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Mi amigo el mafioso

El delantero rumano Adrian Mutu no para de hacer macanas. Después de sus escándalos con las drogas, videos comprometedores y peleas callejeras, está en la mira del Servicio Rumano de Información (SRI) por su vínculo con un mafioso.

Por Redacción EG ·

16 de febrero de 2011

Imagen MUTU, UN FENOMENO de hacer macanas. La última: se hizo amigo de un mafioso buscado por el Servicio Rumano de Investigación.
MUTU, UN FENOMENO de hacer macanas. La última: se hizo amigo de un mafioso buscado por el Servicio Rumano de Investigación.
Adrian Mutu podría escribir un libro para contar todas sus andanzas, excentricidades y conflictos. Cuando apenas comenzó a brillar en Italia parecía un señorito inglés: estudiaba abogacía, era seguidor de la poesía de Eminescu y tenía un matrimonio perfecto. Arribó al Chelsea y le llovieron los escándalos: cocaína, problemas con la policía, fiestas sexuales y videos pornográficos. Logró establecerse en la Fiorentina, donde tuvo otro caso de doping. Fue multado con 10 meses de suspensión, y en el último día de su castigo, le dio una brutal paliza a un camarero que atendía un bar en Florencia. Ahora, Mutu sumó una nueva: es íntimo amigo de un mafioso de Costanza.
El Servicio Rumano de Información (SRI) registró una conversación telefónica entre un delincuente de Costanza, llamado Nuredin Beinur y el futbolista. De las investigaciones surge que el hombre que es buscado por corrupción y sobornos, pagaría las deudas del jugador y usa su imagen, a cambio, de hacer dinero.
En una de las conversaciones telefónicas, Mutu se lamentaba por no haber pagado la cuenta en el restaurante de Beinur, quien lo disculpaba por el olvido. En la siguiente, discutían la posibilidad de hacer una entrevista en Turquía por la que el rumano recibiría 50.000 euros. EL SRI analizó las comunicaciones y asegura que existe una relación de años entre ellos de, al menos, dos o tres años.
Una carrera plagada de errores

Con un futuro prometedor, a los 19 años debutó en el Dynamo Bucarest. Luego pasó al Inter de Milán, donde jugó muy poco. Fue casi de regalo al Verona. Luego, lo compró el Parma y tuvo un gran año. Atrajo la atención de Claudio Ranieri, que lo pidió expresamente para el Chelsea. Recién llegado a Inglaterra, se convirtió en una de las figuras del equipo. Ganaba 90 mil euros semanales y era tapa de los medios británicos y rumanos.

Hasta allí, estaba todo perfecto. Pero José Mourinho venía notando que el delantero siempre estaba demasiado cansado y taciturno. Después de un mal partido ante el Aston Villa, un faltazo a la concentración y un viaje relámpago a Rumania, estaba claro que había algo raro en su comportamiento. Y lo confirmó con un control sorpresa: dio positivo por cocaína. El club inglés no quiso escuchar sus excusas y le rescindió el contrato. La Asociación del Fútbol de Inglaterra también fue severa,  y le puso una multa de 25 mil euros y lo suspendió por siete meses.
Mutu argumentó que había usado un producto para mejorar su rendimiento sexual. Seguramente, en esos encuentros que tuvo con la actriz porno Laura Andresan, que lo filmó -sin su consentimiento- mientras tenían relaciones. Para colmo, la ex Penthouse dijo que el futbolista tenía un comportamiento draculiano. Contó que en la habitación del hotel donde se reunieron, ella se había cortado accidentalmente en un dedo y que el jugador apenas vio la sangre, “se la empezó a chupar como un vampiro”. Pero esto no es todo, en ese fatídico 2004 también tuvo inconvenientes con la ley. Una madrugada, varias patrullas lo persiguieron por las calles de Bucarest, luego de que se escapara de un control. Le quitaron el registro por tres meses y le aconsejaron ver a un especialista mental.
Hasta ese año, Mutu era considerado un ídolo en su país. No sólo por su presente futbolístico, también era admirado por su matrimonio de ensueño con la presentadora de la televisión Alexandra Dinu. Con el escándalo del doping, llegó el divorcio. Ella lo denunció por agresión y la batalla legal por la custodia de su hijo, Mario, que quedó bajo la potestad de la madre.
Recaló en Juventus y cuando parecía que todo mejoraba, el club descendió por el conflicto de los partidos arreglados. En 2006, se asentó en la Fiorentina, donde consiguió el apoyo de los dirigentes y al cariño de los hinchas. En el plano amoroso también volvió a mejorar. Conoció a la modelo dominicana Consuelo Matos Gómez, hija del embajador de República Dominicana en el Vaticano, con quien tuvo dos hijas (Adriana y Maya). Sólo un excéntrico como él, podría prestarse a mostrar la vida privada de su familia en un reality show de la televisión de su país.
El 2008 también fue un año complicado para Mutu. En enero salió positivo por sibutramina, un producto que reduce el hambre, por lo que fue castigado con 10 meses de suspensión. En agosto, la Cámara de Resolución de Disputas de la FIFA ordenó al rumano a pagar 17 millones de euros al Chelsea, en concepto de daños y perjuicios, cuando el club de Abrahimovic había pagado 19 por su pase. Pero los problemas no iban a terminar allí. 
En octubre pasado, Mutu le dio un puñetazo en la cara y varias patadas a un camarero de un bar de Florencia. El damnificado, de origen yugoslavo, tuvo una fractura de tabique nasal y quedó con el rostro prácticamente destrozado. El incidente se originó a las cinco de la mañana cuando el empleado le pidió al jugador que pagara lo que había consumido y éste se negó alegando que tenía cuenta en el local. Ahí mismo, lo agarró a golpes. Después, pidió disculpas a medio mundo en una conferencia de prensa.

Así va Mutu por la vida, metiendo la pata a cada paso y dándole nuevos motivos a la prensa para hablar de él.

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