me pusieron de atacante. Luego, me sacó del club por diferencias con la dirigencia y me llevó a los nueve a la contra, Instituto. Nunca me apuntaron por ser chiquito, ni flaquito. Siempre jugué”, cuenta.

Con una década y media de recorrido, encandiló faroles millonarios en una edición de la Copa Nike. River lo fichó al acordar con la Gloria. Sin embargo, Juan, quien todavía no había patentado en la sociedad su apodo, el Rayo, producto de su rapidez, padeció la lejanía. “Lloraba día y noche. El primer año en la pensión fue duro. Me iba al baño a llorar. Hablaba por teléfono en la cabina, me ponía triste y lloraba con mi mamá del otro lado. Me costó un montón. Igual, sentí el apoyo de mi familia. Si no iba a Córdoba, ellos se venían el fin de semana a Buenos Aires. Hasta el día de hoy mi mamá me dice: 'Me arrepiento de haberte dejado ir' -confiesa-. Al año siguiente, en Séptima, me citaron a la Selección Sub 17. Jugué el Sudamericano y después Ramón me llevó a la pretemporada en Mendoza. Estuve dos años en Reserva, se fue D'Alessandro al Wolfsburgo y me ofrecieron ir también. Era a préstamo por un año y luego regresaba al club. Quise probar”.

-¡Y te quedaste cuatro temporadas!
-Al poco tiempo, compraron el 50 por ciento de mi pase y me hicieron cinco años de contrato. Estaba en el aire. No entendía nada. De jugar en Reserva pasé a debutar en Primera ante el Bayern Munich. Y me enfrenté a Oliver Kahn, Ballack. ¡Una locura! Era un sueño, como si volara. No tuve tiempo para ponerme mal.

-¿Adeudás jugar en la Primera de River? ¿Se hace más fácil debutar hoy?
-Tenía muchos monstruos adelante. Había dos jugadores de gran nombre por puesto. Ahora no hay tantos jugadores y eso lo demuestran los resultados de River en los últimos años. Igual, tampoco es fácil. Me quedé con dolor en aquel momento, pero ya pasó.

-¿Qué te movilizó Alemania?
-Es una cultura diferente. Ellos son fríos, mientras que el argentino se brinda más. La puntualidad es clave. Siempre se debe llegar a horario. Después, subís al auto y te ponés el cinturón, cuestiones a las que no estás acostumbrado en la Argentina. Y en lo futbolístico, la gente va a la cancha como si fuese a un teatro. Miran el partido con su cervecita, y a casa. Acá, en cambio, se vive con mucha intensidad.

-Jamás un insulto allá, ¿no?
-Ibamos mal y nunca nos dijeron nada. Nadie venía a reclamarte. Siempre nos aplaudían después de los partidos. El fútbol argentino debe ser uno de los más difíciles de jugar, por las presiones. Si cobrás o no en término; si perdés un partido, la gente o la prensa hablan de más, en especial en los clubes grandes. En Alemania, solo tenés que jugar. Acá, te rodean muchas cosas. Hay que estar muy bien para mantener un nivel alto en la Argentina.

-¿Se disfruta jugar en el país?
-¡Sí! Llegás a la cancha y escuchás los cantitos, en especial cuando estás por salir del túnel. Se te pone la piel de gallina. El folclore que hay en la Argentina está entre los mejores del mundo. Eso es una ventaja. Uno se pone mal cuando hay violencia o cosas que exceden a lo lindo del fútbol.

SU REGRESO a la Argentina se produjo a mediados de 2007. San Lorenzo compró la mitad de su pase. Pero el Rayo no lastimó al principio. “Me lesionaba a cada rato y los chicos me pusieron 'Papelito'. Fue psicológico. Le echaba la culpa a mi cabeza. Tomaba vitaminas y me seguía lesionando. Empecé a ir al psicólogo y se terminó todo, al tiempo. Fueron seis o siete meses que no me sentí bien, ni cómodo en la cancha. Antes de los partidos, comenzaba con los dolores y las contracturas. El contexto también infuyó: volver a vivir al país, ser padre por primera vez”, admite.

Imagen EL BACKSTAGE de la nota que salió en la edición de abril de El Gráfico.
EL BACKSTAGE de la nota que salió en la edición de abril de El Gráfico.
Si bien alternó malas y buenas, se refugió en West Bromwich en febrero de 2009. “Había hecho la pretemporada en San Lorenzo, pero no me sentía cómodo con Russo. Elegí irme. Pese a que después el equipo inglés bajó a Segunda, me querían. Acá, cambió el técnico y arregló Simeone. Y le dije: 'Quiero jugar en San Lorenzo'. Y regresé”, revela.

-¿Qué conversaron con el Cholo?
-Me comentó cosas que no me había dicho nadie y me llegaron mucho. Me mostró lo importante que era en un equipo. Fue una charla íntima que me hizo madurar.

-¿Modificaste tu juego?
-Tengo experiencia, me siento más capacitado y sereno. Cuando empecé, era atolondrado. Ahora defino más tranquilo.

-¿Cuál es tu puesto: falso volante por derecha, extremo?
-Me gusta jugar de delantero en los últimos 30 metros. Pero uno quiere estar entre los titulares y se ubica donde le pida el técnico.

-Al pararte de volante, te cuesta el retroceso. Más que marcar, hacés sombra.
-Es un puesto que hice en Alemania. Estoy acostumbrado. Quizás no tenga la frescura necesaria en los últimos metros, por el desgaste. Aprovechar el último tramo de la cancha es clave porque ahí saco la mejor diferencia. Al defender, tengo que cubrir el espacio más que seguir a un rival.

-Igual, es una posición interesante para vos. Terminás como tercer delantero y podés entrar por sorpresa.
-Sí. Convertí en esa posición de esa manera. A Godoy Cruz le hice uno al llegar por el costado. Es una cuestión que trabajamos.

NO SOLO sus tres goles -todos trascendentes- en los primeros cinco partidos del Clausura denotan su dulce presente. La explosión de su juego es vital en el andar del Falcon de Ramón. Su velocidad asusta. Aporta vértigo en Boedo y todavía se ilusiona con una convocatoria a la Selección. Hombre de perfil bajo, se maneja con simpleza. Juan Carlos Menseguez no ejerce uso de su popularidad. Tampoco se embarra en polémicas. Comprende que el fútbol profesional es un lindo trabajo. Lo disfruta a su manera, como lo hacen en Europa.


Por Dario Gurevich / Fotos: Hernan Pepe