Las Entrevistas de El Gráfico

Lucas Ayala: "Soñé con la Selección Argentina, pero hoy me siento mexicano"

A los 16 fue a tierra azteca con las Inferiores de Racing. Monterrey le echó el ojo y se lo llevó un año después. A los 30, el volante se dio el gusto de debutar para la selección Tri.

Por Redacción EG ·

21 de agosto de 2009

Nota publicada en la edición julio 2009 de la revista El Gráfico

–A LOS 16 AÑOS te fuiste a México, ¿cómo arrancó la historia?
–Comenzó en el 93. Con un selectivo de distintas categorías de Racing fuimos a una gira por México, que organizaron unos empresarios argentinos. Estuvimos en varias ciudades, entre ellas Monterrey, donde me vieron jugar, pero en ese momento volví a la Argentina. Después de más de un año, llamó a mi casa Mario Suárez (uno de los empresarios) y me ofreció hacer una prueba en el Monterrey. Lo paradójico es que, en esa época, ya hacía como cinco meses que no estaba jugando.

–¿Cuáles fueron los motivos de ese alejamiento?
–No era titular en mi categoría, se me complicaba por cuestiones de tiempo y dinero, mis viejos hacían un esfuerzo muy grande. Era chico y a esa edad uno tiene otras cosas en mente. Recuerdo que me gustaba mucho el paddle. Se me había metido que quería ser un grande de ese deporte. Además, tampoco iba al colegio; con un amigo nos rateábamos todos los días.

–En ese contexto, ¿no dudaste en ir a probar suerte a otro país?
–Nunca tuve ningún temor, porque quería jugar al fútbol y sabía que en la Argentina iba a ser complicado. Deseaba cumplir mi sueño, así que decidí probar en el fútbol mexicano y tener otro tipo de experiencia. Mis viejos me apoyaron, algo fundamental. A los 16 años no es fácil dejar tu país, la familia, los amigos y  muchas cosas. Pero se resignan por un anhelo.

–Esa primera época en México debe haber sido difícil.
–Fue muy complejo, al tal punto que, al principio, no podía jugar en Monterrey porque Racing no me daba el pase. Entonces estuve dos años sin disputar un partido oficial en Inferiores, me comí el garrón de perderme ese tiempo. Por suerte, el club me hizo un contrato a pesar de esa traba. Realmente fue una situación atípica porque Monterrey estaba en su derecho de prescindir de mis servicios.

–¿Cómo sobrellevaste anímicamente esos dos años sin jugar?
–Fue difícil, pero en esos tiempos Monterrey era muy fuerte económicamente, gracias a lo cual me tocaron muchos viajes a Estados Unidos y Europa, donde jugaba torneos no oficiales. Además, en ese lapso me subieron a entrenar con la Primera, de la mano del técnico chileno Arturo Salah. Me tenían mucha fe. Ese apoyo me facilitó la estadía en México; de lo contrario, hubiese sido muy pesado estar tan lejos y sin jugar un partido.

–En los clubes argentinos sucede que los juveniles del Interior extrañan y se vuelven a sus pueblos, ¿nunca te agarró angustia?
–Hubo momentos en que extrañaba mucho, era una situación fea. Sin embargo, fueron más fuertes las ganas de triunfar que la distancia. Esa ilusión de hacerme un nombre y que mi familia sintiera orgullo era más poderosa.

–Jugaste la Copa Libertadores del 99 con Monterrey, aunque no llegaste a debutar en el torneo mexicano.
–Fue algo muy raro, estuve cinco años en el club sin jugar un partido en la Primera. Me dieron a préstamo dos años al Saltillo (filial en el ascenso del Monterrey) y por diferentes causas nunca tuve la chance de jugar en Primera División. Ese fue uno de los motivos para irme y buscar otras oportunidades.

–¿Cuáles fueron los siguientes pasos tras dejar el Monterrey?
–Gracias al Turco Mohamed, que era mi compañero, conseguí que me dieran el pase libre. A partir de ahí recalé en el ascenso por varios años. Jugué en Tigres de Ciudad Juárez, Correcaminos, Tigrillos, Tapachula y Zacatepec.

–Hubo un partido especial, vos estabas en Saltillo y se midieron ante Tigrillos, que dirigía tu suegro Osvaldo Batocletti.
–Lo enfrenté varias veces. Era un tema complicado en la semana: miles de entrevistas hablando sobre a quién iba a alentar mi señora. Además, en las prácticas previas sobraban las cargadas, aunque también era lindo y especial. Creo que tengo saldo a favor frente mi suegro.

–Es muy complicado dar el salto del ascenso a Primera, ¿cómo lo lograste?
–Con mucho esfuerzo, a mediados del 2003 me había quedado sin club y no tenía ganas de seguir jugando. Justo, Mohamed me buscó para llevarme al Zacatepec, donde era técnico. En ese club me fue muy bien. Si no fuera por la ayuda del Turco y Sergio Verdirame, hoy no estaríamos hablando.

–Mohamed te ayudó en varias etapas de tu vida: también te recomendó para que te comprara el Veracruz en 2004.
–Es una gran persona, un verdadero amigo. Creí que mi sueño de jugar en Primera no llegaría, pensaba que no era lo mío. El Turco habló con los dirigentes del Veracruz y ayudó para que me compraran.

–Luego de años de esfuerzo y desarraigo, ¿qué significó llegar al Veracruz?
–Cuando me tocó, sabía que era mi único tren, al que tenía que subirme y aprovechar al máximo. Era consciente de que todos los momentos difíciles por algo me habían sucedido y que fueron pruebas superadas.

–Tras tres años y medio en Veracruz los hinchas te tienen como ídolo, ¿el punto máximo fue el gol ante Morelia en el Clausura 2006, que los salvó del descenso?
–Esa situación fue una paradoja del destino. Empezamos mal el torneo, perdimos los primeros cinco partidos. Justo me desgarré y estuve afuera dos meses. Cuando volví, el equipo transitaba una buena racha, así que entraba poco o nada. Me sentía mal, me había acostumbrado a jugar. Fue un semestre difícil, creía que no era mi torneo. En la fecha final salí de titular y tuve la suerte de meter el empate que significó salvarnos, lo que fue muy importante para el club y mi familia.

–En enero de este año, Sven-Göran Eriksson te convocó para un amistoso de México ante Suecia, ¿por qué se armó tanta polémica con tu citación?
–Muchos creían que no estaba a la altura de la selección o que no era indicado para ese puesto (volante central), donde hay varios mexicanos de calidad. Sin embargo, no quería meterme en polémicas, lo disfruté al máximo, más allá de lo que se dijo. Fue una experiencia hermosa.

–Siempre te declarás como un mexicano, ¿en aquel partido en California no pensaste en la camiseta celeste y blanca?@fotoD@
–No, aunque no me olvido de mis raíces, donde nací y pasé mi infancia. Claro que, de chico, soñaba con la Selección argentina, pero hoy me considero mexicano porque así me lo hicieron sentir desde que llegué.

–No te volvieron a convocar, ¿será por tu rendimiento o por la polémica con los naturalizados?
-Esa noche no fue mi mejor partido, es una realidad, aunque no sé por qué no me citaron otra vez. Sigo trabajando para volver a ser llamado, la ilusión está intacta.

–¿Nunca idealizaste la posibilidad de jugar en la Argentina?
–Jamás lo pensé, quería triunfar acá. Nunca quise volver y hacer carrera en la Argentina. Sabía que estaba grande para eso, prefería cumplir el sueño en México.

–¿Alguna vez te llamó algún club argentino para sondearte?
–Nunca, siempre hablo con Mohamed o Gallego, que son amigos, pero no me llegó una propuesta seria. Estoy muy bien, no quisiera volver.

–¿Y si te llaman Boca o River?
–Bueno, son clubes muy grandes, donde me gustaría jugar, lo mismo que Racing, del que soy hincha. Obvio que me seduciría, pero no es mi prioridad.

Por Juan Martinich

UN POLLO DEL TURCO
LUCAS AYALA distingue al entrenador Antonio Mohamed como el mecenas que lo restituyó a la senda del fútbol, cuando el fuego se le estaba extinguiendo. El destino los entrelazó, primero como compañeros de equipo en Monterrey, en 1999, y luego  con el Turco ya con el buzo de técnico en Zacatepec, en 2003. Indudablemente, el actual entrenador de Colón posee los fundamentos para retratar de cuerpo entero al volante. “Lucas cuenta con un despliegue físico impresionante, gran capacidad de recuperación, es inteligente para distribuir juego y su mayor virtud es la agresividad para robar balones. Tiene cualidades para jugar en cualquier liga del mundo. Se fue muy joven a México y no pudo desarrollarse acá, pero tal vez venga más adelante. ¿Si nunca lo tuve en cuenta para incorporarlo a Huracán o Colón? No, porque sé que allá puede ganar más dinero. Además, es posible que se sienta comprometido y no quiera negarse por una cuestión de amistad, cuando creo que es el momento de que haga una diferencia económica”. Enfocando en el camino que recorrió Ayala (283 partidos jugados y 16 goles en el fútbol azteca), el Turco opina: “Se embarcó a la aventura siendo chico, cuando el mercado mexicano no era tan conocido. Se la jugó, siguió insistiendo y tuvo la fortuna de triunfar. Se merece el lugar que se ganó, la luchó mucho. Es muy loable todo lo que construyó”.