Las Entrevistas de El Gráfico

Ruud Gullit, en primera persona

Balón de oro en 1987 y actual presidente de la candidatura Holanda-Bélgica para el Mundial 2018, revela su verdadero nombre. Además, repasa vivencias: su estadía en Milan y el encuentro con Mandela.

Por Martín Mazur ·

05 de mayo de 2010
Nota publicada en la edición abril 2010 de la revista El Gráfico

Imagen SIN BIGOTES NI trencitas, un look que nada se asemeja al de fines de los 80, el crack orange visitó Buenos Aires.
SIN BIGOTES NI trencitas, un look que nada se asemeja al de fines de los 80, el crack orange visitó Buenos Aires.
DE AHORA EN MAS, por un tiempo me van a tener que llamar Mister President. “El presidente Gullit”. Me gusta.  

POR SUPUESTO que el cargo de presidente de la candidatura de Holanda y Bélgica para el Mundial 2018 es anecdótico. Si acepté no fue por el nombre, sino por un sueño. Quiero tener un Mundial en mi país, creo que sería algo muy merecido. Siempre tenemos que ir al exterior para vivir una Copa del Mundo, esperar partidos de madrugada por la diferencia horaria. Somos un país pequeño, pero con mucha historia, que hicimos un gran impacto en el fútbol. Y nunca tuvimos la oportunidad de mostrarle al mundo por qué somos tan buenos en lo que hacemos. 

ESTUVE INVOLUCRADO en la idea de tener un Mundial en mi país desde el principio. Viajé a Sudáfrica como embajador y allí estuve con otros ex jugadores y hablando con mucha gente. Muchos ex jugadores holandeses tenían dudas de participar, entonces me nombraron presidente de la candidatura. E inmediatamente todos empezaron a colaborar.  

SE QUE PARA obtener un Mundial es necesario saber hacer política. Para mí es un escenario completamente nuevo. Tengo que saber cómo funciona, viajar mucho, conocer gente, entender el sistema. Pero me gusta el desafío, siempre fui emprendedor. Y además, siento que no me estoy yendo del fútbol.  

QUIZAS DEBAMOS cambiar las reglas: en un Mundial en Holanda no valdrían los 0 a 0, para empatar lo mínimo sería un 2 a 2 o un 3 a 3. 

MI VERDADERO nombre es Ruud Dil, que es el apellido de mi madre. Pero después de haber quedado en el primer equipo de la escuela, fui a ver a mi padre y le pregunté si podía usar su apellido en el formulario. “Un gran futbolista no se puede llamar Ruud Dil”, le dije. Y entonces me anoté como Ruud Gullit. 

CUANDO ME DIERON el Balón de Oro en 1987, se lo dediqué a Nelson Mandela, que en ese momento estaba en la cárcel. Fue algo natural, pero causó más sorpresa de la que esperaba. En aquel momento todos en Holanda seguíamos lo que pasaba en Sudáfrica con el apartheid, era normal. Un país dividido por la raza. Pero en Italia, esto casi no se sabía. “Uy no, un jugador de fútbol que habla de política”, dijeron muchos cuando hice la dedicatoria. Me veían como un bicho raro.

MUCHOS AÑOS DESPUES, visité la prisión en Robben Island y hablé con ex compañeros de Mandela. Me contaron la explosión de júbilo que hubo al saber de mi dedicatoria, pero uno me dijo: “Lo primero que pensamos es que te iban a sacar el premio”. Fíjense hasta dónde el apartheid podía alterar la mente de las personas. Pensaban que la UEFA me iba a retirar el premio por habérselo dedicado a un negro. 

MANDELA ES LO MAXIMO. Conocerlo fue uno de los momentos que más atesoro en mi memoria. A medida que uno se acerca a él, el cuerpo empieza a temblar, la piel se pone de gallina, la emoción es indescriptible. Cuando por fin lo conocí personalmente, me dijo: “Ahora muchos aseguran ser mis amigos, pero en aquellos años, tenía muy pocos. Y vos eras uno de mis soldados”. Yo sólo tartamudeaba y sonreía.

MI PRIMER RECUERDO real en el fútbol fue en el Mundial 1974, el gol de Johan Cruyff a Brasil. Es algo que uno siempre lleva en la mente. 

CRUYFF ME enseñó muchísimo. Coincidí con él en su última época como jugador, en el Feyenoord, a principios de los años 80. Era inteligentísimo. Tácticamente estaba por encima del resto. Es fácil ser bueno tácticamente cuando uno es técnico y ya se retiró, pero él todavía jugaba, y entonces podía mostrarlo en la cancha, que es mucho mejor. Yo lo miraba y pensaba: “Tiene 38 años y es así de bueno. Lo que debe haber sido jugar con este hombre cuando tenía 24”. Y la verdad es que nunca tuve la noción de la respuesta.

MUCHOS ME PREGUNTAN cómo es que yo nunca jugué en el Ajax. Y la verdad es que yo pude haber ido al Ajax, porque ellos me vieron jugar y me querían, y yo me moría de ganas por ir. Pero como mis padres trabajaban todo el día, les dije a los dirigentes que vinieran a hablar con nosotros a nuestra casa. “¿A tu casa? No, vení vos con ellos al club, nosotros somos el Ajax”, respondieron. Fue increíblemente arrogante. Eran ellos los que me querían y no eran capaces de hacer ese mínimo esfuerzo. Por eso nunca fui al Ajax. 

SI QUERES CARNE, vas a la carnicería, no le decís al carnicero que vaya a tu casa. Todavía me cruzo con dirigentes del Ajax de aquellos años que me piden perdón por cómo me trataron. 

DESCENSO DIRECTO. Mi inicio en el fútbol profesional fue así, pero nunca me deprimí. Habré jugado sólo 5 partidos antes de bajar, pero mi motivación por jugar en la B no cambió. A veces hay que entender el contexto, sacar lo bueno de lo negativo. En la Segunda División, logramos ganar el campeonato, me eligieron mejor jugador y al año siguiente hicimos una campaña espectacular en Primera. Fue la única vez que el Haarlem entró en las Copas Europeas.  

Imagen EUROCOPA 88. Con un gol de Gullit de cabeza, Holanda derrotó a la Unión Soviética.
EUROCOPA 88. Con un gol de Gullit de cabeza, Holanda derrotó a la Unión Soviética.
EL FUTBOL ES EXPRESION. Uno debe tratar de expresarse en la cancha, siempre. Si a un chico le impiden expresarse en la cancha, toda su carrera va a resultarle muy difícil.   

POR MAS QUE el fútbol esté super profesionalizado, no es imposible disfrutar de él. Es un trabajo, sí, pero el chico que llevás adentro es el que hace que te expreses. Y si no lográs estar en contacto con ese chico, no podés sentir la pasión.  

LO VEO JUGAR A MESSI y me doy cuenta de que es el niño dentro del hombre el que lo hace divertirse. Messi en la cancha se divierte, la pasa bien. Y así debe mantenerse, aunque los años pasen.  

CUANDO SOS TECNICO, es más difícil sentir ese regocijo. Te gusta cuando ves que algo de lo que les pediste a tus jugadores se cumple y sale bien, pero es un trabajo mucho más serio, otra responsabilidad. En la cancha, te divertís con la pelota. Desde el banco, tenés que guiar a un grupo, ayudarlos a que ellos se diviertan en la cancha. Es un trabajo muy difícil y también hermoso. Pero no tiene comparación con jugar. 

ME ENCANTA MESSI, me encanta Rooney, pero el jugador más completo de hoy para mí es Cristiano Ronaldo. Es hábil, es veloz, es goleador, tiene gran juego aéreo, patea tiros libres… No hay muchos jugadores así.  el milan es otro mundo. Jugué en el Feyenoord y en el PSV. Pensaba que ya sabía lo que era el mundo del fútbol, hasta que llegué al Milan. ¡Qué shock! El Milan es un trabajo. Es un trabajo pensado y focalizado en ganar. El grupo era tan serio, tan focalizado sólo en las victorias, tan competitivo, disciplinado y profesional, tan alerta y desconfiado luego de cada partido ganado, para que a ningún rival se le ocurriera derrumbarlo. Todos querían bajarnos. Y había que estar siempre pendiente: “Cuidado con lo que decimos, cuidado con lo que hacemos”. Fue uno de mis mejores años en el fútbol. Era difícil divertirse, pero también era difícil no ganar. 

CUANDO ME FUI del Milan a Sampdoria y luego al Chelsea, disfruté mucho más del fútbol, me divertí más, tuve más libertad, me expresé mucho mejor en la cancha. Pero a su vez, nunca volví a ganar como en el Milan. Gané partidos, gané en diversión, pero nunca volví a ganar en el alto nivel. 

CHU-CHU-CHU-CHU-CHU. Escuchar ese ruido era saber que Silvio Berlusconi estaba por llegar en su helicóptero al entrenamiento en Milanello. Bajaba en la cancha. Para nosotros fue muy importante, nos dio la disciplina, nos ayudó a entender qué era ser el Milan y por qué nunca podía caerse en pos de los objetivos que teníamos.

ARRIGO SACCHI amasó y formó un gran equipo. Fabio Capello se hizo cargo de ese equipo armado y le sacó un jugo extra. Los dos fueron importantes, los dos admirables, aunque sus métodos eran muy distintos. 

TODOS RECUERDAN el golazo de Van Basten de volea en la final de la Eurocopa 88. Pocos recuerdan que yo hice el primero de la final. Y está bien así. Ese torneo fue todo de él, yo lo entendí muy rápidamente. Así como en el 88, muchos dijeron que el campeonato que ganamos en Italia fue mi campeonato, cuando terminó la temporada y llegó la Eurocopa, fue el torneo de Van Basten, que en el Milan no había jugado mucho.  

CUANDO GANAS algo con tu selección es lo mejor que te pasa como jugador en tu carrera. Nada lo puede igualar. Me tocó ganar esa Euro y fue sencillamente indescriptible.  

CONTRA LA UNION SOVIETICA jugamos bárbaro en el debut y perdimos. En la final no jugamos tan bien y ganamos. A veces, las cosas son así, no sé si hablar de suerte o de destino. Pero pasa. 

EN EL FUTBOL profesional empecé como líbero, muchos no lo saben. Era mi posición, pero al poco tiempo ya me pasaron a la mitad de la cancha, tratando de llegar por afuera, casi como wing derecho. Con el tiempo, sentía que mi única posición en la cancha la marcaba la pelota.  

ME RIO CUANDO dicen que el fútbol total es algo tan complicado. ¡El fútbol total es fácil! No es mágico ni nada que se le parezca. No es otra que la lógica: si sos el wing izquierdo y en una jugada perdés la pelota por la derecha, no volvés a la izquierda, sino que te quedás por la derecha y retrocedés por ese sector. Y alguien tiene que estar cubriendo tu lugar en la izquierda. Claro que para eso, lo primordial es romper las posiciones, porque si no todo es estático.  

EL FUTBOL TOTAL NO ES DE OTRA EPOCA. El Barcelona que ganó la Champions League jugaba fútbol total. Messi se tiraba para el medio y Eto’o iba a la derecha, Iniesta y Xavi cambiaban… todos se mezclaban, pero se mantenía la forma del dibujo.   

Imagen TRIO MITICO: Rijkaard, Gullit y Van Basten, los holandeses que brillaron en el Milan de Sacchi.
TRIO MITICO: Rijkaard, Gullit y Van Basten, los holandeses que brillaron en el Milan de Sacchi.
AHORA TODO ES DISTINTO. Veo lo que cambió hasta la relación del jugador con la prensa. Antes, nosotros íbamos a tomar una copa con los periodistas que cubrían el club. Charlábamos sobre nuestras vidas. Hoy se ve una obsesión de la prensa por difundir cosas de las vidas de los jugadores, y una obsesión de los jugadores por que no se conozca nada de lo que hacen fuera de la cancha. Están muy separados. 

ENTRAR A MILANELLO es entrar a un campo de entrenamiento de alto rendimiento. Como lo que uno ve en las películas, sobre los superatletas, algo parecido. Pero lo que
 más me sorprendió eran los partidos que jugábamos de fútbol-tenis, antes de que empezara la práctica. La precisión y la calidad que tenían en espacios tan reducidos era increíble. Muchas veces, dando un pase largo en un partido del domingo, muchos comentaristas me elogiaban. Y yo pensaba: ¡si supieran lo fácil que es, en comparación con esos partiditos nuestros! 

EN ITALIA la presión sobre el jugador es muy fuerte. Y no es porque sea peligroso, sino porque con el tiempo, uno se acostumbra a sentirse como una presa, mirando para todos lados, caminando rápido. Cuando me fui a Londres, recordé lo que era disfrutar una cena con amigos.  

UNA NOCHE, cenando en un restorán en Italia, apareció el dueño y me pidió si podía acompañarlo hasta la puerta. Le dije que prefería terminar de comer. Pero insistió. Hasta que salí y ahí había cientos de hinchas cortando la calle, esperando que yo saludara. Esas cosas pasaban diariamente.  

HABIENDOME CASADO tres veces, es lógico que piense que en el plano personal no fui tan exitoso como en el fútbol. Lo que más lamento fue haber estado lejos de mis hijos, aunque eso es algo que todo futbolista en algún punto sufre. 

HACE UNOS AÑOS volví a la calle Rose, en la zona de Jordaan, en Amsterdam. Ahí me crié junto a mi madre, Ria. Se me acercó alguien y me dijo: “¿Usted vivía por acá, no?”. “Sí, detrás de ese edificio”, le respondí. “No, no puede ser ahí, atrás hay una sola habitación”, dijo él. Y sin embargo, es ahí donde yo crecí. En una pieza de 6 x 4. Me hubiera gustado verla, pero no me atreví a tocar el timbre.

Por Martin Mazur / Foto: Jorge Dominelli