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Fiebre de Manager por la noche

Con una base de datos de 280 mil jugadores, y niveles de detalle y precisión que asombran, el Football Manager es una pasión de gran cantidad de entrenadores virtuales.

Por Redacción EG ·

04 de septiembre de 2009
Imagen ASI QUEDA una persona después de dirigir al club de sus amores (Ilustración: El Gráfico)
ASI QUEDA una persona después de dirigir al club de sus amores (Ilustración: El Gráfico)



Nota publicada en la edición abril 2006 de la revista El Gráfico

Bandeja de almuerzo en mano, Fernando avanzó hacia el fondo del bar y se sentó en la mesa de sus compañeros de trabajo, que hablaban desordenadamente sobre los temas de siempre: mujeres y fútbol. Su inserción pareció digna de un monje con voto de silencio, hasta que interrumpió con una frase que hizo atragantar a varios.

–Estoy hecho pelota.

–¿Qué te pasó? –preguntó el que primero pudo digerir el bocado, con súbita culpa por haber estado hablando de cosas tan banales.

–Descendí con el Mallorca. No lo puedo creer, te juro. Pensé que lo iba a salvar, pero no, al final... no entiendo, no entiendo. Estoy mal.

La escena, que bien podría ser extraída de alguno de los cuentos de Fontanarrosa, no tiene ni una pizca de ficticia. Fernando es uno de los tantos que cayeron presos del vicio del Football Manager, el juego de estrategia de fútbol más popular de todos los tiempos, que cada año soprende por su realismo y les cumple el sueño a muchos entrenadores frustrados.

El FM resulta tan adictivo, que oficialmente llegó a ser citado en tres casos de divorcio, dos en Inglaterra y uno en Portugal. Uno de los hombres involucrados decidió ir a los Tribunales cuando su esposa le rompió el CD del juego, harta de aparecer segunda en la escala de importancia de su marido.

A otro, en cambio, lo descubrieron in fraganti en un “bulo”, acondicionado especialmente para jugar al FM sin que nadie lo molestara. El tipo decía que se quedaba trabajando hasta tarde en la oficina, pero en realidad, lo que hacía era irse rumbo a su escondite para calzarse el buzo de DT. Otra que una amante.

“No es que estemos orgullosos, pero hay historias de chicos que no hacen la tarea y a los que suspenden en sus colegios por culpa del juego. Varios de esos chicos nos escribieron para agradecernos. Es que la suspensión les da más horas para dirigir”, explicó Paul Collyer, uno de los creadores, a la revista inglesa FourFourTwo.

Hace trece años, decepcionados porque los juegos para ser director técnico no cumplían sus expectativas, Paul y su hermano Oliver comenzaron a programar el videogame más perfecto del rubro.

“La idea era que cada decisión táctica tuviera un resultado en la performance. Un juego en el que uno pudiera manejar los regímenes de entrenamiento, la relación con la prensa y con otros colegas, o meterse de lleno en la guerra por fichar talentos de cualquier lugar del mundo”, detalla Paul. En definitiva, un simulador del fútbol tal cual es, en el que cada click que uno hace influye en el futuro propio como DT.

Jugar sin ver


Cuando nació la serie Championship Manager, el escepticismo de los entendidos era manifiesto. Entre un mar de datos a la vista (características técnicas y físicas, estadísticas varias) y otros por descubrir (propensión a las lesiones, personalidad, aguante de la dirigencia) la complejidad del juego parecía estar reservada más para los Einsteins que para los usuarios comunes.

Además, tenía una falla que se antojaba imperdonable: no se podían ver los partidos; apenas se leía un relato de lo que estaba sucediendo.

¿Perderse tres horas programando todo y mirando planillas de datos para ni siquiera poder ver el partido? Sonaba más divertido construir  casitas con un mazo de cartas o medir la actividad sísmica de La Pampa. Sin embargo, los detractores debieron bajar las armas y rendirse, ya que el juego fue todo un hit. Vendió 2,6 millones de copias sólo en Inglaterra y pasó a liderar los charts entre los más populares de toda la historia.
Imagen VISION DE PIZARRON. Un estilo clásico para acomodar a los jugadores de acuerdo al sistema táctico elegido.
VISION DE PIZARRON. Un estilo clásico para acomodar a los jugadores de acuerdo al sistema táctico elegido.

Con cada versión nueva, las mejoras sorprendían a sus seguidores, que se multiplicaban como conejos. Hace dos años se incorporó una canchita para finalmente ver los partidos desde arriba. En un revival de los antiguos juegos de fútbol, los jugadores son meros circulitos con pies, pero esto sirve para detectar qué cosas están haciendo bien y mal, por qué el equipo llega poco al área o por qué deja huecos en el fondo (el problema es que el seis no sabe achicar y habilita a medio mundo; hay que trabajar más en defensa).

El punto más exquisito del Football Manager es que produce un halo de realidad en una gran burbuja de fantasía, y ése es el señuelo que atrae tanto a hinchas como a futbolistas y técnicos profesionales de todo el mundo.

Prácticamente cualquier situación que se produzca en un partido o en un vestuario puede darse también frente a la pantalla. ¿La intoxicación masiva que tuvo el Atlético de Madrid este año? A veces pasa en el FM. ¿Lesiones por apurar la recuperación o infiltrar a alguna figura? Sucede, sucede. ¿El línea cobró un offside porque estaba demasiado lejos de la jugada? Bienvenidos al juego en que los árbitros también se equivocan.

Otra: tener al plantel en contra puede ser causal de despido. Por ejemplo, imaginemos, si el capitán se pusiera en contra de uno, el clima en el vestuario se haría irrespirable en poco tiempo. Y con eso, aumentarían las probabilidades de terminar desempleado en Punta del Este, paseando de la mano con la novia, mascullando que su proyecto real estaba por empezar.

@c1@ Comenzar a jugar con provisiones cerca de la computadora @cc1@
@c2@ Recordar poner el despertador para acordarse la hora en que uno va a trabajar@cc2@
@c3@ Setear el juego con Auto-Save, para salvar una campaña memorable de un corte de luz @cc3@

La evolución a un juego de rol


En el FM, como en el fútbol real, el DT es el fusible y los jugadores pueden mandarlo a la calle. Dirigir no sólo es meter flechitas en un pizarrón y esperar el partido, sino un complejo mundo de relaciones humanas. O electrónicas, bah. “Originalmente, el nuestro era un simulador de fútbol, pero ahora ya no se lo puede ver así. Directamente se transformó en un juego de rol”, sostiene Miles Jacobsen, capo de la firma Sports Interactive.

Arreglarles los contratos a unos y no a otros puede provocar divisiones y celos, lo mismo que el tema de la capitanía. Y si los halcones y las palomas se comieron a Oscar Tabárez en seis meses, imagínense lo que duraría un inexperto DT que recién arranca.

Y atención con los periodistas, que vienen a hacer preguntas cuando uno quiere esconderse debajo del colchón. Mandar sólo críticas o mensajes cautos baja la moral de los muchachos, pero tampoco se puede salir a declarar a los cuatro vientos que el equipo va a ganar fácil el campeonato, porque el plantel podría confiarse y dormirse en los laureles. Y uno terminaría siendo el hazmerreír de sus colegas.

A la hora de declarar, se puede jugar a ser Mourinho, Bielsa o el Tolo Gallego (sin decir “fulbo”, un error del juego). Calentar los partidos puede servir, pero también motiva más a los contrarios. Y si uno no tuvo perfil diplomático por años, cuando esté al borde del despido ningún colega va a salir a bancarlo y a pedir que no lo echen. Para cada acción a tomar, siempre hay un “pero” que tener en cuenta.

Trotamundos y tradicionales


Hay 51 países en los que uno puede elegir dirigir (en la Argentina se puede jugar de la B Nacional para arriba), todos con las reglas propias de sus respectivos campeonatos, sean los de India, Singapur o Islandia. Ojito, que la barrera idiomática también puede ser un problema.

“Una vez que uno elige el equipo, lo fundamental es no apurarse y apretar 'Continuar' antes de tiempo –dice un fanático, Nicolás Fergero–. Hay que analizar bien el club, los jugadores que hay, lo que falta, qué esquema se puede usar y a quiénes se puede comprar con la plata que hay. Si uno se acuerda de comprar después de la pretemporada puede ser muy tarde”.

Para bucear en la base de datos, hacen falta tubos de oxígeno. Son 280.000 personajes reales entre jugadores, entrenadores, preparadores físicos, dirigentes y árbitros. El Chelsea es uno de los clubes cuyos scouts utilizan el FM como instrumento de trabajo. Algunos de los detalles que trae son alarmantes: pie más hábil, compañeros preferidos, fin del contrato...

El juego arranca a principios de temporada y fluye hacia caminos diversos, de acuerdo con lo que vaya sucediendo. Muchos futbolistas se fascinan al verse en acción y testearse en diversas circunstancias, países y clubes distintos.

Robbie Fowler, Rio Ferdinand, Rui Costa y Javier Saviola son algunos de los seguidores famosos de la serie Championship Manager (se transformó en Football Manager hace dos años, cuando Sports Interactive firmó para Sega). El volante Lee Hendrie una vez pidió que instalaran enchufes en el micro del Aston Villa, así podía dirigir en los viajes. Y los creadores se negaron a revelar qué jugador internacional inglés le encomendó a su representante que le consiguiera la última versión, un par de meses antes de que saliera a la venta.

“Hace unos años, cuando Italia tenía que jugar contra Inglaterra, el técnico inglés Peter Taylor convocó a muchos jugadores nuevos. El DT de Italia no los conocía, y les preguntó a los suyos si alguno sabía algo sobre los debutantes. Demetrio Albertini, un fan de nuestro juego, dijo que había dirigido a varios. Y ahí nomás sacó su laptop y se puso a explicar”, revela Collyer.

Claro que para hacerse especialista, hay que sumar horas de juego, casi seguro bajo la mentirosa consigna “Juego un partido más y paro”.

Y hablando de frases típicas, si mirando un partido por la tele, alguno de los de alrededor pronuncia la mágica frase “a éste lo tuve”, al ver a un jugador del MTK Budapest en la pantalla, no lo piensen dos veces: se trata de un fana del FM, acaso uno de los tantos que integran ese submundo digno de El club de la Pelea, pero que cambia raspones frescos de combate por oscurísimas ojeras de insomnio.

Por suerte, el FM tiene un medidor de adicción que ayuda a los que ya cayeron en la trampa. ¿Para tanto? “Dar vuelta el calzoncillo evita tener que ir a cambiarse la ropa interior”, reza uno de sus consejos.

Sí, parece que es para tanto.

Por Martín Mazur y Tomás Ohanian.
Nota publicada en la edición abril 2006 de El Gráfico