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Checho y su camino a la gloria

Repasamos los pasos que dio Sergio Batista como técnico para convertirse en el nuevo entrenador de la Selección Argentina.

Por Redacción EG ·

05 de noviembre de 2010
Imagen PARA ALLA. La medalla dorada de Beijing y el buen clima que emana el plantel, algunos de los argumentos que sostienen a Batista.
PARA ALLA. La medalla dorada de Beijing y el buen clima que emana el plantel, algunos de los argumentos que sostienen a Batista.
“Mi carrera como entrenador empezó igual que como jugador. En Argentinos y haciendo una buena campaña. Así que me parece que voy por el buen camino de nuevo. Ahora, tienen que aparecer las propuestas”, remarcó Sergio Batista el 17 de marzo de 2002. Pero claro, cuando postuló tamaña declaración, la Selección Argentina no divisaba ni horizonte ni tierra firme en el barco del Checho, que forjó su trayectoria fuera de la línea de cal mayoritariamente en el ascenso.

TOSU FUTURE Y FOKUOKA BLUX, JAPON (1994-1997)
El periplo de Batista como técnico inició su curso del otro lado del globo terráqueo, en 1994: el Tosu Future de Japón fue su primera escala. Allí, hacía las veces de volante central y entrenador en simultáneo. Un año más tarde, lo llamó Jorge Olguín para que fuera su ayudante en el Fokuoka Blux. “Habíamos sido compañeros en Argentinos, sabía como pensaba. Salimos campeones cinco fechas antes del final. Tenía una muy buena relación con los muchachos, les llegaba con facilidad”, rememora Olguín. Luego, volvería a tomar el papel protagónico del banco de suplentes en su ex club, que se había mudado de Hamamatzu a Saga.

ALL BOYS (1999-2000)
En 1997, se calzó otra vez los cortos y defendió los colores del Albo. Dos años después, se hizo cargo del primer equipo pero una deuda que la dirigencia mantenía con el plantel, del que había sido referente y capitán, provocó un cortocircuito con la cúpula dirigencial. “Dicen que duré cuatro fechas, pero me fui porque renuncié. Nadie me echó. Sé que puedo dormir tranquilo”, aclaraba. Como DT en Floresta, alcanzó el 45, 83% de efectividad.

“Bajo fuego”, titulaba el Clarín deportivo del 30 de octubre de 1999. Y más abajo, seguía: “Primero se tuvo que ir de All Boys. Después la AFA lo suspendió por un año: agredió a un árbitro de fútbol de salón. ¿Qué le pasa al Checho?” (NdeR: lastimó al colegiado porque el juez le recordó sus adicciones). Batista, se defendía: “Nunca quise ser ejemplo de nada. Lo único que hice fue decirle a la gente que ya estaba bien, porque quería dejarle un mensaje a los jóvenes para que entendieran todas las cosas que se pierden drogándose”. Pensar que hoy lo sobrevaloran por su perfil bajo…

BELLA VISTA, URUGUAY (2000)
A principios del 2000, cruzó el charco y se alistó a Bella Vista. “Es un equipo chico pero que este año va a jugar la Libertadores y que además tiene muchas ganas de trabajar y de salir adelante”, remarcaba. En la Copa, su equipo finalizó tercero en el grupo 8 -detrás de Bolívar y Atlético Mineiro-. Una buena: durante su estadía en el país vecino, arregló algunas diferencias que tenía con Daniel Passarella, por entonces DT de Uruguay. Ah…uno de sus dirigidos era Alejandro Mancuso, ex colaborador de Diego Maradona.

ARGENTINOS (2001-2002)
“Es una alegría regresar. Espero poder devolverlo con buenos resultados. Tengo jugadores que saben con la pelota y es lo que va a hacer el equipo de ahora en más: jugar bien al fútbol. Soy muy optimista y confío en que sacaremos al equipo adelante”, dijo en su presentación. El ayudante de campo y entrenador de la reserva fue su hermano Norberto.

El Bicho era sensación. Con la premisa del toque y la tenencia de pelota, esa que pregona en su nuevo ciclo en la Selección, los de La Paternal clasificaron cuartos en el Clausura 2001 y Argentinos se salvó de la Promoción con Instituto.

Imagen LIDER. Brown, Olarticoechea y Enrique, se sumaron al "proyecto del 86".
LIDER. Brown, Olarticoechea y Enrique, se sumaron al "proyecto del 86".
Los cinco puntos logrados y la penúltima posición en el Clausura 2002, marcaron el final de un idilio. “Me duele mucho irme de este club y terminar mi trabajo en un lugar donde tengo tantos amigos. Pero, aunque estoy dolido, creo que lo mejor era dar un paso al costado para descomprimir la situación. Se que voy a volver algún día”, predijo. Y no se equivocó. Pero eso sería más adelante. Estuvo al frente del equipo en 50 oportunidades, con una efectividad del 43,1%.

TALLERES (2002-2003)
Recaló en Barrio Jardín y su equipo no brilló. A pesar de un debut con victoria 5-0 ante Huracán, la T del Checho ganó 4, empató 5 y perdió la misma cantidad de partidos. “Te dejo el mensaje para avisarte que aceptamos tu renuncia”. Ni más ni menos, así de simple la hicieron los directivos cordobeses para sacar a Batista del club: con un mensaje en su contestador. Al respecto, opinaba el propio protagonista: “Fue todo muy desprolijo. Presenté la renuncia porque me aburrieron cosas de los directivos. La semana pasada se rumoreó que hablaron con otro colega y a mi nadie me llamó y me dijo que no era cierto. Yo me banqué entrenar con pocas pelotas, sin luz, que no me paguen, pero hay un límite”.

Batista había asumido en el Clausura con sólo 6 puntos y en zona de descenso, para dejar al equipo con 23 unidades y fuera de la Promoción. Pero en el Apertura las cosas cambiaron y la relación con la comisión directiva comenzó a desgastarse...hasta la renuncia.

ARGENTINOS (2003-2004)
Sin hacer pie, decidió volver a las fuentes. ¿Próximo destino? Argentinos. Llego para suceder a Gustavo Quinteros. Ya había dirigido los últimos dos partidos del campeonato pasado: derrota con Tiro Federal y empate con Huracán de Tres Arroyos de local.

Cuando su equipo marchaba puntero, sonó para reemplazar a Osvaldo Piazza en Independiente y, a su vez, trascendió que José Vignatti, el presidente de Colón, quiso contratar al DT para sustituir a Ricardo Gareca en el próximo torneo. Por su parte, las solicitudes por contar con sus servicios traspasaban la frontera: la Federación Boliviana de Fútbol lo tentó para que se haga cargo de la Selección de cara a las Eliminatorias clasificatorias a Sudáfrica. También, recibió una oferta jugosa de Ecuador -en teoría del Emelec- y decidió quedarse para ascender al equipo de sus amores. Mal no le fue: venció a Talleres en la Promoción y retornó a Argentinos a la máxima categoría de nuestro fútbol. En noviembre de ese año fue forzado a renunciar. Lo reemplazó Osvaldo Chiche Sosa.

NUEVA CHICAGO (2004-2005)
“El ascenso es el objetivo inmediato”, anunció ni bien desembarcó en el Torito. En Mataderos estuvo 34 partidos: ganó 6, empató 17 y perdió 11. Consiguió 35 puntos sobre 102 en disputa, suma bastante pobre. “La renuncia es indeclinable, no le encontraba la vuelta al equipo”, reconocía unos meses después. Con la reducción del presupuesto, la idea del Checho era apostar por los pibes. Sin embargo, antes de empezar el Apertura se incorporaron diez jugadores y los juveniles tuvieron poca pista. Porque más allá de que hizo debutar a Sigali, Pepe, Barreña, Viturro, Ruiz, Vega, Simón, Donda y Signo, sólo los últimos cuatro hicieron pie en el primer equipo.

SAN LORENZO (2006)
Imagen AYUDANTE. Junto a Oscar Ruggeri como colaborador en San Lorenzo. Hoy, el ex Real Madrid está muy cerca de Maradona.
AYUDANTE. Junto a Oscar Ruggeri como colaborador en San Lorenzo. Hoy, el ex Real Madrid está muy cerca de Maradona.
Ese año, se sumó al cuerpo técnico de Oscar Ruggeri, en el rol de ayudante. “Es algo que yo no pensaba hacer, pero Oscar me convenció”. En ese ciclo, el Cabezón sufrió dos goleadas históricas a manos de Boca y River: el 7-1 en el Nuevo Gasómetro y el 5-0 en El Monumental.

GODOY CRUZ (2007)
No tenía más ganas de dirigir. Pero la gente del Tomba lo convenció y se fue para Mendoza. Corría el 2007. En la tierra del buen vino, formó al equipo que ascendería seis meses más tarde de la mano de Daniel Gato Oldrá y su carrera dio un vuelco de 360°.

SELECCIÓN (2008- )
Ante la ida de Hugo Tocalli, lo convocaron para ser Coordinador de los seleccionados juveniles y ni lo dudó. “Me agarró sorprendido, no lo esperaba. Me habían llegado rumores de que quizá podía acompañar a Tocalli, pero esto, como conductor, ni lo imaginaba. Es un desafió muy grande teniendo en cuenta lo que lograron los anteriores cuerpos técnicos”, avisaba.

Su ciclo se inició el 6 de febrero de 2008 con la Sub 23, en lo que fue victoria 5-0 con Guatemala, en un partido preparatorio para Beijing. “Mi vida cambió mucho. Antes frecuentaba lugares a los que no puedo ir más. Empecé a hablar con Klinsmann o Rafa Benítez y eso jamás lo imaginé. Desde que estoy acá, la gente quiere hablar conmigo”, decía.

Su gran meta era retener la medalla olímpica. Cuando viajó a Beijing quebró la línea de manejo que mantuvieron Daniel Passarella en Atlanta 1996, y Marcelo Bielsa, que ganó la presea de oro en Atenas 2004, ambos entrenadores del conjunto nacional mayor. El Checho viajó a Pekín porque en esa fecha había partidos por Eliminatorias.

Argentina deslumbró. Con Messi y Riquelme en sintonía, más el desequilibrio de Di María, se consagró en lo más alto del podio.

Dicen que todo lo que sube baja. Y el Sudamericano Sub 20, certamen que ofrecía cuatro lugares para el Mundial de Egipto, fue la muestra cabal. “Nunca tuvimos mentalidad ganadora ni actitud. Nos faltó de todo: juego, picardía, un montón de cosas. Pero que quede claro que el responsable de lo que pasó soy yo”, criticaba Checho. Argentina ganó uno, empató cinco, perdió tres partidos y los chicos apreciaron las pirámides faraónicas por la caja boba.

Tras el fracaso, tuvo sucesivos tire y afloje con Diego Maradona. Que ayudante si, que ayudante no… al final se cortó solo. “Si Maradona se va, asumo sin problemas porque llegué antes a la Selección. Nuestra continuidad en juveniles no depende de la continuidad de Diego. Obviamente él es de nuestro riñon y espero que siga. Pero nosotros tenemos contrato hasta enero del 2011”, se sinceró.

Con la ida del Diez, se le abrió el panorama. “Espero que no me evalúen por estos tres partidos. No me siento interino”, anunció. Bajo su ala, Argentina fue sobria con Irlanda, brilló con España y claudicó con Japón.

Su currículum es bien terrenal. Sin estridentes laureles, Batista asume el mayor desafío de su vida. Sin embargo, sus convicciones no se alteran, la idea de juego atrae y el afamado “proyecto” ilusiona. El tiempo se encargará de avalar o no la teoría. Pero mejor, que la historia lo juzgue…

Mauro Gurevich