(sin categoría)

Los pies mágicos

El fútbol de salón sigue siendo amateur en la Argentina, pero no detiene su crecimiento. En los últimos años, el seleccionado nacional logró resultados que lo llevaron a mezclarse con las potencias que tienen ligas profesionales.

Por Redacción EG ·

27 de febrero de 2009
ACAPARA LA ATENCION de propios y extraños. Deslumbra, impacta y enamora. Los movimientos son coordinados y abunda la precisión. Se juega a uno o dos toques. No hay margen para el error. Una pelota mal pasada hacia adentro tiene destino de red. Se tiende a ensanchar la cancha. Hay control, horizontalidad, verticalidad y profundidad. Colocar el balón al vacío es una marca registrada. La bola se mueve al estilo de un flipper. Generalmente, se sale de tres y uno o, en su defecto, de dos y dos, según circunstancias, de acuerdo con el desarrollo del encuentro y de las medidas del perímetro.  

A diferencia de la película que proyecta un desconocido en la materia, el fútbol de salón otorga más realidad que fantasía. Si bien existen rodeos, calesitas asombrosas, pisadas y genialidades en una baldosa, el desarrollo ideal ofrece pragmatismo de mitad de cancha hacia atrás e imaginación combinada con coherencia en ofensiva. Ahí aparece el futsal, modo abreviado de mencionar la disciplina, en estado puro, devoción de tácticos y técnicos.

“Es la especialidad más difícil de ejecutar. Asombra el vértigo. Hay que arreglárselas en espacios reducidos y tener técnica, reflejos, disciplina táctica y conceptos de juego. En el país, no se acostumbra a formar a los chicos desde sus inicios. Los que sobran de cancha de 11 vienen a probar suerte y es difícil convertirlos. Aquí hay que dominar rápido el balón. Se debe parar la pelota con la suela, para evitar un rebote que genere una situación desfavorable. La construcción atlética, otro de los ítems en los que se falla, es indispensable para garantizar coordinación general al momento de moverse”, explica Fernando Larrañaga, pionero de los entrenadores, quien está ligado a la Selección desde 1987 –fue director técnico en las primeras dos Copas del Mundo y el técnico jefe en tres posteriores– y ubicado actualmente como director general de los seleccionados argentinos.

Fabián López, quien empezó como asistente de Larrañaga en 1995 y hoy dirige a la albiceleste, agrega: “El peligro es constante. Se juega de arco a arco con permanentes situaciones de gol. Tiene mucho de básquet. La habilidad de los futbolistas lo hace más espectacular. Se observan innumerables chiches. Si bien el fútbol de campo los absorbe, desde el futsal se desprendieron muchos talentos como Fernando Redondo, Juan Pablo Sorín, Andrés D´Alessandro, Esteban Cambiasso y Juan Román Riquelme, del club  Parque; Marcelo Gallardo, de Estrella de Maldonado; y Leandro Romagnoli, de Franja de Oro. Y brasileños, ni hablar. Todas sus estrellas –Kaká, Ronaldinho y Robinho– salen del futsal”.

LA HISTORIA comenzó a forjarse hace 23 años en la Argentina. Lejos de la moda del showbol, la Asociación del Fútbol Argentino organizó el primer torneo, bajo el lema de Fútbol 5, donde compitieron 14 equipos, pasando por Boca y River hasta derivar en Fénix y Yupanqui. Se utilizó un sistema anual de todos contra todos a dos rondas. Rosario Central estrenó la corona. El diseño duró once temporadas, pero bajó notablemente el número de participantes. En consecuencia, Julio Grondona abrió el abanico y dispuso que se incluyera a instituciones no directamente afiliadas a la AFA. El impacto fue inmediato y se inscribieron treinta conjuntos, lo que obligó a dividir las aguas. Sólo 18 conformaron la Primera División, cantidad que aún se conserva, y los 12 restantes se agruparon en la Segunda. Ya en ese 1997, el sistema varió. Se llevaron a cabo dos campeonatos cortos, Apertura y Clausura.

A la par de la efervescencia local, la Selección obtuvo espacio internacionalmente. En 1987, recibió una invitación para viajar a Brasilia, codearse con el ambiente e iniciar su camino. “Reunimos a un grupo que jugaba excelente al papi fútbol. Era un mundo nuevo. En los años siguientes, se juntaba a un equipo poco tiempo antes de un torneo y se iba con lo que había. Mientras los demás crecían, nosotros nos estancábamos. Estuvimos en los Mundiales de Holanda 1989 y Hong Kong 1992 (Brasil se consagró en ambos) y no se trabajó entre medio de los procesos. A partir de 1994, arrancamos de cero con una base de jugadores jóvenes, que salieron a la cancha en las últimas dos Copas del Mundo en su mayoría”, admite Larrañaga, de 64 años, oriundo de Gijón, España. 

Sin embargo, el círculo interno continúa siendo como al principio: amateur. Los protagonistas realizan otras actividades diarias y luego le dedican su tiempo al futsal. “Estaba en Unión de Olivos, y Fernando y Fabián me propusieron entrenarme con la Selección que se preparaba para el Mundial de España 1996. Tenía 20 años y trabajaba en una panadería. Me levantaba a las 4.30 de la mañana y culminaba mi jornada a las 16. Dormía la siesta, practicaba de 21 a 23 en el CENARD y me acostaba tipo 1 de la madrugada. Aproveché la oportunidad. Si bien vestí la camiseta de Boca, hace diez años desembarqué en el fútbol europeo; estuve nueve en Italia y uno en España, que tienen ligas profesionales. Esa es la clave para vivir de esto”, revela Carlos Sánchez, símbolo de la albiceleste y capitán del seleccionado a partir del nuevo milenio.

Con el transcurso del tiempo, la mano apenas varió. En ciertos clubes como Boca, River, Pinocho, Independiente y San Lorenzo, entre los más destacados, se coloca un maquillaje vía una ínfima inyección económica. “Algunos lo tomamos como profesionales, más allá del dinero; y otros, como hobby. Hay que modificar la cabeza de los dirigentes y del 90 por ciento de los formadores para que la disciplina sea rentable”, afirma Javier Guisande, quien atajó la última temporada para Boca y acumula cuatro Mundiales defendiendo el arco de la Selección.

Dentro del panorama nacional, existe un equipo modelo: Pinocho, que se inició en la actividad en 1999 y ascendió dos años después; se convirtió en el club más ganador del país. Obtuvo su séptimo título local, cosechó su tercer bicampeonato (2005, 2007 y 2008); se consagró como el primer campeón del Torneo Nacional hace menos de un mes, se aseguró su lugar en la próxima Copa Libertadores de América y alcanzó un invicto de 103 encuentros. “Tienen un lindo equipo, pero la diferencia la hacen en la organización. Sus jugadores se juntan en el club antes de los partidos, meriendan y viajan juntos en micro. Incluso, se concentran”, analiza Larrañaga, coordinador general de Boca.

EL MERCADO externo seduce. La ilusión de cruzar la frontera y relamerse con las mieles del profesionalismo está al filo, factor determinante en la jerarquización de la Selección. “Fue vital. Al ser remunerado, en Europa crecen las exigencias y nuestros muchachos adquieren experiencia y roce. A mí también me pasó como entrenador”, señala López, quien hace siete años ancló en el Calcio y hoy dirige al Napoli. Sánchez, por su parte, también en Napoli, aunque como último hombre, se extiende: “Nos eligen porque ponemos una huevos bárbaros; y a los europeos, principalmente a los tanos, eso les encanta”. 

De todos modos, costó que el seleccionado se mezclara entre los mejores diez del planeta. “Al principio, se buscaba achicar el margen con las potencias. Nos defendíamos y salíamos a contragolpear. La diferencia era de cinco o siete goles con las selecciones más fuertes. Una vez, en un amistoso frente a Brasil en Santos en 1999, perdimos por 14 tantos. Fue la caída más abultada. Junté a los más habilidosos y nos bailaron”, resume Larrañaga. Y Sánchez, que disputó cuatro Copas del Mundo y retornó al país este año para terminar su carrera, añade: “Era otra época. No te podías meter nunca en el partido”.

La brecha, de a poco, se acortó y la Selección argentina impuso respeto en 2003 al consagrarse campeona en el Mundialito de Kuala Lumpur, en Malasia; y en la Copa América de Asunción, en Paraguay, siempre venciendo al poderoso Brasil, sin importar la instancia. “El grupo tuvo la edad justa, ganas de ganar, juego, físico y cabeza. Les tapamos la boca a varios. Sólo dos selecciones en el mundo derrotaron a los brasileños, y nosotros somos una”, reflexiona Sánchez.

Al año siguiente, la Selección explotó en el Mundial de China y el éxito persistió al ingresar por primera vez en la historia, en las semifinales del certamen y terminar cuarta, el mejor puesto que se logró. “Fue nuestra Copa del Mundo. Hace mucho veníamos jugando juntos y tuvimos un rendimiento parejo. Hoy es una gratificación”, declara Guisande, quien se transformó en héroe ante Ucrania –en el último cruce de segunda ronda– al tapar, con ayuda del travesaño, la bola que decidió el futuro dentro de la elite.
“Hicimos un planteo con suma atención defensiva, para salir rápido en ataque. Sin duda, el mejor momento de nuestro futsal”, reconoce López en el rol de asistente; en tanto que Larrañaga, voz de mando en el banco, desliza: “Siendo profesionales en el método, pero sin masajista, kinesiólogo ni cocinero, llegamos hasta donde nos dio el cuero”. 

Entre el año pasado y este se brindó otra muestra de grandeza. La Selección se quedó con la medalla plateada en los Juegos Panamericanos de Río de Janeiro, en la primera edición que cobijó a la actividad; y luego, con cinco jugadores que actuaban en el mercado interno y nueve del extranjero, se dejó una huella importante en el Mundial de Brasil. Más allá de que los dirigidos por López se quedaron en segunda ronda, se rompieron los protocolos. “Me encantó la presencia. No estábamos acostumbrados a ocupar el papel principal y nos salió bien en casi todos los partidos. Sólo nos faltó ligar como hace cuatro años”, se adelanta López, y sigue: “El objetivo es establecernos entre los mejores cinco del mundo y estamos en camino, porque afortunadamente hoy tenemos recambio”. Y Larrañaga, quien vivió desde adentro todos los Mundiales, toma la batuta: “Es un milagro que la Selección esté donde está. Los europeos no lo pueden creer. La clave es la continuidad en el trabajo, el compromiso y que los jugadores acepten lo que venga”. 

LA CONSTRUCCION del mundo del futsal continúa vigente. En el marco internacional, la FIFA y el Comité Olímpico Internacional aún no acuerdan el ingreso de la disciplina en el calendario olímpico. En el contexto nacional, el recorrido hacia adelante es un denominador común. Ya con un aceitado sistema de selecciones menores (Sub 17, 18 y 20), la Argentina se convirtió en el segundo país que más jugadores exporta, y posee un sistema interno único en el mundo compuesto por categorías que van desde Primera a Octava. La cadena televisiva Fox Sports le otorga tiempo y espacio a la disciplina y en breve se inaugurará una cancha para que las selecciones nacionales puedan practicar el complejo que tiene la AFA en Ezeiza.  

La combinación de juego, belleza y estética es una asociación ilícita delante de las narices de los espectadores. Se entremezclan las emociones. La incredulidad ante una maniobra de galera y bastón abunda. Palmas. Atracción en cancha.

Por Darío Gurevich