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La piña de Alí

La durísima eliminación de Argentina en el Mundial 2010 invita a reflexiones y replanteos, pero todavía es necesario absorber el golpe y elaborar el duelo.

Por Elías Perugino ·

03 de julio de 2010
CIUDAD DEL CABO, Sudáfrica (Enviado especial).- “Si pudiera dejar el fútbol ahora mismo, lo dejaría”. Así de seca y tajante fue la definición del capitán de la Selección, Javier Mascherano, en la zona mixta del estadio Green Point, donde Alemania despedazó los sueños de Argentina con sencillez y cinismo. Abismal y devastadora, la diferencia futbolística dejó sin aliento a uno de los jugadores con más temperamento y espíritu autocrítico, erosionado hasta el límite de hacer tremendos esfuerzos para que las lágrimas no le fluyeran en público.
 
Incuestionable y lujosa, la victoria alemana deposita al fútbol argentino en el recurrente cajón del revisionismo. Venticuatro años sin levantar la Copa del Mundo y veinte sin ser protagonista de una semifinal son una señal inequívoca de que hay fallas estructurales y matices puntuales que conspiran para que la última parada sea la gloria, como rezaba la frase del micro de la delegación. Pero hoy es día de dolor, angustia y resignación. Más vale sentir que pensar.
 
Maradona algo pensó, de todos modos. Y puso el pecho en la conferencia de prensa para rescatar algún aspecto –“no se cumplió un sueño, pero se encontró un camino, que es volver a las raíces del fútbol argentino”-, poner en salvaguarda el honor y la integridad de sus jugadores –“aunque ganan fortunas, vinieron por la gloria”- y abrir un signo de interrogación sobre su continuidad. Pero cerró la charla con una frase de las suyas: “Esta derrota fue como una trompada de Mohamed Alí”.
 
Claro que necesita replantearse cosas la Selección. No gana un Mundial desde México 86, ni una Copa América desde Ecuador 93. En el camino, se desperdiciaron las camadas que lograron cinco campeonatos mundiales Sub 20 y dos medallas doradas en los Juegos Olímpicos. Demasiado.
 
Claro que hay que replantearse cosas en la Selección. Pero no hoy, que es día de dolor, angustia y resignación. Que sea mañana. Hoy más vale sentir que pensar. Hoy duele la piña de Alí y dan ganas de dejar el fútbol.