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Ramón Falcon

Sabiendo que su segundo ciclo en San Lorenzo no tendría el glamour del primero, que culminó en vuelta olímpica, el técnico riojano, con su sesgo histriónico, usó un rótulo bien fierrero para potenciar el proyecto. De eso, y mucho más, habló fiel a su estilo.

Por Redacción EG ·

20 de diciembre de 2010
Nota publicada en la edición octubre 2010 de la revista El Gráfico.

Imagen PRIMER PLANO del hombre que cautiva a los pobladores del Gasómetro. El cariño no va a boxes.
PRIMER PLANO del hombre que cautiva a los pobladores del Gasómetro. El cariño no va a boxes.
ES EL DUEÑO de la escena. Como un primer actor de raza que domina el escenario desde el principio hasta el final de la trama. Nunca pasará inadvertido porque su personalidad lo ha convertido en personaje. Lo fue en River, donde ganó todo como entrenador luego de dos etapas como jugador en las que también se destacó y tuvo la oportunidad de dar varias vueltas olímpicas. Lo es en San Lorenzo, a partir de haber logrado el Clausura 07 y estar embarcado en un nuevo proyecto con otro libreto, pero con la misma convicción de llegar al último acto rodeado de aplausos.

Fiel a su estilo, Ramón (Díaz, claro, ¿cuál otro si no?) se tomó su tiempo para la entrevista. No quería ingresar en el facilismo de asegurar algo que por ahí no podría cumplir. Apenas llegó para comenzar el nuevo ciclo en el club de Boedo, fue tajante en la respuesta, a pesar de decirlo con una sonrisa: “Más adelante, quiero darle forma al trabajo, faltan cosas, no es hora de hablar todavía”.

Luego de la pretemporada, apenas comenzado el Apertura, con mucho sentido del humor le dio otro color a la rutina: “Este San Lorenzo es un Falcon”. Un pie a la medida de la voracidad periodística, un rótulo para ponerle sal y pimienta a la relación diaria con los grabadores, los micrófonos y las cámaras. 

CUATRO meses después del primer contacto con El Gráfico en el mismo Gasómetro, con un estado de ánimo diferente y con el “auto” ya en condiciones de hacer al menos una buena carrera, el riojano se dispuso a un diálogo ramoniano de pe a pa.

-¿Lo del Falcon fue un ironía, un estímulo o una cobertura por las dudas?
-Fue algo espontáneo, para anteponerlo al anterior ciclo mío en San Lorenzo cuando se decía que manejábamos una Ferrari. Era una comparación para dar el ejemplo de que los tiempos cambian y que todo puede ser diferente. Además, el Falcon es noble, no te deja nunca y en cualquier terreno. Yo tuve dos, un auto extraordinario. También creo que a los muchachos les sirvió como un incentivo, pero también lo fue el hecho de que supieran y aceptaran qué era lo que queríamos para el equipo y que confiábamos en ellos para la competencia. También yo creo que San Lorenzo le cabe justo a la característica de un Falcon: es combativo, gusta de pelear contra la adversidad y no achicarse jamás. Es un grande donde naturalmente, armes el equipo que armes te van a pedir campeonatos, pero también entrega, sacrificio, lucha. Y en eso estamos, muy satisfechos por cómo se dio el arranque esta temporada.

-¿Por qué te aferraste a la línea de tres?
-Muchos tenían dudas sobre esa disposición defensiva, pero lo analicé muy bien; en realidad, lo analizamos junto con Sebastián (Rambert) y llegamos a la conclusión de que Meza y Bottinelli son grandes marcadores, cabecean muy bien y van a todas. A ellos les agregamos la cuota de experiencia con Tula y toda su personalidad y capacidad de comando. A Rivero ya lo teníamos como carrilero para reforzar por la derecha, Aureliano Torres estaba renovando el contrato y era una pieza importante por el otro lado, y además trajimos a Placente para tener todo el espectro defensivo cubierto. Compensamos el sistema con las características de los jugadores y realmente quedamos muy conformes con la decisión.

-¿Cuáles son las diferencias entre este San Lorenzo y el de 2007?
-Más allá de los jugadores, que en su gran mayoría no son los mismos, esta vez arrancamos igual, con situaciones complicadas muy parecidas. Antes de asumir, hace tres años, había jugadores que se peleaban con la gente y mucho malestar porque los resultados no se daban; ahora pasaba casi lo mismo porque la campaña anterior no fue para nada buena. Pero yo nunca asumo el cargo con un equipo armado, siempre tengo que ir pieza por pieza para ir formando un plantel. Y no me preocupa porque es algo que me gusta, mover las piezas es todo un desafío y lo tomo con pasión.

-Generalmente preferís traer jugadores de River, ¿es porque los conocés más o para molestar un poco a tu ex club?
-No, nunca pienso en generar nada en contra de River; sí apunto a los jugadores que conozco, porque confío en ellos. Por ejemplo, ahora traje a Guillermo Pereyra y a Placente. Los dos están en una etapa de su vida profesional en que juegan para ganar, tienen mucha personalidad, no les temen ni a las presiones de la tribuna ni a los estadios llenos. Para mí son elementos muy importantes para un equipo que tiene aspiraciones de ser campeón.

Imagen LA CARA Y EL GESTO típico del hombre que suele ser una atracción especial para las cámaras. Frente a Racing, todo un show. Y festejó.
LA CARA Y EL GESTO típico del hombre que suele ser una atracción especial para las cámaras. Frente a Racing, todo un show. Y festejó.
AL PAN, PAN...

-Romagnoli era una solución y en algunos momentos parece ser un problema. ¿Cuál es tu visión?
-Para nosotros estando bien es una solución, sin ninguna duda. Estamos manejando lo físico y lo futbolístico para que él esté bien. Es lógico que siempre quiera jugar, pero el tema es cómo le responde la rodilla.  Es un jugador de gran categoría, tiene un manejo estupendo; insisto: el único problema es cuando se cae en lo físico. Lo bueno, también debo destacarlo, es que sirve de ejemplo para los más jóvenes como el Pulpito González que es un Sub 18 con mucho futuro y al que vamos llevando despacio. El espejo del Pipi le viene muy bien, igual que el respaldo de los otros compañeros más experimentados que le van enseñando a ser cada día más responsable y profesional. Todo suma.

-Albil llegó por la necesidad de un suplente ¿o lo pediste para torear a Migliore?
-Lo trajimos sin ninguna especulación, porque pienso que tener un solo arquero competitivo no alcanza; es muy difícil que tengas a uno siempre listo para afrontar todo un campeonato. La competencia  entre dos me gusta para que se presionen y pueda jugar el que está mejor. Con Albil acertamos, es un jugador de categoría, y tengo que reconocer que Savino y su gente se preocuparon por conseguirlo. Habíamos hablado también por el arquero de Godoy Cruz, Ibáñez; pero bueno, por suerte se pudo arreglar todo con Estudiantes y lo incorporamos. Lo teníamos tan previsto en el plan de trabajo que, por la lesión de Migliore, Albil llegó un miércoles y tuvo que jugar el domingo casi sin tiempo de preparación y de conocimiento con los compañeros. Una vez más tuvimos razón, pero es una cuestión de previsión. Eso sí, tenemos dos arqueros bárbaros.

-Si es por suma de puntos, la Copa Libertadores está muy lejos, ¿te ves dando la vuelta olímpica para volver a jugarla?
-Tengo claro que hay que ganar el campeonato que es duro, complicado, pero sinceramente le pongo fichas al equipo. Me impulsa el hecho de que en los útlimos años los equipos grandes no han tenido demasiada supremacía, se han metido en la pelea muy buenos equipos como Lanús y Banfield. Tenemos experiencia, sabemos cómo luchar e intentamos jugar igual, tanto de local como de visitantes; tomamos algunos recaudos, pero confiamos en la capacidad de los jugdores que se han adaptado bien al sistema. La fuerza de este San Lorenzo está en la parte defensiva. Trabajamos bien atrás y en la mitad de la cancha y estamos logrando un buen rendimiento de Menseguez y Balsas quienes, además de haber hecho goles y buscarlos siempre, no tienen problemas en sacrificarse tirándose unos metros más atrás de su posición.

-¿Traerías a D’Alessandro otra vez si se da lo de la Copa? ¿tuviste algún problema con él?
-No tengo ningún problema; es más, me llamó por teléfono y vino a saludarnos  acá, igual que Bergessio. La mayoría de los jugadores que estuvieron conmigo quieren volver para que yo los dirija; el problema con Andrés y con otros jugadores de renombre es económico. Todo pasa por la plata, no por  el gusto futbolístico. Además, hay elecciones y habrá que ver qué pasa a fin de año. Son momentos, y habrá que ver cómo se reordena el futuro.

-Hablando de las elecciones y de un club politizado como San Lorenzo, ¿te llevás bien con todas las fracciones que irán a las urnas?, ¿si no gana el oficialismo, vas a seguir?
-En realidad, a mí me trajeron Savino y su gente a quienes conozco muy bien y sé el gran trabajo que hicieron y hacen por el club. Todos saben que tengo una gran relación con Rafael. A los otros dirigentes los conozco, pero no tengo un trato fluido. Lo mío no es a nivel institucional, ojalá pueda seguir la gente de Savino, pero ese es un tema que está al margen de mi vínculo actual y de mi tarea profesional. Llegado el momento, se verá.

-Volviendo un poco al pasado, ¿qué pasó con Orión?, ¿te enojaste mal?
-Le di la chance de ser protagonista y es uno de los pocos casos de jugadores que no reconoció lo que hicimos por él. Uno, en la función de entrenador tiene que potenciar a sus futbolistas, pero si hay alguno que no lo reconoce como fue su caso, hay que seguir para adelante. Es como en la vida, tenés una sola manera de ser y si no, que cada cual siga su camino. Yo lo hablé con él en su momento y después no lo vi nunca más.

-¿Y con Tinelli?
-Todo bien. Lo que pasó fue que, al llegar yo al club en mayo, ya no estaba más vinculado a San Lorenzo: se había ido para dedicarse a lo suyo. Hace mucho que no lo veo, pero no hay problema y puedo saludarlo si nos llegamos a encontrar.

-A él no le gustó que, en tu anterior ciclo, hayas traído a tus hijos y en especial a Emiliano, sobre todo cuando lo pusiste aquella tarde en la cancha de Argentinos, ¿volverías a poner a Emiliano en tu equipo?
-Son momentos y aquel fue muy especial, los momentos pasan y nada es igual a lo que ocurrió antes. Emiliano está ahora jugando en Paraguay y le va muy bien. Tanto él como yo ahora estamos en diferentes cosas, pero insisto: son otros momentos y también otras las circunstancias.

Imagen ATENTO a todos los detalles, Ramón vive cada partido de una manera especial. El plantel le reconoce su capacidad y el Falcon suma rodaje.
ATENTO a todos los detalles, Ramón vive cada partido de una manera especial. El plantel le reconoce su capacidad y el Falcon suma rodaje.
DE BOCA Y OTROS TEMAS

-Instalaste casi una mística de jugar en la Bombonera y ganar, algo que al principio no te ocurría, ¿qué cambió?
-Muchas veces jugábamos bien con mis equipos de River, por ejemplo, y por ahí perdíamos. Son etapas que uno va superando, pero aprendiendo de cada cosa que ocurre. No es fácil jugar en la cancha de Boca, pero la experiencia te va dando argumentos para ir superando esos posibles escollos y finalmente te podés convertir en un dominador de las situaciones. Aprendimos a jugar allí. Y esta última vez con San Lorenzo, yo fui convencido de que podíamos ganar, por cómo estaban ellos y cómo nosotros llegábamos a enfrentarlos. Afortunadamente, se dio tal como lo pensamos. Y algo importante para destacar: por primera vez, la gente de Boca no me insultó.

-A propósito, ¿serías técnico xeneize?
-No, lo dije antes y lo mantengo ahora. Hay cosas que no se deben hacer; podés ir cambiando de clubes para dirigir, pero si estás identificado con River no podés sentarte en el banco de Boca. Es algo folclórico que debe mantenerse. No creo que tampoco la gente de Boca quisiera verme a mí como técnico, aunque sí pienso que me respetan como yo los respeto a ellos. Boca, igual que River, son grandes clubes, qué sería del fútbol nuestro sin ellos. Por eso mismo hay que mantener las formas.

-Antes de las elecciones en River, te reuniste con Passarella y parecía que ibas a ser el candidato para dirigir otra vez a la Banda, ¿qué pasó?
-Sí, lo de la reunión es cierto, estuvimos hablando bastante; pero con respecto a la dirección técnica, se optó por otras alternativas que no me parecen mal, todo lo contrario. No estoy enemistado con él, por más que se haya decidido por otra persona. No, no creo que haya pensado en que por ahí mi presencia podía opacarlo en su gestión. El es el presidente, llegó al cargo más alto, ¿en qué puede influir un técnico? Yo creo que en nada. Los logros son de todos, no solamente del entrenador. Por ejemplo, acá en San Lorenzo, si no estuviera Savino las cosas serían muy diferentes.

-¿Y con Aguilar, qué onda?
-No lo vi más, ¿está en la Argentina? (irónico). No, yo no tuve problemas con él; él tuvo problemas con todos los demás, con la gente, con el club. No sé dónde está ni qué hace, pero no me interesa saberlo. Para que te sepan valorar, es necesario portarse bien. Eso, para algunos, es fácil; y para otros, muy difícil.

-Como ves el fútbol hoy, ¿hay un 9 de tu estilo, por ejemplo?
-Los jóvenes se van muy rápido y las necesidades de los clubes hacen que se complique el panorama. Te doy este ejemplo que es el primero que se me viene a la cabeza: Independiente tenía a Silvera, Gandín, Ismael Sosa y Leonel Núñez. Por necesidad, se desprendió de tres de los cuatro delanteros y desarmó lo que estaba armadito. Estudiantes también tuvo que vender a Boselli, se resuelve lo económico, y lo futbolístico cuesta reacomodarlo. En San Lorenzo, además de los uruguayos Balsas y Alfaro estamos trabajando con Gonzalo Rovira y también con Nahuel Benítez, goleador en todas las divisiones Inferiores. Pero recién están creciendo, por las exigencias del equipo necesitan tiempo, pero creo que pueden ser el futuro, si es que no se van antes, claro.

-Protagonizaste un 2-2 histórico con San Lorenzo en el Monumental por la Copa Libertadores, ¿lo disfrutaste como una hazaña o por tu raigambre millonaria tuviste una sensación extraña...?
-Fue muy lindo e inolvidable para la gente de San Lorenzo, yo lo viví intensamente porque a nivel deportivo es difícil ir perdiendo y con dos hombres menos llegar a ese resultado, y por un torneo tan importante como la Libertadores que permitió pasar de ronda. Además, siempre está en juego la rivalidad. Lo que sí reconozco que me sorprendió y me dio cierta cosa fue ver por la ventana del vestuario casi todo el estadio callado, en silencio. Seguro que a todos les dolió mucho ese partido. Fue un golpe duro.

-¿Amigos en el fútbol?
-Muchos. Por ejemplo, Rambert, Escudero, que hoy son ayudantes míos; compartimos muchas cosas con las familias y no solo hablamos de fútbol.

-¿Y enemigos?
-No, al menos que yo sepa. Es muy feo tener enemigos, algún cruce con alguien puede ser, por diferentes criterios. Nosotros los argentinos somos de no coincidir mucho con el otro, pero de ahí a tener enemigos en todo el sentido de la palabra, no.

-¿Te ves con Maradona?
-Hace mucho que no lo veo ni hablamos, pero está todo bien, al menos de mi lado, no hay ningún inconveniente con Diego.

-¿Y con Menem?
-Fui a su cumpleaños el año pasado en La Rioja, un hombre muy respetuoso, muy querido y odiado a la vez, fruto de formar parte de la política. Hizo muchas cosas por el país  y sigue siendo el riojano más famoso (sonrisa pícara).

-Tenés campos en Entre Ríos, ¿sos productor?
-Es una provincia muy agrícola y también ganadera, sé que hay mucha exportación, pero lo mío es un lugar para descansar. Tengo una chacra que me da mucha paz, allí las presiones se diluyen y se puede disfrutar de la naturaleza y del aire libre. ¿Si cazo? No, no gasto ni un tirito.

-Volviendo al planeta San Lorenzo, en el anterior ciclo prometiste un auto, si se da el título en esta etapa, ¿qué tenés pensado como premio?, ¿un Falcon?
-Todavía no es el momento de prometer nada, pero más adelante vamos a hacer algo grande si estamos peleando bien arriba.

Fiel a su estilo de conducción, Ramón Díaz nunca resigna el primer plano. Puede manejar una Ferrari o un Falcon, pero jamás se quedará en la banquina. Por eso está de nuevo en la ruta, dispuesto a dar batalla hasta el final con la escudería azulgrana.

TÉCNICAMENTE, UN TALISMÁN
SU DEBUT COMO ENTRENADOR, tal como había sido como futbolista, fue en River, en 1995, apenas decidió dejar los botines en el guardarropa. De manera auspiciosa, logró el Apertura 1996, repitió en el Clausura 97 y también ganó el Apertura de ese año. Luego encadenó el Apertura 99 y el Clausura 2002. Por si fueran poco esos cinco títulos locales, con la Banda Roja conquistó, además, la Copa Libertadores en 1996 y la Supercopa Sudamericana en 1997.

Para darle más lustre a su chapa de director técnico exitoso, desembarcó en San Lorenzo, en diciembre de 2006 y seis meses después celebraba la obtención del Clausura 07.

Por Carlos Rodríguez Musso / Fotos: Alejandro del Bosco y Emiliano Lasalvia