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Ahí estuvo Garrincha

¿Dónde? En el cuerpo de Ronaldo, en una jugada efímera calcada a un amague típico del eterno Mané. De paso, nunca está de más empaparse un poco del hombre que dio más alegría en toda la historia del fútbol, como dijo una vez el escritor Eduardo Galeano.

Por Redacción EG ·

17 de junio de 2009
Ronaldo ante Vasco da Gama

En las piernas de Ronaldo habitó por un ratito Garrincha. Incrédulos, abstenerse. Soñadores, a contemplarlo. Resulta que Ronaldo juega ahora en Corinthians, sale campeón del torneo Paulista y ensaya una jugada digna de Mané, efímera y deslumbrante. La pelota cae en sus pies sensibles, coquetea con la magia y vuelve mansita a un compañero. Apenas unos segundos. Apenas unos amagues. Un derrumbe de un defensor hipnotizado. Una cola al césped. Instantes exquisitos que, está claro, recordaron a Manuel Francisco dos Santos.
Mané en imágenes que corren


Ronaldo, sin embargo, es diferente a Garrincha. Uno aún hoy es un centrodelantero que se mueve sin problemas por los costados. El otro aún hoy es para muchos el mejor wing derecho de la historia, a pesar de que ya no está. Pero, atención: deténgase en el minuto 2:38 del video de la derecha sobre Mané. Observe minusiosamente lo calcado de ese amague al de Ronaldo. Al futbolista del Timão -cerca de ganar la Copa de Brasil- se le infiltró en sus pies el alma y en la cabeza la memoria del genial puntero, “el hombre que dio más alegría en toda la historia del fútbol”, como escribió Eduardo Galeano en su libro El fútbol a sol y sombra.

El ángel de las piernas torcidas, enmarcado así en un poema de Vinicius de Moraes, el niñito de Pau Grande, el puro instinto, el brote de los márgenes, el capturado por el alcohol, el ídolo de Botafogo, el de la “alegría do povo”, el de amague por adentro y desborde por afuera, se condensó de un relámpago en una maniobra de Ronaldo. Incrédulos, a contemplarlo. Soñadores, a seguir los sueños.

Roberto Parrottino