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Vivir en el Garden Court

La mayoría de los enviados argentinos a Pretoria pasan sus días y sus noches en un hotel que, poco a poco, va tejiendo historias particulares

Por Elías Perugino ·

11 de junio de 2010
PRETORIA, Sudáfrica (Enviado especial).- El hotel Garden Court, del residencial barrio de Hatfield, es la casa de una banda de enviados especiales argentinos. Situado sobre la avenida Pretorius, en una de las entradas de la ciudad, es un alojamiento oficial de la FIFA. Más allá de la valoración que implican sus  estrellas, cumple con los requisitos básicos: cama mullida, buen baño y excelente calefacción. Tiene tres pisos que se abren como brazos a ambos lados del lobby de la planta baja, que es un constante hervidero de gente que entra y sale con el paso acelerado de los que andan en cosas importantes.
 
En la planta baja también se emplaza el salón para desayunar, la barra de tragos y los pequeños silloncitos para esperar que, de una buena vez, baje ese compañero que irá con nosotros al entrenamiento. Allí también está, tentador y desafiante, el metegol auspiciado por una tarjeta de crédito. Un lindo estadio en el que se han visto partidos que bien podrían haberse incluido en la grilla del Mundial. Varios se jugaron simplemente por el honor, pero otros duelos se generaron por 10 rand, algo así como el honor a precio módico.
 
En el Garden Court están los muchachos de Telefé, Fox Sports, DirecTV, TyC Sports, Clarín, Olé, El Día, Photogamma y El Gráfico. Seremos unos ochenta. Muchos nos conocemos de años. Con otros nos vemos por primera vez las caras. Pero todos, en un punto, somos como de la familia hasta la hora de marcharnos. ¿Se te perdió un adaptador? Alguien te presta uno hasta que lo recuperes. ¿Te quedaste a gamba para ir a la práctica de la Selección? Vení, que te llevo. ¿Pasamos delante de un lugar piola y te dejaste la cámara en el hotel? Saco con la mía y después de la paso. Y así la vamos llevando..   
 
A cualquier hora del día hay una cámara de televisión encendida en el Garden Court. Todos los rincones vienen bien para hacer  la conexión con los muchachos que dan el pase desde el IBC de Johannesburgo. Si Pinsón sale desde el borde de la pileta que está en el jardín interno, Tití y Benedetto lo hacen desde el frente y Queijeiro y Fernando Carlos se ubican en el lobby. Y mañana rotarán.
 
Cada uno que llega de alguna cobertura, cuenta una anécdota nueva. Macías, de Olé, todavía no puede creer la atención a la prensa de los italianos: “Tremendo. Promotoras top, sillones para esperar a los jugadores, plasmas gigantes, champagne y un café buenísimo. Si no tenés que hacer ninguna nota, vale la pena ir aunque sea para tomarse un café”. Sigüenza, que cubre a Estados Unidos para Fox Sports, parece haber descubierto una vida nueva, la vida campestre, tan alejada de las correrías nocturnas que compartimos en épocas de juventud: “Están concentrados en una granja espectacular. A veces estás haciendo una nota y te pasan las gallinas entre las piernas. Se respira aire puro y hay animalitos dando vueltas por ahí. Mirá cómo será que el otro día hubo que interrumpir una conferencia de prensa porque se metió una vaca adentro de la carpa”. Entonces Del Bosco, con esa lógica tan suya, añade: “Estos de Estados Unidos creen que se las saben todas en temas de seguridad, pero después les voltean las Torres Gemelas o se les mete una vaca en la carpa de prensa”. La comparación suena exagerada, pero a Sigüenza lo deja pensando. Y eso ya es mucho.  
 
En el lobby a veces se mezclan los famosos gritos de los productores  -“¡Vamos que venimos!”- con data de todo tipo. Pinsón –un erudito de los shoppings que podría asesorar a la mismísima Mariana Nannis- siempre sabe dónde comprar buena pilcha a precios razonables. Sánchez, el fotógrafo de Clarín, no le pierde el rastro a los problemas importantes del país: “Lo de Gualeguaychú se está poniendo pesado”. A nuestro fotógrafo, en cambio, lo asaltan preocupaciones más trascendentes: “Echaron a Jazmín de Grazia de Duro de Domar”.
 
Así es vivir en el Garden Court. Un rincón de Pretoria donde la Argentinidad está al palo.