Las Entrevistas de El Gráfico

Luis Islas, en primera persona

Debutó en primera con 15 años. Fue campeón del mundo con la Selección en 1986 y festejó tres títulos en seis meses con Independiente. A los 45, revela intimidades de su extensa trayectoria.

Por Redacción EG ·

17 de noviembre de 2010

Nota publicada en la edición octubre 2010 de la revista El Gráfico.

Imagen TECNICO obsesivo, Luis estudia todo lo que ocurre en los torneos, básicamente con el rendimiento de los jugadores. Fútbol-pasión.
TECNICO obsesivo, Luis estudia todo lo que ocurre en los torneos, básicamente con el rendimiento de los jugadores. Fútbol-pasión.
SONO EL DESPERTADOR. Terminé como arquero, jugando, pero me daba cuenta que el técnico se habia devorado al jugador. En los papeles ya lo era porque había hecho el curso, pero  ya me sentía entrenador porque empezaba a replantear cosas que el DT hacía. La devoción que tenía por dirigir ya superaba a las ganas de jugar. Oficialmente empecé a dirigir en Aurora de Bolivia, después Almagro, otra vez Aurora y después de alguna cosita muy fugaz me sumé al equipo de Américo Gallego.

NO IMPROVISAR. Cuando me recibí de técnico, viajé mucho por España y también por México donde me vinculé con Meza, que entrenaba al Toluca y sabía muchísimo. También hablé con Bilardo y con Basile; y no pude hacerlo con Pastoriza, por su muerte. Me preparé en serio, no me gusta improvisar. Y por supuesto que el Tolo fue y es mi gran consultor. Hablamos todos los días , salimos a caminar juntos y tenemos temas de sobra para conversar. Cuando él hizo la pretemporada en Necochea, con el Toluca, también tuve oportunidad de hablar largo y tendido. Tanto es así que yo mismo me preocupé de que el Tolo llegara  por segunda vez a Independiente –claro que no estaba Menotti– para ser el técnico. Después él me preguntó si quería ser su ayudante y le contesté que para mí era un placer y un orgullo trabajar a su lado. Es más, como segundo, solo estaría con él. Somos dos técnicos que compartimos la metodología de trabajo.  En verdad nos  fue muy bien, por eso no entendí nuestra salida del club. Por eso no íbamos a volver así nomás.

NO AFERRARSE AL BANCO. Por más contrato que tenga, no soy de los que creen que hay que atornillarse al asiento de entrenador. Entiendo que dependemos claramente de los resultados y es casi lógico que así sea porque el club te contrata  por un proyecto, lo aprueba, te da el apoyo y avala los gustos futbolísticos. Por eso hay que dar muestras en la cancha de lo que planificás. Y no digo que a las cuatro o cinco fechas, pero si pasaron nueve, por ejemplo, y no lograste revertir la situación, te tenés que ir. A mí no me da quedarme, yo siempre dejo las puertas abiertas.

DESDE LA CUNA. Nací arquero y además insisto en que para mí, arquero se nace. Jugaba al papi-fútbol en Coronel Mom de San Martín, aunque yo era de Caseros. Un día voy a probarme a Argentinos Juniors en el complejo Las Malvinas, a metros de la estación Arata del Ferrocarril Urquiza. Me hicieron esperar más de una hora en un día de lluvia y me pusieron un rato, cuando vi que el arco eran dos piedras me quise morir. No se podía entrenar en la cancha, y entonces dije que ahí no me iba a quedar, si no tenían ni arcos. Por eso después llegué a Chacarita, donde trabajaba el maestro Ernesto Duchini. Hice 10 partidos en Novena y a los seis meses estaba en Cuarta, jugué 10 o 15 partidos en Tercera y luego de 4 partidos en el banco debuté en Primera con 15 años, a punto de cumplir 16. Fue contra Banfield, en 1982. El técnico de ellos era el Bambino Veira. Un grande. Les gritaba a sus volantes y delanteros “patéenle de cualquier lado a ese pibe que tiene 15 años, cómo no le van a hacer un gol”. Otra, yo estaba en el  arco de Chaca el día que San Lorenzo subía a Primera en la cancha de River. Era un pibe y  jugaba contra tipos de 30 años. Pero nunca arrugué, era mi personalidad.

LA HERENCIA. Mi papá atajó en Huracán, yo veía mucho las fotos de él en acción. Es de la edad del Coco Basile, jugó hasta los 21 años, básicamente en Reserva, hasta que se casó. Por eso, mi cariño también por el Globo, además de haber atajado en el club. Buenos recuerdos, como los que tengo de todos los otros equipos en que me tocó jugar como Estudiantes de La Plata, Talleres de Córdoba, Atlético Madrid, el Logroñes, Toluca y el León de México. Pero mi afecto por Independiente es único, allí cumplí cuatro ciclos, tres como jugador y uno como técnico. Por eso, el amor que siento por el club, y especialmente por los hinchas, es indescriptible. Ellos me dieron todo su cariño. Contra Estudiantes, ya en la tercera etapa, me ovacionaron por más de dos minutos, me puse a llorar como un chico y ya tenía 34 años.  Independiente es, para mí, su historia, la camiseta roja y el hincha.

NO MIRAR ATRAS. Empecé muy joven a jugar y siempre miré hacia adelante. Hoy como técnico me pasa lo mismo, lo vivo igual. Me pongo desafíos, siempre en positivo, motivarse con lo que vendrá es una forma de estar vivo, pienso que lo que voy a hacer es lo mejor. Los logros, sobre todo de los títulos, claro, siempre están en un lugar del corazón y de la cabeza. Sobre todo porque en Independiente en la temporada 94/ 95 ganamos el campeonato local, la Supercopa a Boca y la Recopa a Vélez en Japón. Fueron tres títulos en seis meses. Y también me marcó mucho el Mundial del 86, sentirte campeón del mundo es fantástico, algo muy lindo, tanto como el mundial juvenil que disputé en el 83; para todos los pibes era como un certamen de mayores, para mí al menos fue igual de importante. Atajé muy bien y recuerdo que uno de los goles me lo marcó Van Basten, que obviamente era un desconocido, pero ya se veía que el holandés iba a ser un extraordinario jugador a nivel mundial.

EL VALOR DE LA AMISTAD. Hace un par de horas me llamó por telefóno Franco Navarro, el peruano ¿te acordás?, también hablo seguido con Villarreal (José Luis) que está trabajando en Belgrano de Córdoba, un fenómeno Villita. Otros con los que me conecto son el Pepo Morales y el coloradito Vieta. Son las amistades que uno va haciendo en el fútbol a través de los años; y a medida que pasa el tiempo se refuerzan. Lo que suele pasar es que varios muchachos se van lejos, tienen otras obligaciones y eso genera que no los veas más, pero igual siempre los recordás. ¿Enemigos? No, lo más sagrado que tiene el fútbol, lo repito a cada momento, es el jugador, yo me saco el sombrero por el jugador y ahora que estoy del otro lado, mucho más. Cuando el jugador se compromete es muy fiel. Te cuento algo que lo grafica muy bien. El día que me fui de Almagro después de nueve fechas (perdimos justo en la novena el primer partido, tras haberle ganado a Olimpo en Bahía Blancaj) fue porque al caer ante Atlético Rafaela le pegaron un piedrazo en la cabeza al arquero Tauber y le dije al presidente que así no seguía, que era una barbaridad agredir de esa manera por un partido. Renuncié al otro día y estuvimos 45 minutos para irnos del club, el plantel no nos dejaba. Avanzábamos veinte metros y los jugadores nos paraban, pidiéndonos que siguiéramos al frente del equipo.

RECONOCIMIENTO. Como jugador aprecié mucho al Coco Basile, al Pato Pastoriza (que en paz descanse) y a Carlos Bilardo. Cada uno con su estilo, con su forma de encarar el trabajo, pero de gran capacidad todos. Recuerdo que cuando me vuelve a llamar para la Selección, el Coco me dijo en la oficina de su representante: “Pibe, conmigo juega el mejor”. No me dijo juega el otro, Goyco, o yo, me aclaró que no había privilegios y eso me pareció bárbaro, me dio la pauta de un tipo íntegro que valoraba el rendimiento de los jugadores. No se casaba con nadie y eso es vital para la relación entre el técnico y los jugadores.

Imagen ISLAS defendiendo el arco Pincha frente a Boca, en una de sus buenas épocas. "Yo salía solo si estaba seguro de ganar en lo alto", reconoce a modo de recuerdo y también de consejo para los arqueros de hoy.
ISLAS defendiendo el arco Pincha frente a Boca, en una de sus buenas épocas. "Yo salía solo si estaba seguro de ganar en lo alto", reconoce a modo de recuerdo y también de consejo para los arqueros de hoy.
AQUELLA BOLA MALDITA. El gol de arco a arco que me hizo Francovig, hoy lo tengo como una anécdota cómica, pero durante mucho tiempo fue una pesadilla. Con Independiente jugábamos contra el Táchira, en Venezuela. Era en una cancha chica, muy chica,  se desató una tormenta y había un viento terrible. En medio de todas esas cosas raras, el arquero saca desde el arco con el pie y la pelota va a picar en la línea del área grande, y ahí le grito a Villaverde “Dejala pasar”, él la deja picar y en eso el viento levantó la bola a cinco metros, imposible agarrarla, y eso que yo, que mido dos metros, estaba en el punto del penal; si no hubiera sido por el vendaval, seguro que la atajaba. Tenía una bronca bárbara y le dije al árbitro que no lo cobrara, que no valía un gol así. Claro, cómo iba a valer. Una cosa rarísima, acá en la revancha, les ganamos 5-0, pero Francovig se había hecho famoso y creo que después lo compró Deportivo Armenio. Durante un tiempo aquel gol fue como un palazo en la cabeza, pero sigo pensando que no fue error mío, yo creo que es más error cuando uno sale y le erra a la pelota. Si yo salía era para ganar; si no, me quedaba en el arco.

TRABAJO Y SOLIDARIDAD. A un arquero de 27 años ya no le podés decir nada más, sabe o no sabe y ya está. Para trabajar arqueros también tenés que saber cómo hacerlo. En Independiente se dio porque hubo un buen laburo, a Pepé no lo vi, pero le reconozco sus méritos porque además fue un gran guardavallas. Pero también hay que valorar mucho el trabajo que se hizo en las Inferiores en general.  Hoy esas divisiones de Independiente son un lujo. El Nene Magán, uno de los responsables, se portó de una manera excelente, fue muy solidario. Yo le decía necesito tal o cual jugador o tal equipo para entrenar y él lo armaba sin ningún egoísmo.

LOS PROYECTOS. Nosotros subimos a Primera a Julián Velázquez, a Galeano, a Mazzola, entre otros; por eso, cuando se hablaba de un nuevo proyecto con gente hecha en el club, con el Tolo nos preguntábamos: ¿y el nuestro no era un proyecto con jóvenes? Además,  Gabbarini y Galeano jugaron en la Selección. Después fueron a buscar dos “cinco” a Colón y Banfield y un “tres” a Lanús, y no es que ponga en duda  la calidad de los jugadores, el tema es que eso se antepuso al mentado proyecto de los pibes.

FUTBOL, NADA MAS. Lo mío es fútbol aun cuando no trabajo; si me dicen vamos a poner una pizzería o un almacén, digo que no. Mi reflexión es que dentro de tres, cuatro o cinco fechas no sabés qué puede pasar, en una de esas te llaman de un club y tenés que estar preparado. Yo tengo todo estudiado, el campeonato, los jugadores, los cambios, los resultados. Veo todos los videos que puedo, las pelotas paradas, la manera de ubicarse de los defensores, cómo atacan los equipos. En una habitación de mi casa tengo una oficina preparada para ver y analizar fútbol. Me apasiona.

EL GPS LISTO. Si tengo que ir a Turquía o a cualquier lugar del mundo, voy. Tuvimos ofertas del fútbol turco y yo le dije al Tolo “Por mí, nos vamos nadando”. No hay mapa que se me oponga porque como jugador o como técnico, la familia siempre está y me sigue a todos lados. A Bolivia me fui dos veces, y hasta cambiamos de colegio a las nenas. No podemos estar mucho tiempo separados: yo voy, miro; y después los llevo a todos.

HABLANDO DE MARADONA. Yo creo que Diego estaba preparado para ser técnico de la Selección, seguro. Si mañana me dicen “Islas hágase cargo de la Selección” agarro, estoy en condiciones de asumir la responsabilidad, aun cuando reconozca que hay otros técnicos de gran capacidad. Esto es fútbol, y Maradona y yo llevamos 30 años en el fútbol, y conocemos del tema táctico, de los climas de tensión, del trabajo y cómo se manejan los grupos. ¿Qué le vas a decir a Diego? ¿que no tiene experiencia?, le podrás criticar si planteó bien o mal los partidos, pero experiencia le sobra, tanto como a Beckenbauer, por ponerte otro ejemplo mundial. Yo hablé y hablo con Maradona, pero no para sacarme una foto y aparecer junto a él, sino para darle mi apoyo.

LA RELACION CON ARZENO. Sí, es verdad: se había tejido una historia que ponía en duda la sexualidad de los dos. Me afectó mucho en su momento, pero después dije ya está, pasó a la historia. Yo me casé dos veces, tengo cuatro hijas y el Polaco era de levantarse todas las minas que podía y hasta anduvo con la Padrón que era apetecida por todos. Ocurre que en esa época todo caía más fuerte, era mucho peor que ahora, y como  siempre hay un mala leche, que ante algún problemita aprovecha para prender fuego. En este caso, no sé si era en Independiente o en el periodismo, pero jodía, claro que jodía, pero fue en ese momento; después, listo, qué les vas a estar explicando a todos.

SENTIRSE SEGURO. Estoy afincado en San Isidro, un lugar que me gusta mucho, dentro de todo es más seguro; si es que hoy, con todo lo que pasa, se puede afirmar algo así. Y yo sé bien lo que es sufrir la inseguridad en carne propia, porque nos robaron dos o tres veces y en uno de esos hechos le pegaron un tiro a mi hermano Pablito, en la quinta donde vivíamos. Eso te deja marcado para siempre.

Imagen TODO ROJO. Su hija Dafne, de 12 años, es fana de Independiente y le está armando a papá Islas una suerte de museo bien futbolero. Camisetas autografiadas, una de las joyas de la nena.
TODO ROJO. Su hija Dafne, de 12 años, es fana de Independiente y le está armando a papá Islas una suerte de museo bien futbolero. Camisetas autografiadas, una de las joyas de la nena.
ARRIESGARSE POR EL PROJIMO. En Salta, en la última pretemporada con el Tolo Gallego, teníamos que sacar ropa de Puma y fuimos a un shopping. De pronto, por el otro lado de la avenida, sentimos que una mujer gritaba porque le estaban robando. Eran dos chorros en moto, el acompañante le manotea el bolso que llevaba y de pronto el que manejaba hace una mala maniobra, se cae y sale corriendo y el otro se nos viene encima a nosotros. El Tolo le grita “hijo de puta” y yo empiezo a correrlo más de doscientos metros, luego de ver que no estaba armado; cuando se cansó, lo alcancé y le metí un piñazo. El asunto es que a la mujer no le pasó nada y también recuperó la plata que llevaba. A la tarde vino a vernos al hotel para agradecernos, los 30.000 pesos que le querían afanar ella los tenía destinados a un comedor para pibes carenciados.

CON LOS GUANTES PUESTOS.  Me gusta mucho el tenis, lo juego y lo veo por televisión. Pero también hace seis años que practico kick boxing y también hago boxeo en el gimnasio del Karateca Medina que me queda cerca, sobre la avenida Fleming, más o menos a diez cuadras. Es una linda actividad, me distrae y me mantiene en forma.

CHARLA PENDIENTE. Con Carlos Bianchi me hubiese gustado hablar, pero no pude a pesar de la buena relación que tengo con su hijo Mauro, no se dio. Es de esos técnicos que saben mucho y lo explican muy bien; yo lo observé bastante, pero me hubiera encantado tener varias charlas con él. Recuerdo que una vez, en Boca se habían peleado el Chipi Barijho y el Pipa Estévez; y él no negó el tema, pero le puso punto final hablando con los dos y dando por terminado el incidente. Un ejemplo de conducción.

MORIR POR... el choripán, el de la cancha, también por los panchos, pero muero en serio porque el hígado sufre y debo cuidarme. Alguna vez puede ser, pero sin dejarse tentar más de la cuenta. En general como sano y lo que cocina mi señora, pastas, algún guisito, milanesas, pero todo tranqui.

EL CINE Y LOS LIBROS. Como uno está todo el día hablando del fútbol, llega el momento en que hay que despejarse un poco y abrir la cabeza a otras cosas. Para eso tengo el cine con películas de terror y comedias. También me gusta leer, pero en general libros de autoayuda y de psicología, yo creo que la psicología es de ayuda imprescindible para el ser humano en general, y para los técnicos de fútbol, en particular.

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JUGAR EN CONTRA. Es raro jugar contra un hermano, pero si está enfrente para pelear por el descenso es más complicado todavía. A mí me pasó con Pablito, el delantero. El jugaba para Unión de Santa Fe y yo para Talleres de Córdoba. “Te vas al descenso gordo”, le tiraba y él me respondía con un insulto. Yo, y creo que él también, pensaba justo en este momento me toca enfrentar a mi hermanito. Pero bueno al final es fútbol y uno piensa en el equipo que está defendiendo y se entrega al máximo sin pensar en otra cosa. Al final, descendió Unión, pero lo dos dimos lo mejor en beneficio del club cuya camiseta vestimos.

LA FAMILIA UNIDA. Tengo dos mujeres ya grandes de mi primer matrimonio, 18 y 16 años, y la más chica de mi segunda unión (que ya lleva 16 años), Kenita, de 4 meses, hermanita de Dafne, de 12 años, que nació en México y me vuelve loco porque es muy fanática de Independiente, tanto que cuando nos fuimos del club con el Tolo, ella quería hablar con Comparada, el presidente, para pedirle explicaciones. Con mi primera mujer tengo una relación normal, las chicas estudiaron y viven con la madre en Quilmes. La familia es fundamental, no tanto como jugador, cuando podés analizar más los errores y las virtudes, pero sí ahora como técnico. Llego a mi casa, ganando o empatando, porque el tercer resultado ni lo nombro, y me plancho. Distendido totalmente, solo recibo afecto, llego a mi casa, ganando o empatando, el otro resultado ni lo nombro, llego a mi casa y me plancho, mi señora, Ana, no entiende nada de futbol y la chiquitita no habla.

 

UN GOLPE DURISIMO. Aquel choque con Pajurek, de Racing de Córdoba, en la cancha de Independiente, fue tremendo y por la doble fractura de tibia y peroné que me produjo pensé que no volvería a jugar. También me dolió que el tipo nunca me haya llamado ni para preguntarme cómo estaba. Una vez me lo crucé en un shopping de Córdoba cuando yo estaba en Talleres y nos saludamos fríamente, pero ya había pasado demasiado tiempo y no valía la pena revolver la basura. Nunca había parado de jugar salvo aquella vez que estuve seis meses sin tocar una pelota. Al principio estaba muy triste y preocupado, pero el doctor Fernández Schnoor, un fenómeno, me dijo que me quedara tranquilo que iba a volver. “En seis meses y medio estás en el arco de nuevo”, me aseguró.  Y la verdad que acertó, todavía tengo los clavos que él me puso en la pierna. Volví medio rengo, pero al año ya estaba en gran forma y atajando sin problemas. Al principio tenía cierto temor, pero después de los primeros pelotazos gané en confianza y no paré más. Eso sí, nunca olvidaré aquel choque y el verme la pierna colgando, cómo no iba a pensar que se me había acabado la carrera. Por suerte y por la garra que le puse, ese fue un capítulo dramático y nada más.

NO VIVO DE LO QUE HICE. Siempre le apunto a lo que está por venir, me preparo para conseguir cosas nuevas, así pensaba como jugador y así me muevo como técnico. No sirve de nada sentarse en los laureles, lo que pasó puede ser muy lindo pero ya fue, hay que construir el futuro, tanto luego de las etapas muy buenas, como de las regulares o las malas. Es motivador armar proyectos para poner en marcha. Nos mantiene vivos y eso es realmente lo que importa.

IMAGEN Y PERTENENCIA. Eramos más difíciles los jugadores de nuestra camada. No era como ahora que los pibes se van rápido. Uno llevaba en el club seis o siete años y el técnico por ahí una semana y se lo miraba de arriba a abajo, diciendo para adentro (y a veces para afuera), “¿cómo trabajará éste?”. No era una camarilla mala, eh, si no dicha y hecha en el buen sentido. Era mostrar la pertenencia del club de uno en detrimento del otro que recién llegaba. Igual, el jugador de hoy y de siempre mira el trabajo del entrenador. Uno con personalidad e historia en el club estaba más para criticar, conoce bien cómo es el trabajo y se da cuenta cuando el entrenador sabe o no. Nunca me tocó un plantel camarillero, para nada. Además, hoy por necesidades de los clubes los jugadores dejan los planteles enseguida y entonces se cambian los jugadores  de una temporada a la otra y así los técnicos suelen tener menos presión de los históricos. Pero nunca es fácil, porque –insisto- el manejo del fútbol lo tienen los jugadores que son los verdaderos protagonistas.

Por Carlos Rodríguez Musso / Fotos Emiliano Lasalvia y Archivo El Gráfico