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Un gol sin fin

Aldo Pedro Poy anotó un tanto de palomita para la historia de Rosario Central y del fútbol argentino. Fue el 19 de diciembre de 1971, pero, a través de un par de cuentos y evocaciones anuales, parece ser todos los días.

Por Redacción EG ·

19 de diciembre de 2008
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En Wikipedia, la enciclopedia libre de Internet, figura separado. Por un lado, Aldo Pedro Poy, el futbolista, el emblema, el ídolo; y por el otro, Palomita de Poy, un ícono, un amor, un gol sin fin. Si bien no pueden disociarse, porque se retroalimentan, la historia ha convertido a un gol en un mito viviente. Y bien viviente, porque cada año se celebra en algún rinconcito del mundo la palomita de Poy ante Newell´s, aquella del 19 de diciembre de 1971, el cóctel previo al título Nacional de Rosario Central.

Entre miles de corazones, el del Negro Fontanarrosa cooperó para agigantar el hecho. El viejo Casale todavía viaja al Monumental en busca de su deliciosa muerte, engañado por canallas más canallas que el propio Casale, y seguirá viajando por siempre. Roberto Fontanarrosa escribió el cuento "19 de diciembre de 1971", inmortalizado en su primera publicación en 1982. Allí, cuenta al compás de su imaginación el derrotero de un hincha-amuleto luego de su secuestro pergeñado por un grupo de amigos centralistas. Pero también, a pesar del dolor, los hinchas de Newell´s tienen un cuento para mermar la bronca y sentirse orgullosos de ser leprosos, llamado "Felicitaciones ingeniero", de Daniel Rearte, un hincha rojinegro.
Las primeras evocaciones de la palomita tenían a una docena de apósteles. Hoy, el evento gira por el mundo y acapara la atención del pueblo futbolero. La conmemoración del aniversario 37 se realizó en el estadio Centenario de Montevideo, en Uruguay. El evento, todo un acontecimiento, ya pasó por Cuba, por ejemplo. La Organización Canalla para América Latina -o Anti Lepra, depende desde donde se mira- pidió a un cuarto de siglo de la palomita su inclusión en el Guinness Book of the Records como "el gol más festejado de la historia". 

"Fue un gol de cabeza, de palomita. Acá, en Rosario, todo el mundo me lo recuerda. El otro día escuché que un padre me señalaba y le decía al hijo: "Ése es Poy" y el hijo, que nunca me había visto jugar le responde ‘¿El de la palomita?‘", recuerda a elgrafico.com.ar Aldo, quien, otra vez, palomeará la pelota de un gol sin fin.

 Roberto Parrottino