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Matías Martínez: "En comparación con las campañas anteriores, estamos muy bien"

Le tocó debutar en una etapa complicada de Racing y no defraudó. A los 22 años, defiende como un veterano y sabe lastimar en el área de enfrente. Lejos de desesperarse por una transferencia al exterior, el chaqueño prioriza la gloria deportiva con el club que lo formó y sueña con llegar muy pronto a la Selección.

Por Redacción EG ·

14 de marzo de 2011
Nota publicada en la edición febrero 2010 de la revista El Gráfico

Imagen EL JUEGO aéreo es una de las grandes virtudes de Martínez.
EL JUEGO aéreo es una de las grandes virtudes de Martínez.
NO PARECE UN FUTBOLISTA contemporáneo que está cerca de cumplir los 23 años. Se sale del paradigma, al menos en el fútbol argentino. Su trato, amable y respetuoso, no es el corazón de la tesis; solo la refuerza. Su presencia empieza a marcar la tendencia. Su peinado no avala cuestiones complejas; no se le observan tatuajes, ni aros, a simple vista. Enemigo de las declaraciones polémicas, es un pibe común que vive una realidad fuera de lo común al ser pieza clave en la zaga central de Racing. Se planta con la solvencia de un experimentado, pese a haber debutado en Primera hace tres años. Sus goles oxigenaron más de una vez al equipo en momentos crudos, aunque mantiene un perfil bajo. Pretende dejar una huella en el club que lo cobijó, cuando aún era un proyecto, antes que apurarse a concretar un pase al exterior que le asegure buena parte de su futuro económico. Matías Martínez lleva la personalidad de aquellos referentes de grupo en la sangre; lo más saludable es que no se la cree. “Soy tranquilo. Algunos amigos me cargan porque me notan un poco sacado en los partidos (risas). No sé si me falta marketing; no me fijo. Los objetivos se logran por lo que se hace en la cancha. Estoy contento por cómo me manejo”, afirma el sub capitán de la Academia, quien supo lucir la cinta durante el año pasado, mientras Yacob estuvo ausente. 

-¿Te sentís líder en el plantel?
-Soy chico aún; es cierto que quedaron pocos grandes y quizás puedo tener esa sensación por los años que estoy en el club. Pero no lo tomo tan así.

-¿Qué te valoran más?
-Al principio, me reconocieron por mis goles; y siempre, por mi entrega; eso no le tiene que faltar a ningún jugador.

-Definite como defensor.
-Mi fuerte es el juego aéreo y trato de ser lo más ordenado posible. Miguel (Russo) me pide que adentro del campo de juego hable más.

-¿Qué otro aspecto debés corregir?
-Intento mejorar en salir jugando de abajo para que el equipo tenga otro funcionamiento. Si bien recuperamos rápido la pelota, la idea es no perderla tan fácil.

-¿A cuántos entrenadores salvaste al convertir?
-No sé si salvar (se le dibuja una sonrisa); el equipo se encarga de eso. A cualquiera le puede tocar hacer el gol. Por ahí, uno tiene la suerte de conocer al pateador y sabe más o menos dónde puede ubicar la pelota. Hay que estar atento, sea en el primer palo, en el segundo o en otro lugar del área. 

-Manejan bien las pelotas paradas. ¿Cuál es el secreto?
-Se trabajan un día antes de los partidos. Influyen mucho los pateadores, que son muy buenos, y eso nos facilita a los que vamos a cabecear. Es una virtud del equipo. Mi intención es ir en busca de la pelota sin molestar a mis compañeros.

-¿Siempre fuiste un defensor con gol?
-¡Nooo! Hacía uno o dos por año en Inferiores. Me destapé en Primera. Ya hice nueve.

QUIZAS, SIN QUERER QUERIENDO, empezó a moldear su espíritu de goleador en su infancia, mientras jugaba de atacante en su Chaco natal. Criado en el hogar de papá y mamá, bajo la contención también de sus dos hermanos, comenzó a entrenarse a los 5 años. La cancha chica era la escenografía. “No había otra cosa que me gustara tanto como jugar al fútbol”, admite. Pasó a Resistencia Central a los 9 para dar sus primeros toques en cancha grande: “Era petiso y me ponían arriba. Pegué el estirón recién a los 12, y a los 13 me fui a C.U.N.E (Club de la Universidad del Nordeste), que me daba la posibilidad de probarme en equipos de Buenos Aires. Entonces, fui una vez a Racing, Lanús y River. Quedé en los tres para volver en una segunda instancia. Regresé a Racing, jugué y me ofrecieron ficharme. Podía haber ido a Lanús y a River, y ver qué me decían, pero no me quería ir a otro club porque me sentía cómodo con lo que me mostraron en Racing. Me instalé en un hotel en Boedo; estábamos de primera. Y en 2004 nos fuimos a la pensión que está pegada al estadio. Era nueva, la gente del club nos trató bárbaro y viví buenos momentos”.

Si bien encontró su puesto de seis en Avellaneda, jamás descuidó el paddle, deporte que aprendió a querer en suelo chaqueño, y que se transformó en una de sus actividades preferidas en su tiempo libre, junto al tenis de mesa. Chaco, apodo obvio, siempre trabajó en un rubro: el fútbol. “No tuve necesidad cuando era chiquito. Al irme de vacaciones a lugares de mi familia, cercanos a Chaco, le daba una mano a mi tío en el campo. Lo ayudaba con las vacas, los tractores; estaba ahí con los peones. Pero era solo un pasatiempo”, confiesa. 

Imagen EL CHAQUEÑO imagina el 2011 como un año de despegue para Racing. Es hora de ir por el campeonato.
EL CHAQUEÑO imagina el 2011 como un año de despegue para Racing. Es hora de ir por el campeonato.
El camino de Inferiores en la Academia lo inició en Octava, a los 14 años. A partir de ahí, hizo escuela y se presentó en Primera a los 19, el sábado 8 de diciembre de 2007, en la victoria de Racing ante Colón por 1-0. Más allá de conocer el paño, el clima estuvo caldeado en el Cilindro: banderas invertidas, cánticos contra Fernando De Tomaso, presidente de Blanquiceleste, gerenciadora del club en aquel entonces, y complicaciones con el promedio del descenso. El equipo, repleto de juveniles, dirigido por Miguel Angel Micó, apenas sacó la cara con gol de Diego Menghi. Martínez, que se paró en el lateral zurdo, reemplazó a Claudio Fileppi a los 36 del complemento. Sin embargo, Matías tuvo que aguardar un par de torneos más para conseguir continuidad y comenzar a quemar redes. Sus nueve gritos se dividen en diferentes campeonatos: cuatro en el Clausura 09, uno en el Apertura 09, tres en el Clausura 10 y uno en el Apertura 10. “Si tuviera que elegir tres, rescato el gol a San Lorenzo sobre la hora (Clausura 09), y dos claves para salir de la Promoción: el que le marqué a Newell's y el que le hice a Banfield (ambos en el Clausura 10)”, argumenta.

-¿Es difícil jugar en Racing?  
-Sí (piensa). Al estar desde Inferiores, uno sabe cómo se maneja el club, el mundo Racing; la forma de jugar del equipo. Sí le cuesta adaptarse a la gente que viene de afuera, porque Racing es muy pasional y el hincha es tan fanático que puede llevar al jugador a cometer errores. Por ahí no tienen la misma paciencia que en otros clubes. Pero estamos en un equipo grande, y a la gente hay que adorarla como es; siempre llenó canchas en momentos malos. 

-¿El descenso ya no es un fantasma?
-Supimos lo que fue jugar la Promoción, y zafamos de hacerlo en las últimas dos temporadas. En comparación con campañas anteriores, estamos muy bien. Y queremos mejorar, ir por más.

MARTINEZ SE AFIANZO en Primera como Racing en el segundo semestre del año pasado en la elite, tras cosechar 29 puntos. El defensor, que tiene contrato hasta junio de 2012, supo del interés de Wolfsburgo a mediados de 2010, aunque lo desestimó. “No era el momento, tampoco la dirigencia quería que me fuera. Todavía tengo edad para ir afuera y lo haré cuando me toque. Uno no tiene que desesperarse por emigrar. Quiero conseguir algo en el club donde siempre estuve, porque uno lo siente; me gustaría ganar un título o ingresar a una Copa. Mi idea es dejar una huella. Lo miro más desde la gloria, de estar satisfecho en lo deportivo; lo económico puede esperar, aunque esto es una lotería”, sentencia.

-¿Digeriste el mazazo de la no clasificación a la Copa Libertadores?
-Fue un golpe duro. Hicimos lo mejor posible, sumamos una buena cantidad de puntos, y no se dio porque Independiente salió campeón. Ya está.

-¿Qué versión del equipo se verá en 2011?
-Dinámica. Tenemos excelentes jugadores de mitad de cancha hacia adelante. Toranzo y Gio (Moreno) son de jerarquía y marcan la diferencia en el equipo. Ojalá que estemos un poco más acoplados en líneas generales para pelear más arriba.

-Punto a favor: conservan la base. 
-Es positivo, viene bien para aspirar a conseguir lo que nos planteamos. Ojalá el grupo se mantenga un año o el tiempo que sea, por más que se necesite vender jugadores.

-Campeón desean ser todos, ¿cuál es el objetivo real?
-Estar entre los tres mejores, luchar el campeonato hasta la última fecha y clasificarnos a una Copa, que sería buenísimo porque hace rato que no se logra. Se sabrá para qué estamos a medida que transcurra el torneo.

-¿Qué se vislumbra a nivel juego?
-El semestre pasado intentamos jugar por abajo del medio hacia arriba, llegar más limpios al arco rival. Habrá que ver cómo Miguel piensa plantear la táctica. Seremos un equipo ofensivo.

-Intuís un conjunto con rotación de pelota y jugadores, corto…
-Exacto. Miguel pretende un equipo corto, que juegue en todas las líneas. Si la gente tiene un poco más de paciencia y nosotros nos adaptamos mejor, jugaremos bien.

Imagen EL DEFENSOR arranca el 2011 con enormes expectativas. Hasta sueña con la Selección.
EL DEFENSOR arranca el 2011 con enormes expectativas. Hasta sueña con la Selección.
-¿Hay material o existe un poco menos del que se cree?
-Material, hay de sobra. No sé si somos el mejor plantel del fútbol argentino, pero no salimos de los cuatro o cinco mejores. Hay que jugar tranquilos, ordenados y concentrados, sin la desesperación del hincha.

-Es clave asociar jugadores de buen pie.
-Eso no asegura el éxito, pero lo facilita. Al tener esa clase de jugadores, estamos tranquilos atrás porque sabemos que se puede convertir en cualquier momento. La clave es ser equilibrados. Cuando sos muy ofensivo, quedás expuesto para defender. Si al equipo le sumamos orden en el medio y en el fondo, vamos a dar que hablar.

-Asomó un pequeño sello académico. ¿Modificaron la visión que se tenía sobre ustedes? 
-Se veía a Racing como un equipo accesible hace tres campañas; esa mentalidad cambió en nosotros y en nuestros rivales.

-¿Qué varió?
-Creo que atravesamos distintos momentos dentro de un proceso de trabajo que empezó hace varios años y que Miguel intenta consolidar. Cada técnico puso su granito de arena para sacar adelante al club, y esto también depende mucho de los dirigentes que son los que contratan. El torneo anterior no tuvimos el mejor arranque, perdimos cuatros partidos seguidos, y la dirigencia apoyó a Miguel. Eso nos favoreció y ahí se vio nuestra mejor imagen, cuando mantuvimos un invicto de ocho partidos.

-Russo, ¿qué clase de entrenador es?
-Al irse Claudio Vivas, me tocó estar afuera varios partidos, y Miguel siempre me contuvo. Tiene una buena manera de dirigirse, de trabajar; por algo llegó tan lejos con Boca. Rescato cuando los técnicos te marcan más los defectos que las virtudes; y Miguel, por más que hagas un buen partido, goles, o seas figura, igual te dice qué te falta y los errores que cometiste.

CONOCE EL PREDIO de Ezeiza porque integró, más desde el banco que desde el once inicial, el seleccionado Sub 17 en 2005. Hoy, se ilusiona con el nuevo proceso que conduce Sergio Batista. “La Selección es el deseo de todo jugador. Si hago las cosas bien en Racing, puede llegar la chance. Primero, me tienen que convocar a la Selección local y luego uno se debe mostrar para quizás tener oportunidades de otras cosas. Si bien hay que estar mentalizado, veo lejos el Mundial de Brasil 2014”, explica.
 
No se peina con gomina, ni es un amante de la raya al costado. Utiliza Facebook, pero no se acopla a Twitter. Adeuda una materia del secundario, Computación, por “colgado”, según define. Su espejo era Gabriel Milito, cuando aún soñaba con ser futbolista. Su lado cordial no le quita seriedad. De buen porte, es un zaguero central de valía, expeditivo, rendidor, que clasifica en el fútbol de ayer y hoy, que tiene peso específico en las dos áreas, que todavía no explotó, que pinta para ser bueno en serio, que mantiene un andar subterráneo por más que es figura, que quiere crecer aún más en su club de la Argentina para luego pegar el salto; como se hacía antes. Algunos lo pinchan en broma con que tiene ciertos pincelazos de anticuado en su proceder. Sin embargo, se ríe; no le importa. Su madre, que batalló contra un maldito cáncer, lo ilumina desde el cielo. Matías Martínez lo sabe y avanza. El 34, la cabeza en la jerga de la timba, va a buscar para ganar otra vez en las alturas. Su sentimiento por triunfar no se quiebra; conserva ese fuego sagrado que necesita bañarse en gloria deportiva; un calco de lo que ocurría en un pretérito perfecto.

Por Darío Gurevich / Fotos: Jorge Dominelli