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Orlando Pecanha, el adiós a un grande

A los 74 años, falleció el ex zaguero de Boca y la selección de Brasil. No pudo superar un paro cardíaco y falleció en Río de Janeiro. Fue campeón del mundo en Suecia 1958.

Por Redacción EG ·

11 de febrero de 2010
Imagen ANTE ARTIME. Orlando, capitán en un Boca-River, disputa el balón con el Luifa (Archivo El Gráfico).
ANTE ARTIME. Orlando, capitán en un Boca-River, disputa el balón con el Luifa (Archivo El Gráfico).
Su nombre completo era Orlando Pecanha de Carvalho. Orlando, tal como se lo conoció en la Argentina, inició su trayectoria en 1955 en el Vasco da Gama. En 1960, luego de haber sido campeón del mundo con Brasil en Suecia 58, recaló en Boca Juniors, en 1960, para quedarse por cuatro años. Período en el que conquistó dos títulos siendo el capitán desde la zaga central.

Ayer, a los 74 años, según informó su hija, Suzy Pecanha, el ex zaguero central se descompuso, fue llevado a un centro asistencial, sufrió un paro cardíaco y finalmente falleció en Río de Janeiro. Para recordar a este gran jugador reproducimos una nota publicada en El Gráfico, tras el título que Boca obtuvo en 1964. Un grande que se va pero que deja un recuerdo imborrable.

El Capitán Orlando: destino de campeón (Publicada en El Gráfico el 9 de diciembre de 1964)

Nació con horóscopo de campeón. Mundial cuando representó a su patria en Suecia. Con el mismo Boca en 1962. Y ahora otra gran corona. Apenas cinco años con la misma casaca y dos veces campeón. Siempre allá, en el fondo, en la oscuridad de "la cueva", sin brillar, sin ser nunca la gran figura publicitada. Toda la figura del capitán tiene mucho de anónimo, de sobriedad. Hasta su fútbol tiene el mensaje austero de la sencillez. Nunca una jugada espectacular, nunca una intervención destacada. Enfrentando, esperando allá en el fondo.Tapando las espaldas de Marzolini. Cruzando por detrás de Silvero. Una exposición de mecánica organizada.Un fútbol de libro de texto sin vuelo, sin extrañas fantasías. Pero funcionando como la combinación de un caja de seguridad invulnerable. Con una responsabilidad de consigna. Sin dar nunca un metro de ventaja. Sin regalar las espaldas al atacante. Recurriendo siempre a la importancia de su juego sencillo y simple, que no conoce ni la pisada ni el dribbling que arriesga y da ventaja. Y jugándose la pierna con "ganas" cuando hay que trabar fuerte. Entonces es cuando Orlando alcanza la gran dimensión. Allí aparece la importancia de su segura interceptación.

La crítica le adjudica avaricia. Lo tiene rotulado como el más "egoísta" representante de los "hombres de la cueva"... Pero Orlando nació para eso. Jugó siempre "de eso". Fue Campeón Mundial en Suecia realizando el mismo trabajo. Sabe que no puede hacer lo otro. Lo que mucha gente le pide. Si Boca necesita que juegue allí adentro, si él sabe que su eficacia está allí adentro. ¿Para qué salir? ¿Para mostrar su incompetencia de manejo? ¿Para comprometer a su equipo en el contraataque? ¡Que vengan aquí en "las 18" mías! -piensa Orlando. Aquí, en este terrenito, soy Orlando.

Por eso no lo ve nadie. Porque nunca sale de gira. Porque no conoce el cruce de la media cancha. Orlando los espera allá adentro. Donde le gusta a él. Aunque no le guste a los críticos ... Si así, jugando así, Boca fue campeón dos veces, ¿para qué complicarse?...

Hasta mostró su regularidad en asistencia perfecta. Estuvo en todos los partidos. De 2, de 3, de 6... Con Lluvia, con frío. Todos los domingos de fútbol de 1964 tuvieron para Boca una casaca ocupada: la de Orlando. Su obligada disciplina sólo se interrumpió aquella tarde en Banfield, cuando el referee Turner lo obligó al descanso. Fue su única "ausencia" ...

[FJJ]