Las Entrevistas de El Gráfico

Quique Wolff, en primera persona

Tiene 60 años. Con 210 partidos jugados, se destacó en Racing, River, el Real Madrid y hoy lo hace en el canal ESPN. Ha ganado tres premios Martín Fierro.

Por Redacción EG ·

16 de octubre de 2009
Imagen
Nota publicada en la edición septiembre de 2009 de la revista El Gráfico.


TODAVIA ME SORPRENDO. Una vez, hace ya varios años, el Coco Basile me llamó para ir al América de México. “Acá te conocen todos”, me dijo. Y, la verdad, no le creí del todo, a lo sumo, supuse que la gente del fútbol sí me veía en la tele. El asunto es que la primera noche dejo el auto mal estacionado. Estaba cenando en un restaurante del barrio Polanco. Veo que viene la grúa y salgo corriendo, para explicarles que no sabía bien el sistema. Entonces, un policía me señaló y me dijo: “Pero... ¡Usted es Quique Wolff!”. Terminé firmando autógrafos. Y, todavía hoy, cuando me pasan estas cosas, no las puedo creer.

SIEMPRE SE PUEDE EMPEZAR CON ALGO. Si creés que lo sabés todo, estás muerto. Hace como diez años, un amigo me pidió que diera una charla sobre motivación y trabajo de equipo para la gente del Banco Boston. Hoy, ya viajé por toda América dándolas; y he hablado frente a tres mil chicos y ante solo 13 adultos (más difícil todavía). Y cada que vez que empiezo una, siento el mismo cosquilleo que cuando salía a la cancha.

VIVO DE SUEÑOS. Soñé jugar en Primera y se me dio, jugué estar en un Mundial y lo logré, soñé jugar afuera del país y llegué al Real Madrid. Vivo de los sueños. Soñar es gratis. Y hermoso.

NO TODO SE SUEÑA. Confieso y juro que nunca soñé con ser periodista, de verdad. Fue Monfort, que entonces era ejecutivo de Radio Continental , el que me dio la primera oportunidad y fui creciendo junto a tipos como Norberto Longo, o De Turris, o Nicanor González del Solar. A los 4 meses de estar ya conducía un programa.

LOS ERRORES SE NOTAN DESPUES QUE PASAN. Dejé el fútbol a los 31 años, porque estaba en España y se achicó el cupo de extranjeros en el Real Madrid. Yo era español hasta para pagar impuestos, pero no podía jugar en la Selección española. Entonces se me ocurrió pensar que si volvía a la Argentina, me iban a poner. César (Menotti) me había ido a ver y todo. Y, sin embargo, no entré en los planes del Flaco.

HAY COSAS QUE NUNCA SE SABEN. ¿Y yo las sabré alguna vez? ¿Por qué el Flaco no me puso en la Selección? Nunca me lo dijo, nunca se lo pregunté y aunque alguna vez el Coco Basile me sugirió hacer una reunión, lo dejé así. Ojo, que igual tengo buena relación con Menotti, ¿eh?

SE ENSEÑA CON EL EJEMPLO. Uno de mis más grandes referentes ha sido el Coco Basile, con sus códigos, con su conducta. Y no hablo únicamente de la cancha, sino también del partido de la vida, que es más importante. Siempre fue un tipo frontal, directo. Un fenómeno.

PRIMERO EL COLEGIO. A mí me llamó Juan José Pizzuti justamente en el 67, nada más ni nada menos. Y le dije que estaba todo bien, pero que tenía que terminar el cole. “Bueno, cuando se reciba lo espero”, me dijo. Y así fue. Yo creo que, hoy, en el común denominador de las actitudes, eso no hubiera ocurrido. Pero para mí y mi familia y para José era así.

ANTE TODO HAY QUE ESCUCHAR. Repito, me marcó muchísimo aquel Racing. ¡Roberto Perfumo me venía a buscar en un Fiat 600 a Retiro, para ir a entrenarme! Llegué a estar junto a Maschio, y por supuesto, no lo tuteaba. Aprendí que hay que escuchar, callar y respetar a los mayores.

NO ESCONDERSE NUNCA. Otras de las cosas del Coco, que siempre dio la cara, que siempre enfrentó las situaciones. Nunca olvidé ese concepto.

CONFIAR EN LO QUE SABES. Una vez, nada más ni nada menos que Victorio Spinetto me dijo: “Hoy juegue encima del puntero, no se vaya al ataque”. Entonces le dije: “Don Victorio, entonces ponga a otro, porque yo siento la cosa de otra manera”. ¿Y sabés cuál fue su respuesta? “Bueno, no te enojes, andate al ataque”. Y así fue.

NO PERDER EL CONTACTO. En aquel Racing, donde había un fenómeno tras otro, como el Panadero Díaz o el Toro Raffo, estábamos juntos. Llegábamos temprano y nos íbamos a la casa de Tita (Matiussi, histórico personaje del club), y nos quedábamos después de hora, charlando. En ese contacto, el grupo se fortificaba y se pulían las cosas; había autocrítica y hasta  ensayábamos, sin pelota, pero cambiando impresiones.

UN DIA FALTA UNO. Eso siempre les digo a mis alumnos: la constancia tiene premio. Un día falta uno y ese día, entrás. Ya sea a jugar, ya sea a cubrir una nota. A la suerte hay que ayudarla.

LA SUERTE NO EXISTE. Es una forma de decir. Heriberto Herrera, que era un fenómeno, siempre repetía antes de los partidos: “La suerte no forma parte del plan”. ¡Si le deseabas suerte, te mataba!

LA BUENA SUERTE EXISTE. Así le llamo yo a lo que consigue uno, con su esfuerzo y su laburo y su dedicación: buena suerte. Si Diego se quedaba después de hora trabajando y practicando, ¿qué queda para los demás?

HAY QUE ESTAR SIEMPRE PREPARADO. Nunca se sabe cuándo aparecerá la oportunidad y a lo mejor, en el momento que llega, ni te das cuenta de lo que vendrá luego. El Pato Fillol me hacía quedar después de hora para tirarle centros a la derecha y la izquierda; y sin darse cuenta, también él me enseñó mucho: daba el ejemplo.

NO CUENTO LOS PASAPORTES. Ni tengo idea de los viajes que tengo, pero por ejemplo: entré en ESPN en el 2000. Además de mi programa “Simplemente fútbol”, estoy en Sportcenter y ESPN Recuerda. Hoy por hoy, te aseguro que es difícil encontrar un jugador importante que no haya pasado por mi programa. Pero no vivo de contar pasaportes u horas de vuelo, vivo el día a día.

SE PUEDE ESTAR PEOR. Así le dijo el médico a mi mujer, Mara, cuando tuve el infarto cerebral en el tálamo. Estuve mal, muy mal; pero claro, gracias a Dios, zafé. Cuando le pregunté al médico qué me pasaba –no me acordaba nada de nada- me dijo: “Pegaste en el palo, Quique: cuando llegaste, veías mal, no podías marcar a nadie y tenías la mano derecha insensible. Y te salvaste”.

CADA DIA ES UN REGALO. Solamente quien la pasó como yo puede realmente valorar la vida. “Vive la vida”, canta mi gran amigo Joan Manuel Serrat. ¡Y cuánta razón tiene!
MIRAR LAS COSAS DE OTRA FORMA. Ahora ya no corro si no hay motivo, trato de llegar tranquilo a todas partes y de no alterarme por detalles que, vistos en perspectiva, son insignificantes. Tomarse la vida a la tremenda es un error enorme. Y sin sentido alguno.

NO SE PUEDE FALLAR. Yo siento, eso sí, un gran compromiso. Con los que me siguen por ESPN, con los alumnos de mi escuela, aunque a veces me gustaría estar mucho más tiempo con ellos, con el público que asiste a mis conferencias. Pero, ante todo, el compromiso es conmigo mismo, porque siento que tengo que estar bien y con ganas. Si no, no sirve.

PRIMERO LA FAMILIA. Llevo 38 años casado con Mara, tengo 5 hijos y 7 nietos y sigo soñando en ellos, en estar junto a ellos. Tal vez por tantos viajes, a veces no he tenido tiempo de estar con ellos lo debido; pero eso sí, siempre supe que no todo es cuestión de cantidad, sino de calidad. Y en eso, mirando a mi alrededor y a mi familia, puedo decirte que soy feliz.

APRENDER A SER UNO. Digo esto porque a mí me han pasado cosas que todavía no entendí del todo. Fui capitán de Racing gracias a Pizzuti; de la Selección, por Enrique Omar Sívori y también en Las Palmas. En el fútbol español siempre es capitán el que lleva más tiempo en el equipo y sin embargo, me pusieron a mí. Es que hay cosas que los demás ven en uno y que uno no siempre ve, ni entiende. Eso sí, lo he valorado muchísimo.

NO QUEDARSE EN LA NOSTALGIA. Siento que estoy actualizado, que siempre miro para adelante. Pero, a veces... Cuando me hicieron la primera nota importante para El Gráfico, vino a mi casa Osvaldo Ardizzone. ¡Fue todo un acontecimiento! ¡El era la figura, no yo! Por eso también pienso que hoy algunas cosas son diferentes, hay mucha menos candidez por las cosas y los gestos.

HACERSE CARGO. Cuando entré al Real Madrid, conocí a Santiago Bernabeu. Firmé el contrato en la Sala de Trofeos, que era enorme, medía como 150 metros de largo. La mesa de la Comisión era enorme. Cuando vi toda esa historia a mi alrededor –entonces eran como ocho mil trofeos– sentí el peso y la obligación y el compromiso de respaldar toda esa historia. Creo que sin compromiso no se puede afrontar nada.

SABER EMPEZAR DE ABAJO. Cuando dejé el fútbol estaba económicamente bien, pero... ¿se acuerdan de aquello de que los que apostaban al dólar, perdían? ¡A los cuatro meses se me vino todo encima! Entonces fue cuando Juan Carlos Badía me llamó a la tele y, de a poco y de abajo, con maestros como Magdalena Ruiz Guiñazú, Fernando Bravo o Ramón Bouzada, comencé a ganarme un lugar en los medios.

UN PERIODISTA PUEDE SER AMIGO. Lo que no significa que sea cómplice, ojo. Yo, de jugador, conocí a tipos de El Gráfico como Osvaldo Ardizzone o Juvenal. Ellos sabían bien los límites entre lo que se puede contar o no, de la misma manera en que sabían marcar el terreno entre el hombre y el periodista y su crítica.

NO HAY QUE ESTAR APURADO. Hoy se vive demasiado rápido todo, tanto que no se disfruta. Y hablo de los jugadores que salen corriendo de los entrenamientos o de los periodistas, que en eso no se juntan tanto después de un programa o del cierre de una edición. Y de la charla surgen a veces las mejores ideas.

UNO SIEMPRE ES JUGADOR. Jamás diría yo que soy un ex jugador de la misma manera en que un médico o un abogado lo serán hasta que se mueran. Yo sigo sintiendo y viviendo igual, juegue o no.

SABER UBICARSE. O aprender a que te ubiquen, como me pasó con Pizzuti. Yo jugaba de delantero de punta, y después fui de suplente a diferentes posiciones. A mí me gustaba ser nueve, pero un día él me dijo: “Necesito un cuatro y te voy a dar ese puesto". Y ahí me quedé para siempre.

NO SIEMPRE SE PUEDE. Cuando fui a Argentinos Juniors, estaba Diego. Y Delem, que era el técnico, quería formar un equipo a su alrededor para formar un equipo diferente y atractivo. Lástima que lo sacaron enseguida. Entonces cuando vi que semejante proyecto, que para mí era muy bueno, no iba a poder ser, me fui.

EL MUNDO ES MAS CHICO QUE NUNCA. Antes, para comunicarte con alguien mandabas una carta; hoy es un correo electrónico. El satélite te pone en los más diferentes hogares del mundo. Por eso, en mi programa hay que apostar a un lenguaje universal.

EL VALOR DE UN GESTO. Una vez, cuando El Gráfico cumplió años les mandé una carta, porque para mí la revista siempre fue algo muy especial, muy importante, casi de la familia. Cuando vi mi carta publicada en la página 3, no lo podía creer. Eso me enseñó que uno debe hacer las cosas como las siente y de esa manera llegan más. Yo había escrito como un simple hincha de la revista y lo hice con el corazón.

HACER DE TODO. Cuando jugaba en Racing, siendo un pibe, no tenía problema en ir a buscar las vendas de los jugadores más grandes. Ahora me doy cuenta de que todo eso, hasta el simple hecho de buscar las vendas, era aprendizaje puro. Nunca se me cayó un anillo por hacer algo. Jamás.

HOY FALTA IMAGINACION. Internet, celulares... Se acortan tanto los espacios y los tiempos que no dejan lugar a la inventiva propia. De chico uno armaba los autitos de carrera, les ponía masilla para que pesaran más y corrieran mejor... Y, aunque ya dije que no hay que quedarse en la nostalgia, siento que hay cosas que no cambiaron para mejor.

ELEGIR REFERENTES. Es importante tener figuras a las que emular –no imitar, que es distinto, ¿eh?– y en mi caso, yo respeto muchísimo a dos grandes que son muy diferentes. Uno, el Gordo José María Muñoz, un enfermo del laburo y de su profesión, un profesional en serio. El otro, Víctor Hugo, con todo su talento y su verba. Ambos, sin querer, me enseñaron muchísimo.

ANTE TODO, DIVERTIRSE. Yo jugaba en Acassuso por mi hermano mayor, Alfredo. Y jugaba con mayores que yo, pero me divertía mucho, ese era el tema. Así que con el tiempo supe que quería sentir esa adrenalina, esa diversión. Me probé en Racing y Cacho Giménez me dijo que no había lugar. Volví un año después y, entonces sí, Giménez me convocó. Y pensar que yo creí que al principio me quería sacar de encima. Bueno: de ahí en más, siempre y ante todo, me divertí jugando. Es la única manera de vivir la vida, disfrutándola todo lo que se pueda.

NO SE PUEDE BAJAR LOS BRAZOS. Nunca, ni en la más fulera y complicada. Me pasó con mi enfermedad, con la recuperación, y con el día a día de hoy me sigue pasando. La vida es demasiado hermosa como para entregarse, los sueños son demasiado lindos como para no tratar de cumplirlos, siempre se puede. Te lo digo yo, que estuve ahí, cerquita, que pegué en el arco, como dijo mi médico...

Por Carlos Irusta