El mundo de los representantes

Fernando Baredes: "Esta profesión me quitó la pasión por el fútbol"

Uno de los titulares de Soccer Management Group nos da su mirada acerca de la actualidad de la representación de jugadores.

Por Redacción EG ·

10 de marzo de 2009
En diálogo con elgrafico.com.ar, Fernando Baredes- uno de los fundadores de Soccer Management Group- nos cuenta acerca de sus inicios como representante de jugadores, los cambios que padeció durante el ejercicio de la profesión, las situaciones difíciles que superaró y su visión de la actualidad del fútbol local.

-¿Por qué decidió ser representante?
-Como casi todos los abogados que estamos en el tema de los jugadores, empezamos a involucrarnos con ellos desde el aspecto del Derecho. Después, cuando uno se mete en el tema de los jugadores por ese lado termina -por una cuestión de conocimiento del producto y la materia- representando jugadores. Hay además, un factor emocional que es la pasión que uno tiene por el fútbol que, lamentablemente, cuando te metés mucho en esto se va perdiendo. El tema es buscar la forma de estar más en contacto con el fútbol.

-¿Cómo comenzó?
-Empecé como abogado de representantes, luego fui abogado de jugadores y, después, comencé con la tarea de representante netamente dicha. Hoy, sigo siendo abogado de algunos representantes y jugadores. A veces hay una línea muy fina, difícil de marcar, entre el abogado y el representante, aunque uno trata de mantenerla y separar el profesional del representante. Yo empecé con un solo jugador y después, de a poco, ese jugador me trajo a otros. Mi desempeño como abogado hizo que jugadores que estaban sin representante me consultaran. Hace un par de años, en la sociedad que tenemos, se incorporó otro agente de jugadores que es Sergio Rozental, que es el que está más en trato diario con los jugadores. Fue jugador profesional, entonces tiene un trato más directo con ellos. Hace dos años, nos ampliamos un poco, porque el mercado lo pide; además de los jugadores profesionales, tenemos chicos de Inferiores o que están por llegar.

-¿Cuántas personas representa?
-Tendremos diez profesionales y siete amateurs.

-¿Qué porcentaje cobra un representante?
-Nosotros, localmente, no les cobramos a los jugadores. Respetamos el salario del jugador, como algo muy personal. De hecho, me ha pasado en varias entrevistas, que todos quieren saber los acuerdos económicos de los jugadores. Hace unos días, durante una nota radial, un periodista me preguntó en cuánto se había cerrado una transferencia y le dije “Alan, ¿yo te pregunté cuánto te pagan en la radio?”. Nosotros defendemos el salario de nuestros jugadores, porque es nuestra obligación. En caso de las ventas al exterior, el porcentaje habitualmente ronda entre el 5 o el 10. No es un número fijo, ni estático, puede variar de acuerdo con el tipo de operación, pero es un parámetro que se puede tomar.
Imagen BAREDES, junto a Juan Pablo Carrizo (Foto: Soccer Management Group).
BAREDES, junto a Juan Pablo Carrizo (Foto: Soccer Management Group).

-¿Por qué es necesario un empresario para vender a un jugador entre clubes argentinos?
-La realidad es que hay una reestructuración importante a nivel mundial, la crisis que se vive en otros sectores de la economía a nivel mundial afecta directamente al fútbol. Si ves los últimos tres o cuatro libros de pases, te das cuenta de que no hubo un gran número de transferencias al exterior. El representante siempre estuvo para arreglar los contratos de los jugadores, no es algo nuevo. Es una profesión un poco ingrata, a veces se puede entender o no la posición de algunos jugadores, pero el representante siempre estuvo desde el principio; aunque tenían menos trascendencia. Antes de Cyszterpiller o Aloisio, había representantes. Antes los pases internacionales. Intervenían agentes del exterior, como el caso de Antonio Caliendo, el italiano que hizo el de Ramón Díaz o Daniel Passarella. Él trabajaba en esto en los años 70, fue como el precursor. La profesión de agentes, reglamentada por la FIFA, no tiene mucho tiempo. Justamente, la reglamentación fue consecuencia de la existencia de los agentes; que es una derivación un poco similar a la representación de boxeadores.

Muchos de sus colegas opinan que cualquiera con un par de tarjetas, un cliente o sólo un par de conocidos, dice ser representante. ¿Usted qué cree?
-Yo disiento con ellos. No hacen falta ni tarjetas, ni clientes, ni nada. Hoy cualquiera que está dando vueltas quiere entrar el negocio del fútbol. Existe una fantasía con respecto al negocio del fútbol, el que es hincha o tiene a un jugador amigo o que es conocido de alguien que es amigo de un jugador, intenta hacer algo con el fútbol. Está desvirtuada la profesión. Yo no quiero ofender a nadie, pero hay muchos colegas que dejan a la profesión mal parada. Es feo generalizar, pero hay pseudorepresentantes, que por ser “amigos de” quizás no conocen la reglamentación y hacen macanas.

-¿Cree que para ejercer la representación de jugadores se tendría que pedir algún nivel de estudios?
-Hay un ex jugador italiano, Oscar Damiani, del cual, no sé acerca de su nivel de estudios. Sin embargo, es un caballero. Ha representado a Shevchenko, Drogba, Dida, y muchos jugadores del Milan. Sinceramente, hay muchos que están muy preparados y hacen cosas que no deben hacer.

-¿A partir de qué edad comienzan a representar un jugador? ¿Quién es el más joven que tiene?
-Los amateurs tienen un promedio de 17 años. Aunque, una vez, tuvimos uno de 15. En general, a partir de la categoría 91, porque sino -en vez del representante- se es el papá. En cierta forma, uno termina siéndolo porque la mayoría de los jugadores que tenemos son del interior y se apoyan en uno ante la ausencia de los padres que se quedan en sus provincias.

-¿Se peleó con algún familiar de un representado?
-Afortunadamente, no hemos tenido ese tipo de casos. Los padres han acompañado mucho a los chicos. Como abogado, me ha tocado discutir con un padre, porque consideraba a su hijo su póliza de retiro. El chico no jugaba en Primera todavía y tenía futuro de empresa.

-¿Notó alguna vez que la familia de un jugador sólo priorizaba la parte económica?
-Hace poco, un técnico y ex jugador muy famoso me encontró en la calle y le dije “¿Vio que Fulanito está jugando en Primera?’’, y me dice “No lo puedo creer”, a lo que le contesté “Cómo puede ser, si es un jugadorazo”. Me dijo “Condiciones le sobran, pero yo pensé que el padre le iba a arruinar la carrera”. Si cualquier sábado, vas a ver un partido de cuarta o quinta división, hay más presión que en un clásico River-Boca. Los padres, desde atrás del alambrado, le gritan: pasalo, quebralo, matalo, no lo dejés pasar, agarralo del pelo; es una cosa muy brava. Los chicos sienten la carga y la responsabilidad. El representante siempre les facilita a los jugadores aficionados un viático para que se pueda mover, muchos de ellos le entregan el 80% a la familia, porque hay problemas en la casa. Después, hay muchos padres que vienen al representante, aprovechando el buen momento futbolístico del hijo, para decir “Estoy mal” o “¿Me podés dar algo?”. Pasa, es muy frecuente.

-¿Cómo se pone un freno ante estas situaciones?
 -Uno le explica al padre que mi relación es con él hijo, que él solo tiene que firmar por un impedimento legal que no le permite firmar al chico porque no cumplió aún los 21 años. Sin embargo, hay muchas representaciones que se compran, que se les da un dinero para que el jugador firme y en el 99,9% de los casos, el dinero va para los padres.

-¿Alguna vez recibió a un jugador que se sentía presionado por los padres?
-¡Sí!
Imagen ROZENTAL posa junto a Bruno Marioni (Foto: Soccer Management Group).
ROZENTAL posa junto a Bruno Marioni (Foto: Soccer Management Group).

-¿Qué consejo le dio?
-En realidad, nunca tuvimos un caso tan puntual de algún padre que estuvo demasiado encima de su hijo. Al revés, nosotros, con Sergio (Rozental) les aconsejamos también que nunca se olviden quiénes hicieron el esfuerzo para que lleguen. Porque, bien o mal, el padre con todos sus defectos, por su condición de tal piensa que su hijo es Maradona. Nosotros recibimos 20 llamados por día de padres que dicen: “Veo a mi hijo y me hace acordar a Pelusa hace 20 años”. Es normal, yo digo que mi hijo es el mejor. Nosotros tratamos de que el concepto de familia se mantenga, porque los chicos sufren mucho. El 80% de los chicos que juegan en las Inferiores de equipos de Primera División, son del Interior. Viven en las pensiones de los clubes, solos en departamentos… y no tienen más de 17 años. El concepto de divisiones infantiles en el exterior es distinto, pero acá el problema económico impulsa a que los padres tengan que decidir que el chico siga estudiando o se venga a jugar a Capital. Nosotros ponemos como cláusula en los contratos con los menores que terminen la escuela secundaria, porque el fútbol es efímero.

-¿Qué diferencias se dan en la relación jugador-representante de la actualidad y la de antes?
-La representación de jugadores me quitó la pasión por el fútbol. En todo negocio una cosa es la vidriera y otra la trastienda. No sólo en el fútbol, en el derecho, la contabilidad, las empresas… Una cosa es la vidriera, lo que se ve todos los domingos en la cancha y otra es lo que se vive a diario detrás de aquello que el público puede ver. Antes de entrar en esto, yo era del público general.

-¿Cuáles son los puntos positivos y los negativos de su trabajo como representante?
- Los positivos, como dije, es que yo soy un apasionado del fútbol y ser representante me permite estar cerca de los vestuarios, de los jugadores, de muchos dirigentes. Por suerte, durante este tiempo me ha tocado tratar con todos dirigentes buenos, porque en todas las profesiones hay gente buena y mala. Uno de los puntos negativos, aunque muchos podrán preguntarse de qué me quejo, es que tengo que viajar solo durante mucho tiempo. Tengo que dejar a la familia, mi trabajo aquí y pasar 10, 15 o 20 días afuera y no de vacaciones. Me dicen “¡Qué suerte que te vas a Europa!”, pero cuando vas a trabajar pasás 3 horas en un club y las otras 21 te las pasás en el hotel mirando el techo o pensando cómo están las cosas en Buenos Aires. Pero lo peor de la profesión es la ingratitud de algunos jugadores, que son los menos. Uno siempre trata de conseguirle lo mejor al jugador, porque es una relación directa. Si al jugador le va bien, al representante le va bien. Sin embargo, me ha tocado lidiar incluso judicialmente con jugadores que, hasta por un auto, han querido cambiar de representante. Nosotros asumimos la responsabilidad de buscar lo mejor para el jugador, que tiene familia, hijos, y muchas veces, padres y hermanos. Hay jugadores que son fábricas. Hay gente que tiene 30 empleados y otros 30 familiares.

Por Alejandra Altamirano Halle