¡Habla memoria!

Gerónimo Saccardi

Resignó dinero sólo para defender la camiseta de Ferro. Se consagró campeón del Nacional 82 y quince años después, se dio el gusto de dirigir a los de Caballito.

Por Redacción EG ·

27 de julio de 2010
Nacido el 1 de octubre de 1949, Gerónimo Cacho Saccardi llegó a Ferro a los 13 años, detectado por José Scalise en el club Crisol de Pompeya. Debutó en primera A el 27 de junio de 1971, en lo que fue derrota ante Boca 1 a 0.

Imagen Antes de su muerte atendía, junto a sus hijos, un locutorio en Belgrano y una parada de diarios en Caballito (Foto: Archivo El Gráfico).
Antes de su muerte atendía, junto a sus hijos, un locutorio en Belgrano y una parada de diarios en Caballito (Foto: Archivo El Gráfico).
La luchó desde chico. Cuando estaba en quinto grado, necesitaba plata para comer y se vio obligado a abandonar el primario. Trabajó en una zapatería y en una casa de juguetes. Una vez en las filas de Oeste, repartía diarios de cinco a nueve de la mañana, se entrenaba y de ahí partía a una fábrica de repuestos en Warnes, su tercer turno laboral. “Seguía ese ritmo porque no había un mango. Si no te doblás en ese camino, menos lo vas a hacer cuando pasó la mala”, reconoció alguna vez.

En Argentina sólo vistió la camiseta de Ferro: con la verde jugó 12 años, disputó 399 partidos y marcó 44 goles. En sus dos ciclos (69-75 y 79-83), obtuvo un par de títulos: el Torneo de Primera B en 1970 y el Nacional 1982. Entre 1975 y 1979 defendió al Hércules de Alicante, España.  

Explicaba el propio Saccardi: “Siempre fui 5, pero cuando llegué a Ferro me pusieron de 3. De pibe me defendía, pero mi físico iba creciendo. Jugué de titular cuando ascendimos en el 70. Sin embargo, comí banco tres años y cada vez que entraba, los punteros me la tiraban larga y no los agarraba más. Los hinchas no me podían ni ver. En ese 73 se terminaba mi contrato, yo me había casado, tenía un pibe recién nacido, mi situación económica era un desastre y sabía que me iban a dejar libre. Como no tenía un peso, iba a largar el fútbol. Me llama Leyden (NdR: por entonces Presidente) a mi casa y me dice: ´Cacho, usted sabe que seguir acá es muy difícil. Pero también conocemos su situación familiar. Así que le vamos a prorrogar el contrato un año más, para que pueda ir tirando, y en ese tiempo fíjese que puede hacer…´. Yo estaba loco de contento. Al poco tiempo asumió Carlos Cavagnaro, me puso de 5, la rompí, jugué tres partidos con la Selección y me vendieron a España. Leyden me dijo que si tenía una oferta para volver, también lo escuchara a él. Cuando vino Boca a buscarme lo llamé. Me dijo que no podía ni acercarse a la cifra, que estaba todo bien. Pero yo me acordé de lo que pasó en el 73. Y aunque resigné plata y fama, elegí Ferro. ¿Cómo iba a hacer para dormir si faltaba a mi palabra?”.

Tuvo un apego constante al fútbol. Luego de su etapa con los pantalones cortos a cuestas, se calzó el buzo de entrenador. Así, dirigió a Ferro (1997-1999) -luego de rechazar una mejor oferta, esta vez de Lanús-, Gimnasia y Esgrima de Jujuy (99-00) y Estudiantes de Buenos Aires (00-01).

Apenas un año después de abandonar la dirección técnica, llegaría el desenlace menos imaginado. A sus 52 años, falleció de un infarto de miocardio, luego de un partido de tenis junto a amigos en una quinta de Moreno.

Fue un empedernido lector de Irving Wallace y Harold Robins. Tenía apego a las cábalas y admiración por Muhammad Alí. El 4 de mayo de 2002, se fue un Cacho de Ferro.

Mauro Gurevich