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Lucas

Por Martín Mazur ·

09 de febrero de 2010
Lucas Faillace trabajó conmigo en Clarín y más tarde coincidimos también en El Gráfico. Tenía un irrefrenable deseo de hacer cosas y demasiada energía como para ser empleado de escritorio. Como periodista, en El Gráfico escribió sobre lo que hiciera falta: fútbol, básquet, natación, handball, polo, fútbol americano, golf... Siempre estaba bien predispuesto.

Allá por el año 2001, luego de un breve período como redactor en la agencia DPA, decidió emprender una carrera independiente. Recuerdo cuando, charlando en un bar, me contó con lujo de detalles que acababa de crear su propia empresa junto a Gustavo Goñi. Me habló de acciones, registro de nombres, ideas y proyectos. Volaba con los pies sobre la tierra. Era difícil no admirar su empuje y sus ganas de que los planes se concreten. "Totalmente", era una frase que decía con mucho énfasis y un tono alargado y particular, cuando estaba de acuerdo con lo que escuchaba.

Lucas tenía una risa muy contagiosa y un andar digno del tipo bonachón que cualquiera podía decodificarle en sólo un par de minutos de charla. Cualquiera que lo haya conocido seguramente lo dijo alguna vez: "Qué tipo bueno que es este Lucas". Imposible no notarlo. Imposible no decirlo. Siempre dispuesto a tender puentes y hacer favores. Y a hacerle morisquetas a cuanto nene encontrara cerca.

A principios de noviembre me llamó para ver cómo andaba y darme ánimo, al enterarse de que yo había sufrido una operación menor. Justo él, que desde hace un año peleaba una lucha desigual contra un maldito tumor en la cabeza, con pocas armas pero mucha fuerza. Así era Lucas. Sorprendía por tanta bondad. En aquella charla, me dijo que éramos muy jóvenes para andar hablando de resonancias y tomografías. Le dije que era verdad, que teníamos que estar caminando por Praga, mirando a las mujeres pasar. "Totalmente", me contestó, con su tono inconfundible.

Con esa energía que siempre lo caracterizó, el domingo 7 de febrero Lucas emprendió otro viaje. Con tristeza y con dolor, acá lo vamos a extrañar. Aunque en el fondo sabemos que él, luego de tanto sufrimiento y esa pelea desigual que se le planteó, debe estar feliz. Feliz por haber vuelto a volar.