Argentinos en el exterior

"Me encantaría jugar para la Selección de Bolivia"

Alejandro Schiapparelli llegó al país vecino hace cuatro temporadas tras varios pasos por el ascenso argentino, Chile y Colombia. Su regularidad le abrió las puertas para nacionalizarse.

Por Redacción EG ·

23 de julio de 2010
Imagen IDOLO. Está hace cuatro años. La gente y la prensa lo pide para la Selección boliviana.
IDOLO. Está hace cuatro años. La gente y la prensa lo pide para la Selección boliviana.
La comunicación se hizo esperar. Tras un par de intentos fallidos, Alejandro Schiapparelli atiende. “Perdón, pasa que mi nena estaba jugando con el celular y se cortó”, se justifica y algunos alaridos de su hija que se escuchan por lo bajo, confirman la teoría.

Este segundo marcador central encontró su lugar en Bolivia. Luego de deambular por el ascenso argentino (Quilmes, Brown de Arrecifes y San Martín de San Juan), Colombia (Real Cartagena) y Chile (La Serena), se asentó por los pagos de Evo Morales, donde llegó en 2007. “Acabamos de salir campeones con Oriente Petrolero del Torneo de Invierno y me tocó hacer el gol definitivo de penal. Tenía una ansiedad tremenda y algo de nervios. Por suerte la pude meter y todo el trabajo que hicimos se pudo coronar con el campeonato”, se lanza.

-Antes de tu arribo en Blooming, pasaste por Real Cartagena y La Serena. ¿Que te dejaron esos pasos?
-A Colombia llegué muy chico, era la primera vez que me iba de mi casa. Me sirvió para crecer en lo personal, madurar mucho como persona y abrirme a otra cultura. Es un fútbol muy rápido. A nivel general, es la liga más difícil -fuera de Argentina- donde me tocó jugar. En Chile firmé por seis meses y el buen desempeño hizo que siga medio año más. Después, mi representante tuvo un pequeño problema con la gente de San Martín de San Juan y Claudio Piba, un intermediario, me llamó para contarme lo del fútbol boliviano. Me gustó la propuesta y me vine.

-¿Por qué te quedaste a jugar en Bolivia?
-Tuve la posibilidad de volver a Argentina pero decidí quedarme acá. Para jugar allá tenés que tener contactos. Estoy cómodo y me conviene también por lo económico, es mucha la diferencia.

-Y llegó la recompensa…
-La verdad que los resultados acompañaron. Siempre de la mano de Gustavo Quinteros, el técnico que me llevó a todos los clubes donde estuve en Bolivia. En Blooming se clasificó a la Copa Sudamericana, ganamos el torneo de verano de 2009 -que es muy importante en premios: una buena suma económica y además le regalan al equipo todos los viajes que tenga que hacer en el año- y el Apertura. Ya en Bolívar, también salimos campeones y clasificamos a la Libertadores. Y en Oriente tenemos un presente espectacular.

-Tuviste un gran rendimiento y la prensa te lo reconoce, ¿te vas a nacionalizar boliviano?
-Tengo ganas. Siempre me han preguntado y mostraron interés por hacerlo pero primero hay que naturalizarse. Ya hicimos los trámites y si no ponen ningún tipo de trabas, ojalá se de todo. Me encantaría jugar en la Selección de Bolivia, sería una experiencia muy linda. Durante estos cuatro años mantuve un buen nivel. Veremos que pasa.

-¿Cómo es la gente?
-Si bien acá en Oriente nos siguen y son muy futboleros, la previa del partido y el comportamiento en la cancha son bien distintos en comparación con Argentina. Se extraña la pasión con la que se vive el fútbol allá. Como se siente en nuestro país, no se siente en ningún lado. Toda esa locura que envuelve el fútbol es bien nuestra. Y justamente se refleja con lo que menos extraño: la gente en Bolivia es muy respetuosa. En Argentina, hay personas que sólo van a insultar. Acá son señoritos.

-¿Cuánto influye la altura en el rendimiento?
-Mucho. El año que estuve en La Paz jugando para Bolívar ni yo ni mi familia nos pudimos adaptar. Entrenar cuesta muchísimo: nunca lo hacés al máximo y jamás terminás de acostumbrarte. Metés dos o tres piques seguidos y sentís que se te sale el corazón del pecho. Es una ventaja importante jugar siempre en la altura, sino corrés y te ahogás. Igualmente, la cabeza influye mucho. Cuando subís y bajás te adaptás un poco más, pero es complicado.

-¿Qué diferencias hay?
-En el llano, el juego es más rápido y se mete igual. En la altura, se aprovecha la pegada de larga distancia y el ritmo es más lento porque cuesta correr. Además, el césped no está siempre en el estado ideal. Jugamos en el Estadio Municipal de Santa Cruz y la cancha nunca para: además de nosotros, juegan el Blooming -el clásico- y equipos de segunda división.

-¿La competencia es más floja que la nuestra?
-En lo físico, el fútbol es más duro y rápido en Argentina. Acá los jugadores son técnicos pero en fortaleza y velocidad están un paso atrás. Les juega en contra la falta de infraestructura: las inferiores casi no existen, por eso vienen tantos jugadores de afuera a reforzar la Liga. Salen pocos chicos de abajo y por eso pagan cierto tipo de falencias.

-¿Qué liga de Argentina sería la boliviana?
-Los equipos grandes estarían a la altura del Nacional B. Después, hay otros con muy pocos recursos económicos que están tambaleando y juegan con chicos que rescatan de sus zonas. A esos los pondría a la altura de B Metropolitana o hasta un buen equipo de la C.

-¿La comida es similar a la nuestra?
-Acá comen mucho frito y picante, pero yo como al igual que en Argentina, por lo que las formas no las cambié. En el supermercado puedo conseguir todo lo que consumía allá. La carne es buena, por ahí a veces es un poquito más dura, pero se deja.

Imagen ENTRENANDO. Su inconfundible melena rubia lo distingue del resto. Está muy cómodo en Santa Cruz de la Sierra.
ENTRENANDO. Su inconfundible melena rubia lo distingue del resto. Está muy cómodo en Santa Cruz de la Sierra.
-¿Compartís plantel con otros argentinos?
-Si. Soy muy amigo Hernán Boyero, un chico que jugó en Instituto. También en Oriente está Marcelo Aguirre (ex Rosario Central) y hace poco llegó Gustavo Camaño, marcador central ex Aldosivi de Mar del Plata. Generalmente nos juntamos a comer entre las familias. Hoy a la noche, por ejemplo, hay asadito.

-¿Inculcaste alguna costumbre nuestra?
-En la utilería manda el mate. Hay un chico uruguayo y acá le hacemos tomar a todos: antes de los entrenamientos, en las concentraciones, en cualquier momento. En Bolivia se toma mucha coca. Los jugadores de fútbol, por lo que tengo entendido, no toman. Supuestamente no te salta en el anti doping, pero ante la menor duda, mejor verla pasar. Dicen que hay un “Trimate” que sí salta.

-¿Qué esperás para el futuro?
-Nunca tuve problemas de lesiones. Mientras siga teniendo ganas y el cuerpo siga aguantando, le voy a seguir metiendo. Acá tengo un contrato muy bueno, estoy muy cómodo. Mi mayor deseo sería jugar una Copa Libertadores. Si llega la posibilidad de algo del exterior lo analizaría con mi familia, tengo que pensar en asegurarme. A mi edad -30 años- uno busca más lo económico que lo futbolístico. A esta altura, no me la puedo jugar e irme al Nacional B. Si fuera más joven haría otro tipo de apuesta. Ahora me queda tratar de ahorrar y buscar lo mejor para la familia.

Mauro Gurevich