¡Habla memoria!

River, todo al 75

Daniel Passarella confió en sus ex compañeros campeones para sacar a River de la peor crisis de su historia. Y El Gráfico los juntó en la confitería del club. Jota Jota, Fillol, Pedro González y el presidente, a 7 títulos por cabeza, en una charla nostálgica con el ángel de Labruna presente en Talamonti, su eterno ayudante.

Por Redacción EG ·

29 de abril de 2011

Nota publicada en la edición abril 2011 de la revista El Gráfico

Imagen LA BANDA, armada en la confitería de River. González, Jota Jota, Passarella, Talamonti (ayudante de Labruna), Fillol y Angelito.
LA BANDA, armada en la confitería de River. González, Jota Jota, Passarella, Talamonti (ayudante de Labruna), Fillol y Angelito.
“Muchachos, por favor, a ver si se separan un poco, necesito que se muevan, ¿me escuchan por favor?... Un minuto”.

Maxi Didari, el fotógrafo de El Gráfico, busca una y otra vez captar la atención de ese grupo de hombres que unos metros más adelante, sobre el pequeño escenario ubicado en la mítica confitería del Monumental, no paran de cuchichear entre sí. Una, dos y tres veces, en un intento vano por encontrar el ángulo ideal para la foto. No le dan ni pelota, sumergidos como están en la nostalgia de alguna anécdota que en este instante despierta la carcajada atronadora del único hombre no vestido con equipo deportivo, sino de jean y camisa a cuadros, como para demostrar que es un presidente que poco tiene que ver con la política, con los usos y costumbres del saco y la corbata.

Vistos desde aquí, unos pasos detrás del pobre Maximiliano, la imagen que irradian esos señores sesentones en su mayoría, que se han olvidado del motivo de la convocatoria periodística, es la de un grupo de amigotes del secundario que se están juntando después de 40 años para recordar las travesuras juveniles.

River 75 fue una bisagra en la historia del club más ganador del fútbol argentino. Un hachazo que partió en dos su existencia, no solo porque ya encadenaba 17 años sin salir campeón (cuando nunca había pasado más de cuatro sin conseguirlo), sino porque en aquel momento, diciembre de 1974, River y Boca empataban 12-12 en campeonatos locales. Hoy, el Millo le lleva 10 títulos de ventaja a su primo. El 75 fue una bisagra, quizás el año más importante de su centenaria historia, porque el club pasó de ser eje de todas las burlas, a transformarse en el capanga de la cuadra. Reventó todos los estadios, enterró el apodo de gallina y arrasó con sus rivales, dando siete vueltas olímpicas en siete años, un promedio demoledor.

El promedio, maldita palabra, seguramente retumbó en la mente de Daniel Passarella en su camino hacia la presidencia del club. Y en el momento más difícil de la historia deportiva e institucional de River, el hombre decidió recurrir a aquellos viejos compañeros del 75 para sacar a flote a un Titanic que iba derecho hacia el iceberg. Como si creyera que con aquella mística ganadora que supo infundirles el máximo prócer riverplatense, Angelito Labruna, que alza los puños triunfadores desde la foto que sostienen, todo fuera más sencillo, menos traumático. Como si pensara que para atravesar el temporal, nada mejor que viajar bien acompañado, con los amigos de la primera juventud, que son los dueños del vínculo más fuerte en las relaciones humanas.

Imagen DANIEL PASSARELLA, seis implacable; 99 goles y 7 títulos. Dos ciclos y 3 títulos como DT. Único argentino bicampeón mundial (78 y 86). Presidente de River.
DANIEL PASSARELLA, seis implacable; 99 goles y 7 títulos. Dos ciclos y 3 títulos como DT. Único argentino bicampeón mundial (78 y 86). Presidente de River.
Hay un relato futbolero, como respuesta de Passarella a la pregunta de si Jota Jota era el técnico adentro de la cancha, que sirve como figura perfecta de lo que ha ocurrido con sus excompinches, en especial con el Negro López. “Sí, claro que era el técnico adentro –explica Passarella-, por su manera de jugar, porque sabía cuándo acelerar, cuándo parar y cuándo cambiar de frente. Yo cortaba en la salida y le cruzaba el pelotazo largo al Negro, que se abría, la paraba de pecho, la entretenía un poco, esperaba que picara al segundo palo y ¡pim! se la ponía a Luque en la cabeza o a mí, que saltaba por atrás y la embocaba”.

Eso hizo Daniel Alberto, 29 años después de que el Negro se fuera por la puerta de atrás del club que amó desde pibe por mandato de papá Sócrates. Lo mismo que con el Pato Fillol, que no volvía a River desde hacía 27 años. Y con Pedro González, que sumaba 29 afuera. Pero elegimos la figura futbolera con el Negro como emblema: Daniel le mandó el pelotazo largo y Jota Jota la paró con el pecho y jugó. Fue el pase más esperado, el que ya ni imaginaba. Lo metió por la puerta de servicio, para no llamar la atención, y cuando se dio la oportunidad lo sentó en el banco de suplentes. Un acto de estricta justicia para uno de los mejores productos del semillero riverplatense.

-Traerlo a las Inferiores, para mí ya era reivindicarlo. La recompensa más grande me la dio su hermana, un día que me la crucé en el club. ‘Soy la hermana de Jota Jota –me dijo- Soledad, ¿te acordás?’. Me dio un abrazo y se puso a llorar. ‘Gracias por habernos hecho volver al club’, me dijo. Eso solo. Fue suficiente”.
-Te aflojaste...
-Sí, claro, se me caían las lágrimas.

Daniel Passarella es un duro. Lo fue en los campos de juego, una fiera que te dejaba tatuado todo el cuerpo. También lo ha sido como entrenador y lo es hoy como presidente, plantando bandera con pocas pulgas y peleándose contra la corriente. Es un duro que conserva su espíritu juvenil parándose en puntas de pie en el escenario, para no parecer petiso al lado de sus empleados-compinches en la foto, pero que se conmueve con algunos gestos como el de Soledad López.

Ha bajado desde la presidencia a la confitería para participar en la charla con El Gráfico, y esa también es una figura que lo pinta: no pidió que subieran los demás a su despacho, no le importó bajar al llano y mezclarse con la gente, a riesgo de algún reclamo destemplado. Pide un té, saluda a Cachito Vigil y le avisa que en una hora deben verse arriba. Y aunque tenga otras 20 reuniones por delante, cuando se pone a recordar buenos viejos tiempos, se olvida del tiempo y no le importa nada. Passarella tiene carisma para contar anécdotas y por eso acapara la charla. Jota Jota y el Pato irán a almorzar con el plantel profesional y volverán en un rato. Rodolfo Talamonti, el histórico ayudante de Labruna que cuida a los chicos de la pensión y colabora con JJ en las prácticas, más Pedro González y Horacio Rodríguez, el defensor central que se sumó a River en 1978, ambos ojeadores de talentos en el Interior del país, lo escuchan con atención.

Imagen JUAN JOSÉ LÓPEZ, el mejor ocho de la historia de River con Moreno. De las inferiores, ganó siete títulos (1970-1981). DT de Labruna dentro de la cancha. DT de River.
JUAN JOSÉ LÓPEZ, el mejor ocho de la historia de River con Moreno. De las inferiores, ganó siete títulos (1970-1981). DT de Labruna dentro de la cancha. DT de River.
-¿De qué te reías, Daniel?
-Jugábamos en el Monumental, y en un momento se lesionó el Gorrión López y entró Horacio. Yo estaba de seis y Angel lo mandó a este (señala a Talamonti) para decirme que vaya de 3. “Andá a la c... de tu madre”, le tuve que decir (todos se matan de risa), y seguí en mi puesto. Yo había terminado el 74 jugando de seis como uno de los mejores. A Angel no lo conocía, él llegó y en una nota con la revista River, dijo: “Mi equipo va a formar con Fillol, Comelles, Perfumo, Artico y Passarella...”. Me mandó de tres sin decirme nada. Yo me manejaba con consejeros como Pipo Rossi, el Cabezón Sívori, el Tucumano Hernández y el Beto Menéndez, que tenían otros códigos. Entonces me encapriché y dije que no iba a jugar de tres. Además, a mí me gustaba jugar de central, era un puesto más importante... (Reflexión obligatoria: nunca estuvo para actor de reparto el caudillo de Chacabuco). Claro, Angel habrá pensado: ‘Este es un pibe y lo manejo’. Yo me planté, pero le dije a Angel: “Le voy a jugar de 3 solamente cuando usted no tenga a quien poner”, dejando en claro que no iba a fallarle al equipo.

-¿Se enojó Labruna?
-Síííí, “Vaya a jugar a la quinta de su abuela”, me dijo, por no decir otra cosa. Después vino el torneo de Toulón y salimos campeones con Menotti. Llegué al club, todos me felicitaban y el Viejo, ahí al fondo, apenas si levantó una mano. A Angel le gustaban los jugadores grandes. Igual, en algunos partidos me hacía entrar, hasta que un día le pedí jugar en la tercera para tener ritmo. Metía goles todos los partidos. Roberto (Perfumo) le empezó a decir “El pibe, Angel, hay que poner al pibe”. Claro: yo cagaba a patadas a los rivales y Roberto los agarraba en una gamba. Pero Angel no era rencoroso, dos años después me puso de capitán del equipo.

-¿Te acordás cuando se sentaba con La Razón para ver las carreras y venía el Mono Mas y le prendía fuego el diario? –se suma Talamonti.

-Todos los quilombos los hacíamos el Mono y yo, ¿te acordás de cuando rompimos el cuadro de Quinquela y lo tuvimos que pagar entre todos –le habla Passarella a González-. Iban 19-19 al ping pong el Mono y Raimondo, la pelotita fue atrás del cuadro y no se podía sacar. “Pará que yo la agarro”, dijo el Mono, e hizo “pim” y rompió el cuadro de una piña. Increíble.

-¿Y cuando bañamos a todos los empleados? –se acuerda Pedro- Había una fiesta en el club, los mozos prepararon las mesas acá abajo y cuando trajeron el asado les tiramos toda la artillería de agua desde arriba con fuentones y baldes. Tuvimos que meter una tranca en la puerta de la concentración porque nos querían matar a todos.

Imagen PEDRO GONZÁLEZ, wing derecho. Tres títulos en San Lorenzo y siete en River (1975-1981). Con La Banda: 267 partidos y 44 goles. Mira juveniles por todo el país.
PEDRO GONZÁLEZ, wing derecho. Tres títulos en San Lorenzo y siete en River (1975-1981). Con La Banda: 267 partidos y 44 goles. Mira juveniles por todo el país.
-¿Qué hacía Angel a todo esto?
-Nada –sigue Daniel- bicicleteaba. Angel bicicleteaba a los dirigentes, a los periodistas, a los jugadores. A mí me decía: “Mirá, si vos me jugás este partido de tres acá (todos se empiezan a reír), Perfumo está lesionado, Merlo anda más o menos, entonces yo ahora te pongo de tres y solucionamos el problema. Después... cuando Perfumo vuelve, hago un pequeño movimiento... ¿Te acordás?... Angel siempre decía “un pequeño movimiento”, bueno, lo muevo a Artico, a Pena lo siento un ratito y vos pasás de seis, ja, ja, qué grande Angel!

-¿Ves un punto de contacto entre el 75 y este momento, por la presión?
-En aquella época, River sufría el fracaso por no conseguir títulos pero tenía plata, por eso pudo traer a varios jugadores. Aparte, una cosa es la presión por salir campeón y otra por evitar la promoción. Esta es más jodida.

-A mí no me gusta hablar de presión para el jugador de fútbol –se suma Fillol-, podés notar ansiedad, o que se te eriza la piel. Siento que Angel está con nosotros. En 23 años de carrera recorrí el mundo y tuve al Lobo Zagallo, a Luis Aragonés, a Menotti, Basile y la mística ganadora de Angel no la vi en nadie.

-Era un maestro –habla González-, yo había vuelto de jugar en Perú y me entrenaba en San Lorenzo, a fines del 74. El técnico era Zubeldía, que no me podía incorporar. Una tarde, juegan San Lorenzo y Talleres, dirigido por Angel. Fui a ver el partido, estaba haciendo una nota con Muñoz y me golpean el hombro. Era Labruna. “Llamame”, me dice. El tipo ya estaba armando el River del 75.

-La que me hizo a mí fue mundial –anticipa el Pato-. Lo tuve en Racing, en 1973. Un día me llama a su vestuario: “No se cambie, que tiene una reunión con los dirigentes de River, lo quieren comprar”. Venía de un año espectacular y no tenía intenciones de irme. Yo fui hincha de River desde pibe porque me hizo mi viejo, pero desconocía la historia, porque vivía en el campo. “¿Le parece River?”, le pregunté. Se puso loco. “¡Cómo qué me parece! Si no va a River se tiene que agarrar a trompadas conmigo”. Después saqué mis conclusiones: me apretó en ese momento porque ya estaba armando al futuro equipo campeón.

Imagen UBALDO MATILDO FILLOL, arquerazo, uno de los mejores de la historia. Campeón mundial 78. Ganó siete títulos en River (1973-1983). Ayudante de Jota Jota. Entrenador de arqueros.
UBALDO MATILDO FILLOL, arquerazo, uno de los mejores de la historia. Campeón mundial 78. Ganó siete títulos en River (1973-1983). Ayudante de Jota Jota. Entrenador de arqueros.
-Angel dormía enfrente de la habitación mía y de Mostaza –se emociona JJ-. A veces entraba a su cuarto y estaba dormido con la luz prendida, Crónica en el pecho y los anteojos puestos. Le guardaba los anteojos, le sacaba el diario, y él seguía durmiendo con las manos cruzadas en la panza. Cuando me operaron de la columna, la dirigencia de River no solo me dejó libre, sino que hizo circular el rumor de que tenía cáncer y Angel fue el único que me dio la chance de jugar, en Talleres. Yo lo conocía de pibe. En las Inferiores era amigo de Daniel, su hijo que falleció. Me invitaba a almorzar a su casa, porque yo vivía muy lejos. Anita, su madre, me había adoptado como un hijo más. Cuando Angel murió, me vino a dar su anillo y su cadena. “Angel siempre va a estar en mi corazón sin necesidad de lo material”, le agradecí.

-¿Tala, qué hacés en el cuerpo técnico?
-Miro las prácticas, charlo con algún jugador. Yo lo conocí como nadie a Angel y te puedo asegurar que está latente adentro del Negro. Juan lleva el buen fútbol en la sangre y ahora debe adaptarse a la situación.

-Angel escuchaba mucho al jugador -sigue JJ-, que es el gran protagonista. Y les pedía opiniones. A mí me dio mucha cabida, hoy intento hacer eso con el plantel.

-Daniel, ¿por qué apuntaste a tus compañeros del 75?
-Esto para mí es como una familia, lo pensé en la campaña y se lo fui diciendo, que quería conformar una base de jugadores de aquella época. No podía pensar en todos, lamentablemente. Solo les pedí que no hicieran propaganda, nunca me gustó que se utilizara a los ídolos. Lo del Negro era una cosa muy injusta, se portaron como el culo con un tipo que quería tanto a River y en un momento de calentura se fue a Boca. Le dije: “Yo te voy a reivindicar a vos, porque voy a ser el presidente...”. El Negro me miraba como si estuviera loco (se ríe).

-Llevaba como cuatro años sin trabajar –aclara JJ-, tenía a mi mamá enferma y no me quería mover de Capital. Había ofertas del exterior y pedía fortunas porque no me quería ir. Eso sí: de River jamás imaginé un llamado. Creía que ya había pasado mi momento, cuando peleé con Talleres dos torneos, cuando me vino a buscar Miele para San Lorenzo y por ética dije que no. Con Daniel nos veíamos seguido en el lavadero de autos, acá cerca, a veces venía el Flaco Menotti a charlar de fútbol, todo bien. Cuando me dijo que se postulaba a presidente y me habló de integrar una mesa de notables, le dije que prefería laburar en Inferiores. Ahí se me prendió una lucecita. Yo venía seguido al club a ver los partidos, a la Belgrano. Y traía a mi pibe a la escuelita de fútbol, pero el día que me volví a poner la ropa de River para trabajar, me costó, sí, me costó, sobre todo por si alguno me gritaba algo. Por suerte no pasó...

-Yo te cuento una historia increíble –agrega el Pato-, cuando era un pibe que no había debutado en Primera, una gitana me agarró las manos, y empezó a decirme:”Tu vida, tu futuro, veo todo éxito en tu porvenir”. Te lo cuento y me emociono. Ahora, si el año pasado, una gitana me hubiera dicho que iba a volver a River a los 60 años, 27 después de mi salida, no le habría creído como le creí a esa gitana.

Imagen Charla en la confitería de River: el presidente, Rodríguez, Talamonti y Pedro. Luego vendrían JJ y Fillol.
Charla en la confitería de River: el presidente, Rodríguez, Talamonti y Pedro. Luego vendrían JJ y Fillol.
-Yo fui técnico durante 12 años –completa Pedro-, pero desde el 94 me alejé del fútbol y tuve un lavadero de autos, estar acá es como volver a juntarte con la familia. Un milagro que se dio de repente. Me acuerdo de Daniel como de ningún otro en mi primera práctica con River, en Necochea. En una jugada pasé al Gorrión y vino a cruzarme el camionero este. Movió el hombro un poco y ¡pim!, sentí una puñalada en el brazo. Estuve 15 días sin poder peinarme. “No te vi”, me dijo. “Menos mal, si no me buscaban en el hospital”, pensé yo (¡Marche otra vuelta de carcajadas para todos!).

-Daniel, ¿a JJ lo trajiste para Inferiores pensando en la Primera?
-Sabía que no era un técnico interino. Venía Boca y estaba totalmente convencido de que el Negro les iba a transmitir a los jugadores algo que nos iba a permitir ganar. Fue una apuesta fuerte, porque si hubiéramos perdido, me iban a putear a mí, no a él. Nos podrían haber hundido pero fue al revés.

-Pienso que fuimos inconscientes como en nuestra época de jugadores –agrega JJ-, jamás se nos cruzó que podíamos perder. La vida es justa, a veces te provoca dolores y otras alegría, pero si uno tiene una conducta en la vida, a la larga hay recompensa. Me equivoqué muchas veces en mi vida pero sin mala intención, por eso les digo a los chicos: “Juguemos con el corazón caliente y la mente fría”, porque a veces el corazón te traiciona. Para mí, estar en River no tiene precio, es como la propaganda. Por eso, cuando tuve que arreglar mi contrato, le dije a Daniel: “Decí vos lo que tengo que ganar, esta oportunidad no pasa por la plata para mí sino por un sentimiento”. A Daniel le estaré agradecido siempre.

-Yo rejuvenecí 20 años - acota el Pato.

-¿Y el futuro, cómo lo ven?
-Yo viví el 75 y el 90 –anticipa Passarella-, cuando empecé como DT y había ollas populares en la puerta. La situación actual es mucho peor, acá encontré un club devastado y hay que tapar y tapar y tapar agujeros todos los días. Eso desgasta muchísimo. Pero estamos mejorando despacito, haciendo la casa por los cimientos y no por el techo, y de a poco arrancaré con mi proyecto. Yo quiero una formación integral para los chicos de Inferiores, prepararlos para que vayan a Europa y sean figuras, que sepan con la pelota pero también inglés y computación. Este fardito se lo quiero volcar a Cachito Vigil, que es un genio, para que lo lleve a la práctica. River es el único club al que entrás por la puerta del jardín de infantes y en el que salís por la de la universidad, pero claro, las cosas buenas no salen en ningún lado, para muchos es mejor criticarme sin piedad en programas que se dicen partidarios pero lo único que hacen es perjudicar a River.

-Para mí –cierra JJ-, este plantel mostró que tiene mística, alma y sangre, que respeta la camiseta. Se nos tienen que dar unos resultados para que con el tiempo las notas se las hagan a ellos y se diga que revirtieron una situación peor que la nuestra. Mi idea es ser parte de ese grupo como fuimos en el 75, nada más... ¿La foto de Angel me la llevo, no?.

-Sí, Negro, nadie la merece como vos.







Por Diego Borinsky / Fotos: Maxi Didari y Archivo El Gráfico