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Sangre de campeones

El 1-2 final de Marcos y Alejandro Patronelli en cuatriciclos se convirtió en el mayor logro de los argentinos en el Dakar. Estrategias, obstáculos que debieron superar y el futuro de una especialidad que los tiene como abanderados.

Por Redacción EG ·

19 de marzo de 2010







Nota publicada en la edición febrero 2010 de la revista El Gráfico.

“En realidad yo andaba en moto, pero cuando estaba entrando en la adolescencia pegué un estirón y enseguida me quedó chica. Y como no querían comprarme una moto más grande por una cuestión de seguridad. apareció la posibilidad de empezar a andar en cuatriciclo, que parecía más tranquilo y yo iba más seguro”.
Esta anécdota indudablemente resultó clave en el destino deportivo de Marcos Patronelli, flamante triunfador del Dakar Argentina-Chile 2010, con un inédito 1-2 junto con su hermano Alejandro. “Imaginate, si no hubiera hecho ese cambio, tal vez en el Dakar me veían arriba de una moto. Pero bueno, lo mío son los cuatriciclos y acá estoy disfrutando de un momento increíble”.  
-Ya pasaron varios días de la consagración, pero seguramente seguís pellizcándote para entender que fue real lo que viviste.
–Me doy cuenta de lo que significó la victoria por la reacción de la gente, porque sigue alentándome y me saludan en todos lados. La verdad es que la gente se portó de una manera excelente con nosotros y eso me pone muy contento.
-¿La efervescencia del público empuja en una competencia de estas características? 
-Seguro, porque en semejante exigencia necesitás estar muy bien de ánimo. Y el apoyo y la buena onda de la gente se sienten. Por ejemplo, en Las Flores, mi ciudad, vi que se me acercaron todos los conocidos, pero también vinieron a saludarme aquellos que no conozco. Y a todos se los veía muy contentos con lo que logramos. El Dakar, dura competencia, generó un efecto impresionante en la gente, les contagió el espíritu de aventura y ellos se identifican con el desafío. Durante toda la carrera se pudo advertir que estábamos acompañados. Y hubo momentos muy emocionantes, como la entrada en La Pampa o el paso por San Juan, Mendoza, Buenos Aires y ni qué hablar cuando llegamos a Las Flores, explotó todo el pueblo. Mirá si habrá sido fuerte que te lo cuento y me vuelvo a emocionar.
-En cuanto a la competencia en sí, ¿qué considerás que fue lo más exigente?
-Me impactó lo duro que fue todo el rally, desde el primer día hasta el último, y Chile sobre todo fue muy difícil con etapas muy largas que eran para quedarse ahí y no moverse más. Pero por suerte, pusimos todo para llegar y tanto Alejandro como yo hicimos un esfuerzo enorme y si bien cada día el cansancio iba en aumento, tuvimos la fuerza suficiente para mantenernos en la punta y pensar en el objetivo de poder llegar.
-Justo que la mencionaste, ¿qué importancia le atribuís a la suerte en un desafío como éste?
–La suerte tiene mucho que ver, no sé en qué porcentaje, pero vamos a suponer que vos sos un buen piloto, tenés un buen cuatriciclo y un buen equipo; pero si la suerte no te acompaña puede ser que ya en la primera etapa te quedaste y tenés que volver a tu casa. Todo es tan variado en la competencia, que nunca te podés sentir seguro. 
-Luego de haber ganado en el 2009 nos habías comentado en una nota para El Gráfico que la atención tenía que ser permanente... 
-Y es así, porque tenés que estar permanentemente atento; en el Dakar cualquier momento de distracción se paga muy caro, porque te comés una cortada grande o te equivocás de camino o de rumbo y cada error te hace perder mucho tiempo. Por eso, hay que estar concentrado todo el tiempo, y creo que eso fue clave para no cometer fallas que después íbamos a lamentar.
@fotoD@-¿La estrategia de carrera salió tal cual la habías planeado con Alejandro?
-Sí, se fue dando de acuerdo con lo que habíamos planeado, porque si bien partimos en forma separada la idea era reunirnos lo más pronto posible y a Fiambalá llegamos prácticamente juntos.
-Qué importante fue tenerlo cerca a Alejandro en esos momentos complicados, como cuando se salió la chaveta de la rueda...
–Tal cual, Ale me ayudó en todo momento y yo también lo ayudaba a él. Es una tranquilidad enorme saber que nunca estás solo y encima que te acompañe un hermano te da aún más confianza. La verdad es que con Ale disfrutamos mucho de la carrera, como lo hacemos durante el año cuando juntos encaramos los entrenamientos, que muchas veces se hacen largos porque nos vamos desde Las Flores hasta la Costa Atlántica. Y ese día de la chaveta fue increíble, porque yo no sabía cómo solucionar el tema y él se las ingenió con un pedacito de alambre para arreglarlo.
-El mejor antecedente de correr con tus hermanos es el Enduro del Verano Le Touquet, en Villa Gesell...
–Bueno, todavía lo seguimos haciendo. En las vacaciones nos vamos siempre juntos y salimos con los cuatri a entrenarnos o a pasear, de todo un poco. En el Enduro del Verano, que yo gané durante cuatro años consecutivos (del 2005 al 2008), Alejandro y mi otro hermano, Gabriel, también participaron con muy buenos rendimientos.  
-En el triunfo de este Dakar 2010, ¿en cuánto contribuyó que te hayas pasado a Yamaha?
–Y te diría en todo, porque si repetía la marca del año pasado me parece que no llegaba. Por lo visto, los muchachos que las utilizaron quedaron muy atrás y a mí me hubiese pasado lo mismo. Por suerte, surgió lo de Yamaha tanto para Alejandro como para mí y es otra cosa. De entrada me sentí supercómodo, como que estaba arriba de un cuatriciclo de carrera que estaba listo para correr. Si te fijás en todas las entrevistas que me hicieron, siempre resalté que Yamaha (compitió con una Raptor 700) me dio confiabilidad y seguridad, porque son cuatri muy nobles, ágiles y rápidos. La verdad: te traen cero problemas y lo menciono porque lo siento, no para quedar bien con la empresa.
-Y después del triunfo, ¿qué te dijeron desde Yamaha?
-Nos invitaron a la fábrica que tienen sobre el Acceso Oeste en Buenos Aires y nos estaban esperando para agasajarnos con todos los empleados. Nos aplaudieron, nos entregaron una plaqueta y no podían creer que dos hermanos hayamos logrado el 1-2. Estaban sorprendidos y nosotros orgullosos de haberlos representado y demostrado que los cuatri de ellos andan realmente muy bien.            
-¿Cómo fue eso que parecía que te lanzabas en parapente, en Chile?
–Lo que dije fue que en la parte de Iquique hicimos unos 50 o 60 kilómetros arriba de las dunas y de golpe se cortan, y quedás frente a una vista hermosísima del Pacífico a unos  1000 metros de altura, con una bajada muy pronunciada de unos 3 kilómetros. Entonces comenté que de ahí bajábamos en avión o en parapente. El Dakar tiene eso, te toca andar por lugares de una dificultad extrema y te presguntás cómo andamos por acá. Pero bueno, seguís para adelante, porque en eso consiste el desafío, mantenerse en carrera y estar expectante para cuando se empieza a resolver quiénes pueden ganar.   
–¿Creés que fue vital la firme defensa que ustedes esgrimieron en Antofagasta, cuando surgió lo de la penalización de tres horas como castigo por haber sacado el cuatriciclo en un horario prohibido?
–Si bien no sé si llegó a un escándalo, la verdad es que si no me enojaba y hablaba con la prensa no sé qué pasaba. Quiero agradecerles a todos los medios periodísticos la ayuda que me brindaron en ese momento al hacerse eco de mi protesta, porque la organización tuvo que reconocer que se me estaba sancionando mal, por algo que yo no tenía nada que ver. Reconozco que me enojé feo y al comisario deportivo le dije de todo, porque sentía que me clavaban un cuchillo por la espalda, sin haber hecho nada. Tenía la cara de los comisarios deportivos grabada en mi cabeza, ese día estaba mal porque la injusticia era muy grande. Yo soy blanco o negro, está todo bien o está todo mal y no me gusta que me traten así. Pero mi familia me convenció para que hiciese el descargo y los instaba a que mostraran pruebas. Eso, afortunadamente, al final sirvió como desahogo y después para que levanten la sanción. Les pusimos el pecho a las balas y el objetivo se pudo cumplir. Pero hubo varias situaciones extrañas que, por suerte, pudimos encarrillar.   
@fotoD@-¿Para cuándo un tema sobre el Dakar con el grupo de rock que tenés con tus hermanos?
-En cualquier momento va a salir. Con todos los preparativos para la carrera dejamos la música de lado, pero ni bien tengamos un poco de tiempo vamos a volver a tocar.
-Aunque el Dakar 2011 no tenga definida su sede, ¿la idea de los Patronelli es seguir?
-Yo calculo que seguiremos en el Dakar. Todavía no hay nada decidido, pero más allá de que nos gustaría que se siguiera haciendo acá, si es en el exterior habrá que hacer el esfuerzo y competir allá. Somos conscientes de que se duplicarán los gastos, pero la estructura que armamos debería estar preparada para afrontar esa inversión. Hoy no me imagino que se corriera un Dakar y nosotros siguiéndolo por televisión. Deberíamos estar allí, donde sea.
Los Patronelli se han convertido en una especie de estallido del verano, porque cada comienzo de los últimos dos años ese apellido se instaló en la opinión pública. Páginas, pantallas y radios reflejaron qué tan lejos llegaron estos dos hermanos. Y la especialidad de los cuatriciclos tomó un impulso tan tremendo, que los vendedores y casas de alquiler trabajan como nunca.    
Esta es la historia de una familia muy unida, que a pesar de las dificultades que ofrezca una competencia como el Dakar, ellos (padres, hermanos, tíos y amigos) apuntalaron a Marcos y a Alejandro en cada instante. Es más, cuando Marcos se enojó tanto por la sanción recibida en Chile, su entorno fue el que puso paños fríos y lo convenció de que lo mejor era el descargo por escrito y no retirarse de la carrera con bronca. Por suerte, Marcos los escuchó y la satisfacción se multiplicó al final al convertirse en el primer argentino en ganar una categoría de esta extenuante competencia, con un 1-2 que también premió como se lo merece a Alejandro, el mejor escudero que el héroe de Las Flores pudo haber tenido.

Por Walter Nápoli/ Foto: Emiliano Lasalvia.