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Alemania, temible arriba

El 4-2-3-1 de Löw se basa en la velocidad y en tratar de jugar entre líneas. Özil maneja los hilos con maestría.

Por Martín Mazur ·

28 de junio de 2010
Imagen Arriba, de izquierda a derecha: Neuer, Kedhira, Mertesacker, Friedrich y Klose. Abajo: Lahm, Podolski, Özil, Müller y Schweinsteiger (Photogamma).
Arriba, de izquierda a derecha: Neuer, Kedhira, Mertesacker, Friedrich y Klose. Abajo: Lahm, Podolski, Özil, Müller y Schweinsteiger (Photogamma).
Los caminos se repiten. Pasó México y llega Alemania. Imposible no remontarse al Mundial pasado. Es imposible no tener ese sabor amargo del triunfo que pudo ser y no fue. Argentina, nuevamente, tiene con qué ganarle a los alemanes. Y también tiene por qué temerles.

Alemania juega a ritmo de contraataque incluso hasta cuando ataca. No abruma en la salida ni asfixia al rival en los últimos metros, sino que lo deja abrirse y aprovecha esos espacios.

El esquema táctico de juego que dispone Joachim Löw es, en los papeles, uno de los que más puede complicar al equipo de Maradona. El 4-2-3-1 tiene a Klose como único punta definido, metiendo diagonales permanentes entre los centrales. Son los mismos movimientos con los que el griego Samaras complicó a Otamendi, Demichelis y Burdisso, pero el nivel de efectividad de Klose es mucho más alto. La diferencia es que Samaras estaba solo, y Klose, no.

A sus espaldas están los tres hombres que difícilmente se salgan de su posición, pero que están muy atentos para encontrar los espacios con el clásico estilo blitzkrieg alemán. Flotan equidistantes de los defensores que tienen por delante y los volantes que tienen por detrás. Y generan la famosa duda entre las líneas: ¿Se adelanta demasiado la defensa, con el riesgo de quedar abierta? ¿O se retrasan mucho los volantes, con el riesgo de partir el equipo?

Thomas Müller, máximo candidato a llevarse el premio al Jugador Joven de la FIFA, se mueve por derecha. Mete más diagonales que desborde, así que difícilmente intente desbordar por la raya. El 8 de ojos saltones, Mesut Özil, tomó la posta de Ballack (en juego, no en patadas) y es el líder natural del equipo. Maneja los ataques y hace mover a sus compañeros como si fueran un parabrisas, pero está siempre atento al resquicio para buscar el arco. Por izquierda está otro conocido, Lukas Podolski, ahora en una función un poco más retrasada, pero con el objetivo de pisar el área para entrar por detrás de todos.

Atención: no es el mismo esquema con el que jugaron el amistoso de Munich ante la Selección (1-0 gol de Higuain), pero la sensación es que los cuatro centrales van a ser igual de necesarios. La dupla de zagueros tendrá que turnarse para tomar a Klose, el lateral izquierdo se las verá con Müller, y el lateral derecho deberá estar muy atento a Podolski. A Mascherano le quedaría, entonces, la misión de frenar a Özil.

La contención queda en los pies del ex wing Schweinsteiger, ahora doble cinco junto al espigado (y algo lento) Khedira.

Si la sensación en 2006 era que si entraba Messi hacía un desastre con espacios contra los grandotes del fondo, la sensación en 2010 es exactamente la misma. Contra Inglaterra, Friedrich y Mertesacker mostraron bastantes desinteligencias en las pelotas cruzadas por abajo. A Lahm se le nota que pasaron cuatro años: ya no sube tanto, pero al menos no tiene el clásico problema de perfil, ya que ahora es lateral derecha. Por la izquierda, Boateng tiene físico de central.

El arquero Neuer no da seguridad en las salidas y en eso se le parece bastante al Conejo Pérez, pero a la hora de los reflejos, se lleva un gran aprobado. Esperemos que sólo hasta el sábado…