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DE CAMPEON A ULTIMO, RIVER LO HIZO

El equipo pasó de primero al fondo de la tabla por única vez en su historia, perdió de manera increíble las dos series de las copas y también cayó en los superclásicos. Fue campeón, pero ni con eso salva el año.

Por Redacción EG ·

15 de diciembre de 2008
Este River volvió a demostrar una vez más su faceta histérica. Tuvo su año de negros con un blanco en el medio, pero nada de grises. El balance de fin de año da claramente negativo y si no hubiera sido por el Clausura que ganó después de cuatro años, probablemente la sangre hubiera llegado al río.
El papelón de la Libertadores
La eliminación en manos de San Lorenzo fue un golpe realmente durísimo para la gente de River. La noche en que Gonzalo Bergessio marcó los dos goles para empatar el partido con dos hombres menos y así dejar afuera de manera increíble al equipo de Simeone, quedará en la historia dentro de las epopeyas del fútbol argentino y no precisamente con el mejor sabor para el Millonario.
Después de un mal arranque en Lima contra la Universidad San Martín, con vestigios todavía del equipo passarelleano, River remontó con las victorias sobre la hora en Chile ante la Católica y frente al América en el Monumental. Una nueva derrota en México abría un manto de dudas sobre la clasificación, pero el triunfo frente a los chilenos y la goleada a los peruanos por 5-0 pusieron a los de Simeone en los octavos de final.
En esa instancia le tocó jugar con el San Lorenzo de Ramón Díaz y Andrés D’alessandro, nada más ni nada menos. El partido de ida en el Nuevo Gasómetro fue una derrota por 2-1 con un gol de penal de Adrián González sobre la hora. En la vuelta en el Monumental se dio el partido tan recordado de la remontada con nueve hombres. La gente manifestó su bronca, fueron días turbulentos.
El campeón del Clausura
Durante el primer torneo local del año, River demostró todo lo que no pudo en el resto. Así como en la Copa era eliminado de manera vergonzosa, en el Clausura sacaba chapa gracias a victorias como las que tuvo frente a Gimnasia de La Plata después de ir perdiendo 2-1, o la de Colón en Santa Fe con un hombre menos.
De las primeras diez fechas, en nueve mantuvo el arco invicto una de las principales figuras, Juan Pablo Carrizo. El Cholo había recuperado a Matías Abelairas, Sebastián Abreu era importante en el juego aéreo en las dos áreas, y Ortega se juntaba con Buonanotte para crear desequilibrar arriba.
River no fue un campeón excelente, pero sí fue el mejor equipo. Además se cortaba la sequía de cuatro años sin títulos, la herida de la Libertadores empezaba a cerrar. Lo que quedaba para la segunda mitad del año era trabajar con tranquilidad para seguir en la senda ganadora. Se había acabo la mayor presión.
Otra ráfaga y afuera de la Sudamericana
Con el equipo último en el Apertura, la única carta que le quedaba por jugar a Diego Simeone era la Copa Sudamericana. Después de eliminar a Defensor Sporting en octavos, con el regreso y los goles de Sebastián Abreu luego de su travesía por Israel, al Millonario le tocó enfrentar a las Chivas de México. En el Monumental fue derrota por 2-1 a pesar de que el equipo jugó uno de los mejores partidos del semestre, pero convirtió en figura al arquero rival.
En la revancha le volvió a suceder algo parecido a lo de la Libertadores. Sorprendía a todos con una victoria por 2-0, pero en una ráfaga de 5 minutos le empataron el partido y lo eliminaron. Allí renunció Simeone y se acabaron las chances de pelear por algo en el segundo semestre del año.
El peor equipo de la historia
No fueron muchos los nombres que cambiaron del Clausura al Apertura, pero si trascendentales. Se fueron Abreu y Ortega, Alexis Sánchez y Carrizo volaron a Italia y no mucho más. Llegaron incorporaciones que no rindieron y encima muchos jugadores bajaron notablemente su nivel. ¿Pero alcanza esto para justificar que un equipo pase de campeón a último?
Hay una referencia de algo similar pero opuesto. En 2002 Independiente finalizaba el Clausura en la última posición, sobre el final asumió el Tolo Gallego como entrenador. En el Apertura, con muchas incorporaciones importante, el equipo dio la vuelta olímpica de la mano del tridente ofensivo Silver-Insúa-Montenegro. Claro que la situación de un equipo que pasa del fondo de la tabla a arriba es muy distinta a lo que le sucedió a River.
La cuestión es que el equipo cosechó 14 puntos, producto de dos victorias y ocho empates y finalizó en la última posición por primera vez en la historia. A falta de cinco fechas se fue Simeone y asumió Gabriel Rodríguez pero nada cambió.
Dos clásico, dos derrotas
El año también fue negativo si se tienen en cuenta los dos partido frente al clásico rival. En el primero, en la Bombonera, fue 1-0 con gol de Sebastián Battaglia de cabeza. Ese día River no encontró la manera de atacar a Boca y casi no le llegó al arco.
En la segunda mitad del año, los de Ischia llegaban con muchos problemas internos del plantel y si perdían prácticamente se despedían del campeonato. Fue victoria para el Xeneize por el mismo resultado con gol de Lucas Viatri.
El saldo arroja dos derrotas, dos goles de pelota parada, escasas llegadas al arco rival y ni siquiera la posibilidad de un solo festejo.
Casi una maldición
Es algo extraño lo que viene sucediendo en River desde hace algunos años, pero desde el campeonato Clausura 2002 que ganó con Ramón Díaz, el famoso en que Jose María Aguilar no le ofreció la renovación, para el Millonario todos los festejos fueron a medias o con un extraño sabor agridulce.
Repasemos: para el clausura 2003 que gana con Manuel Pellegrini, ese mismo semestre Boca obtuvo la Libertadores y eclipsó la campaña local de River. Al año siguiente, con Leonardo Astrada en el banco, el equipo se quedó con el primer torneo del año, pero unos días antes había sido eliminado por Boca en la recordada serie de semifinales de la Copa. Otra vez una alegría parcial. En 2008, con Simeone, el sufimiento se dio más por la incapacidad propia que por los resultados del eterno rival, pero la eliminación en manos de San Lorenzo y de la que se dio, empaño el logro del Clausura.
De cara al 2009, ya está confirmado Pipo Gorosito como entrenador. También se sabe que habrán elecciones y que son años de mucha disputa política en la institución. Algunos manifiestan que en ese clima es difícil obtener resultados deportivos, en 2005 y 2001 el equipo no lo logró.
A la hora del análisis final, en River quedarán muchas deudas por saldar, sobre todo con la gente que acompañó siempre. La dirigencia planea que sean los jugadores los que paguen las cosas, ya que, como dijo Aguilar “esto no será gratis”. Mientras tanto,padeció más de lo que disfrutó en un año en el que no hizo las cosas a medias. Fue el mejor y fue el peor.

Iván Sandler