Las Entrevistas de El Gráfico

Facundo Sava, bonus de confesiones

El delantero de Quilmes, protagonista de la sección en el mes de mayo, y un agregado de reflexiones exclusivo del sitio web: su futuro libro, religión, terapia y alguna cuenta pendiente.

Por Redacción EG ·

03 de mayo de 2010





Una deuda. Gané una Copa Internacional con Arsenal en Japón, pero me hubiera gustado darle mucho más al club de Sarandí que me trató de una manera muy especial. Es algo que me quedó pendiente. 

Equivocarse es humano. Muchas veces me equivoqué. Una vez metí un codazo y después me arrepentí, pero ya era tarde. Por eso hice terapia, ocurre que uno hace cosas sin pensarlo bien y cuando quiere frenar ya se produjo el choque.

Ningún ventajita. En su momento se habló mucho del gol que le hice a Talleres de Córdoba jugando para Gimnasia. Pasó que me habían hecho foul y quedé en el suelo, de pronto me levanté y estando la pelota delante de mí siento que me gritan, dale, dale pateá. Patee y bueno la pelota entró. Me acuerdo que Cuenca el arquero de Talleres me quería matar, pero yo lo hice sin mala intención, para mí el juego no se había detenido nunca, yo estaba de espaldas y nunca ví bien lo que hacían mis compañeros y los otros defensores rivales. No fue una avivada, lo juro.

Religión cero. Como soy ateo no entiendo todas las demandas hacia Dios y los Santos. Ni hablar de los rosarios y las imágenes que se cuelgan por los vestuarios y los pasillos de salida a la cancha. Me parece demasiado, pero en fin cada cual es dueño de su fe. Como mi señora es católica, respeto las creencias, pero no las comparto de ninguna manera. 

El libro soñado. Terminé de escribir un libro con ayuda del Negro Máximo, un periodista que me impulso a hacerlo. Se titula “Los colores del fútbol” lo publicará Ediciones Al Arco y allí toco tema muy interesantes de circunstancias que he vivivido en tantos años de fútbol desde que vestí por primera vez la camiseta de Ferro. De manera especial recomiendo lo que tiene que ver con las cábalas de mis colegas y de los técnicos, se van a divertir muchísimo.    

Por Carlos Rodríguez Musso