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Lógica Maradoniana

Diego se quedó sin Selección. Detrás de la decisión de Grondona, un par de argumentos para nada sorprendentes.

Por Diego Borinsky ·

27 de julio de 2010
Era lógico.
Si había que apostar en bwin cuál de los 8 ciclos de entrenadores de Julio Grondona sería el más corto de todos, Maradona hubiera sido el que menos pagaba: 1,01 peso. Por eso lo designó el titular de la AFA, después de todo. Sabía que en algún momento de su mandato tendría que ofrecerle el cargo, entonces hizo las cuentas y deducciones a fines del 2008, cuando Basile pegó el portazo. “Me lo banco un añito y medio y listo, ya no jode más”.

Era lógico.
Lo que mal empieza mal termina. Ya hay que dar por hecho que la deserción de Riquelme no se debió a unas tibias declaraciones de Maradona en la TV. Confirmado por los twitteos de Alfito y las no desmentidas de Alfiote, está claro que Diego complotó en el peor de los casos –o al menos le calentó la oreja- a los jugadores para que lo ayudaran a sentarse en el banco de la Selección. Así le fue.

Era lógico.
Carlos Bilardo fue puesto por la AFA y no era querido por Diego. Lo nombraron por si el DT fallaba, como el mismo Diego supo reconocerlo en público. Por eso vivieron este año y medio al borde del ring, a una piña nada más del divorcio definitivo. El Narigón no se cansó de repetir de que si se iba Maradona, él se marchaba atrás. Estaba cantadísimo: no sólo se quedó, como confirmó el vocero de la AFA hoy, sino que también ahora tendrá más poder que nunca e influirá definitivamente en la elección del DT. ¿Acaso Alejandro Sabella –principal candidato- no llegó a Estudiantes en 2009 por recomendación de Bilardo? ¿O Miguel Angel Russo, por citar otro de los que lideran la grilla, no es del riñón Pincha?

Era lógico.
Diego no quiso ir a la Casa de Gobierno como aspiraba Cristina, y ahí mismo le soltaron la mano. Entonces todo cambió bruscamente, la sensación térmica de “inminente renovación” se dio vuelta en 48 horas y Grondona pudo actuar libremente y a su antojo.

Era lógico.
Si alguien creyó que esa imagen fresca, cuerda e insólitamente equilibrada que Maradona exhibió en los Juegos Olímpicos de Beijing 08 arengando a las selecciones argentinas de distintos deportes, y con la que logró seducir a Julio Grondona, era el rostro de un nuevo Diego, evidentemente no conocía a Maradona. No repasemos los más de 100 convocados, las mil y una contradicciones, sólo detengámonos en un dato chiquito que ilustra a la perfección la lógica maradoniana. Bajo su mandato, Argentina ganó 18 partidos y perdió 6. No empató. Así es Diego: blanco o negro, nunca supo qué era el gris en su paleta de colores.