Las Entrevistas de El Gráfico

“Sé que algunos me tienen apuntado”

Con ideas de fútbol ofensivo, arrancó con éxito su etapa de entrenador en Nueva Chicago, pero ahora afronta un desafío complejo: levantar a un San Lorenzo que empezó muy mal. Cree que no pone en juego su idolatría con el hincha y que hay gente en el ambiente que no le perdona su discurso.

Por Diego Borinsky ·

01 de diciembre de 2008



Reportaje publicado en El Gráfico en la edición de septiembre de 2003

1 ¿Festejaste el día que Miele perdió las elecciones? Sí, me puse muy contento, así pagó un poquito todas las maldades que hizo.
2 ¿Sos conciente de que siendo DT de San Lorenzo ponés en juego tu idolatría con la gente? No lo siento así. Lo que hice como jugador nadie lo podrá borrar, ¿quién me lo quita? Ahora es otra etapa. Podrán putearme, pero no hay problemas, son los riesgos que uno corre. Igual, siempre veo positivo, la mitad del vaso lleno, no la vacía.
3 Insua nació en el club, fue ídolo como jugador y lo insultaron bastante. ¿No te preocupa? Un campeonato no te da nada por sí mismo, sólo una chapa para afuera, pero interiormente, entre los jugadores, el hecho de ser un buen DT no pasa por un título. Que me puteen me puede afectar, sin embargo pienso en cómo enriquecer a los jugadores.
4 ¿En qué equipo te hubiera gustado jugar y no se dio? En un equipo con mar, con mucho calor y mar. Soy un enfermo del sol. No sé, Las Palmas, Mallorca, uno de ésos. Viste que todos sueñan con jugar en Real Madrid. Bueno, yo no.
5 ¿Tenés algún vicio? Sí, ir todos los martes al club Solís, de Tigre, cosa que hago desde chico. Hay una barrita, todos muy humildes y trabajadores, todos más grandes que yo, de 45 para arriba. Tenemos un equipo de baby muy conocido en zona norte, porque en los campeonatos por plata ganábamos siempre. Aun cuando estaba en River, me escapaba a jugar campeonatos de baby. Después del fútbol, le damos a las cartas. Somos un poco antiguos; a la mayoría le gusta el tango y hay uno o dos que lo cantan. Por ahí se da el caso de que la hija de uno cumple 15 años y como no le pueden hacer la fiesta, la mujer de uno consigue el vestido de una amiga, otro trae un cajón de tomates, otro, de lechuga, otro compra 500 gramos de jamón. Y todos nosotros nos vestimos con camisita blanca y le servimos a la gente. Entonces la nena festeja el cumple de 15 que no podría tener. Es muy raro para la época. Ahí yo soy uno más, no me dejan poner un peso más que el resto; y tampoco soy Gorosito el técnico ni el ex jugador.
6 ¿De qué jugás? Antes jugaba arriba, pero ahora como enfrentamos a pibes de 20 años, juego atrás. Los pibitos dicen: ¿cómo no les vamos a ganar a estos viejos? Y no nos ganan. En Solís les ganamos a todos. Aparte tenemos la ventaja de que la luz la manejamos nosotros: así que cuando vamos uno arriba, chau. La camiseta es roja y blanca: Estudiantes de Solís, de Tigre. ¡Qué equipazo!
7 ¿Vos llevaste a Ruggeri, como jugador, a San Lorenzo? Sí, hablé mucho con Miele para que lo trajera. En ese momento estaba sin club, en el América, de México, y se venía el Mundial 94. Miele me dijo: “¡Otro sindicalista más, no! ¡No te aguanto a vos y me querés traer uno más!”. Y lo trajo.
8 ¿También recomendaste a Pellegrini? A Manuel acá no lo conocía nadie, y hablé muchísimo con los dirigentes de San Lorenzo, con Miele, con el hijo, para que lo trajeran.
9 Cuando Pellegrini fue a River, ¿creíste que te iba a llevar como ayudante? Sí, incluso llegué a tener reuniones con los dirigentes de River, pero después optó por otros.
10 ¿Quedaste resentido con él? No soy de tener resentimientos.
11 ¿Tuviste que esforzarte mucho para convencer al Beto Acosta de que no se retirara ahora? No, le conté de nuestro proyecto: una cosa simple, sin misterios. El tiene la confianza para decirnos: “En vez de concentrar dos días, prefiero dormir en casa, hoy”. No hay problemas. El tiempo que él juegue, seis meses o un año, tiene que disfrutar.
12 ¿Vos lo elegiste capitán? No. A los muchachos les hablé: “No quiero uno que me represente a mí con ustedes; ustedes tienen que elegir un capitán que los represente ante la gente y ante nosotros”. Yo no quiero un vigilante mío. El capitán, para mí, lo tienen que elegir los jugadores. Y lo eligieron a él.
13 ¿A fin de año le vas a hacer el verso de nuevo? El puede jugar hasta que quiera. Como nunca tuvo problemas físicos, depende de su cabeza. Si hacemos un buen campeonato, y él está contento, y puede meter goles y tener situaciones, va a estar bien. Ahora, si hacemos un campeonato malo, van a mermar las posibilidades.
14 ¿Para darle una indicación le hablás igual que siempre? Yo me siento seguro de lo que hago, así que no tengo por qué andar con cosas raras ni con mano dura. Esas son inseguridades. A mi hijo no le doy garrotazos para que no toque lo que no tiene que tocar en la casa de un amigo. El sabe qué cosas no tiene que tocar, porque lo educo en mi casa. Yo nunca dejé de ser jugador. Las cosas que a mí no me gustaban, como mandar a profesionales a entrenarse a otra cancha, no las hago ahora.
15 Como técnico, apareciste con un discurso ofensivo. ¿No tenés miedo de que por eso muchos periodistas te bajen la caña? Es la falta de tolerancia. Lo noté desde el primer día que asumí en Chicago, cuando dije que íbamos a jugar en todas las canchas igual, que me daría vergüenza decirle a un jugador que marcara hombre a hombre sin participar en el juego. Sé que hay un par de periodistas que me tienen apuntado. No les gusta que opines diferente de ellos. Para mí no se puede acomodar el resultado a como dé lugar, no hay que ganar a toda costa, haciendo trampa, y sin importar el cómo. No pienso así. Y lo peor es que no aceptan que vos pienses diferente. Si al final se ha ganado con 20 tipos atrás y también con 20 adelante. ¿Qué quieren? Que uno diga lo que ellos quieren escuchar. Si decís lo que ellos quieren escuchar, por más que no le ganes a nadie, te hacen creer que sos Dios. No es así; si el hecho de que vos opines diferente a mí me hace crecer.
16 ¿Nunca se perdió nada dentro de tu melena? No sé. Por lo menos, si algo quedó ahí, yo nunca me enteré. Antes me peinaba y después me sacudía. Hace un tiempo dejé el hábito.
17 ¿Pelo corto jamás? Una vez, cuando nació Tobías. Hice la promesa de que cuando naciera el varón, me pelaba. Y cumplí en 1994. Ahora no me lo corto porque mis hijos no quieren; si fuera por mí me pelaría, algo más acorde con mi edad.
18 ¿Quién te puso Pipo? Mi mamá quería que me llamara Néstor, mi papá aceptó, pero agregó: le ponemos Raúl de segundo nombre y Pipo de apodo. Por Pipo Rossi, el cinco de River, al que admiraba. Después, por esas cosas de la vida, fui a River y jugué de cinco. Como Pipo.
19 ¿Llegaste a conocerlo? Sí. Un día oigo que alguien golpea las palmas en la puerta de casa, en Carupá. No teníamos timbre, nada. Salí a mirar quién era, yo tenía 10 años. “Pipo Rossi”, le digo a mi viejo. El se reía. Pipo había ido a visitar a unos amigos, se había enterado de mi historia, porque venía de salir una nota donde yo contaba todo esto en la revista River, le comentaron que vivía cerca y vino. Tomó unos mates y se fue. ¡Cuánta humildad de ese señor!
20 ¿Tu papá era fana de River? Normal, pero admiraba a Pipo. Admiraba a los que jugaban bien, por eso, de chico, a mí me llevaba a ver al Atlanta de Onnis y Candau, a San Lorenzo, al Huracán del 73. Donde había un equipo que jugaba bien, íbamos nosotros a ver.
21 ¿De chico eras debilucho? Era flaquito y delicado para comer. Si la sopa tenía verduras, no la comía; me la tenían que colar. Era pobre y pretencioso. La culpa era de mi mamá, que me malcriaba en una casa donde la heladera estaba siempre vacía. Mi papá se volvía loco. Me llevaban seguido al doctor. “Es flaquito, le van a partir las piernas”, decía mi mamá. Y entonces me daban vitaminas.
22 ¿Cómo eran los picados en el barrio? En el barrio tenía siempre la pelota. Es que el único regalo que me hacían eran pelotas: para Reyes, para Navidad, siempre la pelota. Entonces todos me venían a buscar para jugar.

23 ¿Andar siempre con una pelota te ayudó a desarrollar la técnica? Estaba todo el día haciendo jueguito. En el patio de casa, decía: hasta que no haga 30 jueguitos no me voy a bañar. Y así se acumulaba la mugre. No, ja, ja. En la casa de mi abuela, que tenía un techo de chapa, la tiraba y la perdía, aparecía de repente y trataba de pararla con el pecho. En el barrio era venir del colegio, sacarme el guardapolvo y jugar a la pelota todo el día. En el barrio había chicos que asistían a catequesis, y yo me enfermaba porque los sábados a la tarde iban a la parroquia. Nunca los entendí.
24 ¿Cómo llegaste a las inferiores de River? Ganamos un campeonato Evita, y River nos desafió: quedamos otro chico y yo. Tenía 7 años. El tema es que no podía ir porque no teníamos plata, entonces entre la gente del club Deportivo Tigre, mis tíos, mi padrino y mis viejos juntaban algo de guita para el tren y un sándwich. ¡Qué miseria!
25 ¿En esos viajes imaginabas que ibas a llegar? Nunca se me ocurrió que pudiera ser otra cosa que jugador de fútbol. No sabía si en River o dónde, pero me tenía una confianza ciega.
26 ¿Tu papá fue jugador? Sí, y todo el mundo me habla maravillas de cómo jugaba. Era de los pocos que en esa época, en el barrio, hacía goles de tiro libre por arriba de la barrera. Le pegaba muy bien a la pelota. Algo genético debe haber.
27 ¿Quiénes fueron los jugadores que más te aconsejaron cuando empezabas? Jota Jota López, Alonso, Merlo, Passarella, Gallego, Fillol, Tarantini, Milonguita Heredia, Luque, Olarticoechea.
28 ¿Recordás algún consejo en especial? Yo era tímido, si no me preguntaban no hablaba, por ahí estaba parado, y ellos me decían: “Sentate, ¿querés comer algo?”. Y yo, que tenía un hambre tremendo, decía que no. El Pato me vio que yo estaba con los del medio del plantel, ni con los chicos ni con los grandes. Tenía 15 años, era el más chico. El Pato me dijo: “No te juntés nunca con los del medio, porque ésos son a quienes les vas a sacar el puesto. O te juntás con los grandes, que por más que la rompas no les vas a mover un pelo, o te juntás con los pibes de tu edad, que van a estar contentos si te va bien. Los del medio van a tratar siempre de sacarte, porque vos lo vas a sacar a ellos”. Otra cosa que me quedó grabada y que después hice de jugador fue el tema de los premios. Ellos nos decían: “No arreglen hasta que arreglemos nosotros. Esperen que nosotros llevemos el techo bien alto, así vienen ustedes atrás”. Eso era bohemia, amistad, cosas que hoy se han perdido por completo. El capitalismo hoy hace que todo sea consumo y que estés frente a una computadora quince horas y que no necesités a nadie. En cambio, antes, precisabas uno para jugar a las figuritas, a la bolita, a lo que sea.
29 ¿En River tus compañeros también te decían Pipo? Al principio me jodían con “Falcao”, porque era un cinco con su estilo y, además, usaba rulos como el brasileño. Yo jugaba en mi división y después me iba a dormir con los profesionales. Me tenían como mascota. Cuando me mandaba una buena jugada en la cancha auxiliar, miraba para arriba a la concentración y pensaba: “Ahora, cuando llegue, me van a felicitar”. Y al contrario, me destrozaban. Pero bien, con cariño.
30 ¿Quién te enseñó cosas en el fútbol? Amadeo Carrizo entrenaba a los arqueros, y como yo me quedaba dándole al arco, me enseñó a pegarle el raquetazo, a hacer jueguitos...
31 ¿Hoy no les falta amor propio a los futbolistas, que ya no se quedan a patear? Tienen amor propio, pero antes el entrenamiento no era tan exigente. Hoy se entrena tanto que están al filo y, si se quedan, mañana no pueden levantar las piernas.
32 ¿A quién le pedías autógrafos? Nunca pedí un autógrafo. Admiraba mucho a Jota Jota, al Beto.
33 ¿Qué te dijo Labruna cuando te llevó a practicar con la Primera? Nos mandó a llamar, con Gordillo, Alegre, Tapia y Vieta, y nos dijo que íbamos a practicar con ellos. Nos daban cada patada los grandes… claro, a ver cómo reaccionábamos.
34 ¿Cómo fue debutar por una huelga de los profesionales? Tuvimos el apoyo incondicional de los jugadores de Primera, que nos decían que jugáramos tranquilos, que ellos peleaban por una cosa nuestra a futuro. Los rivales nos alentaban, también los árbitros, nos veían pibitos. Fue una sensación rara, difícil, pero ganamos un par de partidos.
35 ¿Cómo pasaste de 5 a 10? Hasta llegar a la Primera no había jugado en ninguna posición que no fuera cinco, pero cuando Labruna me subió, había muchos ahí y me puso por derecha. No era de quitar mucho, aunque sí de puntear, de adivinar, entonces me las arreglaba de cinco. En la Primera me pusieron por los carriles y me la rebuscaba, pero no me sentía pleno. Pedernera me retó: “Usted tiene que decirle que no juega más de ocho ni de volante por izquierda”. ¿Qué le iba a decir yo a Labruna con 15 años? Cuando llegué a San Lorenzo, el Bambino otra vez me puso en los carriles; encima acá teníamos menos la pelota que en River y había que correr más para recuperarla. En una práctica me puso de diez libre para los suplentes y metí ocho goles. Ahí arranqué como diez: en el equipo suplente, que jugaba el torneo local, metí 21 goles y salí goleador del campeonato.
36 ¿Por qué te costó “entrar” en la gente de San Lorenzo? Porque me ponían en los costados: había que correr mucho y yo no era de luchar. El baby me dio eso de que adentro del área, en cuanto me sacaba a uno, tiraba bien a los costados. Era difícil que errara si tenía una opción.
37 ¿Terminaste la secundaria? No. Mi mamá trabajaba limpiando para que yo pudiera estudiar en el Don Orione. Un día el maestro la llamó : “Mire, es mejor que su hijo no venga más, porque usted se rompe el lomo laburando, y él está todo el día jugando a la pelota. Piensa en cualquier cosa menos en estudiar”. Eso fue en tercer año. Lo bueno es que estudié dos años de carpintero ebanista y pude trabajar en una carpintería de 5 de la mañana a 12 y de ahí me iba corriendo a entrenarme.
38 El mejor maestro de inferiores que tuviste. Muchos: Martín Pando, Ramiro Pérez, Xenón Ruiz, Diez, Peucelle, Vairo, Dominichi y Pedernera. Don Adolfo me quería mucho, tal vez porque yo era medio atorrante y siempre tenía a mano una respuesta pícara o porque me gustaba el billar y a él también. Con todos los juegos que sean con una pelotita me las arreglo bastante bien.
39 ¿Qué pensaste cuando te agarró la hepatitis en 1980? Muchos creyeron que no iba a poder jugar más. Me iban a punzar el hígado porque la transaminasa se me iba a cinco mil, bajaba y otra vez arriba. A mi vieja le dijeron que no iba a jugar más a la pelota y por los sacrificios que hacía, le agarró una depresión. Fueron 72 días en cama. Justo estaba en la Selección juvenil.
40 ¿Cuándo supiste que ibas a ser DT? Por decantación lo sabía, siempre fui de preguntar. Un día, en el Hindú, no tenía ganas de dormir la siesta y le dije a Timoteo: “Del fútbol, yo sé todo”. No sé qué estaba leyendo, pero me acuerdo de que se bajó los anteojos, me miró por arriba y me dijo: “¿Qué es lo que sabés?”. Le respondí: “Todo lo que usted hace, de la triangulación, si quiere le explico”. El me dijo: “Bueno. Si le tuvieras que enseñar a un chico de inferiores cómo pegarle a la pelota, ¿cómo le enseñarías?”. Me mató. “Ves que no sabés nada”, la completó Griguol. No sabía nada.
41 ¿Cuánto duran tus charlas técnicas? Son quince minutos: un refresca memoria de la semana. Todo lo que vos no hacés en la semana no podés inventarlo sobre la hora. Trato de potenciar nuestras virtudes, destacar las posiciones en pelota parada. Y el 75% de la charla se refiere a nosotros, sólo el 25% del rival.

 

42 La mejor charla técnica. Una del Bambino en River: jugábamos contra Chacarita, tirábamos sombreros, sobrábamos. Entonces agarró una camiseta, la mojó, la escurrió y dijo: “Así quiero que quede cada una de las camisetas de ustedes, ¿entienden?”.
43 ¿Tenías alguna obsesión como jugador? Sí, que me pasaran la pelota fuerte. No puede ser que la pelota camine pidiendo permiso. Les digo a mis jugadores que la gente no se fastidia cuando alguien da un pase para atrás, sino cuando la pelota corre lenta. Muchas veces el pase para atrás es ofensivo: te permite seguir con la posesión, tener más panorama y poder cambiar de frente y eliminar el pressing. Pero tienen que estar todos involucrados, porque si yo hago un pase por atrás para limpiarla, me gritan “Gorosito, jugá para adelante”, y el defensor la revolea con un pelotazo, entonces es al divino botón que me hago putear. La velocidad en el fútbol está dada por el pase y la recepción: la recepción permite que te quede pronta para jugar, que no tengas que trabar. Lo difícil en el fútbol es gambetear.
44 ¿Cuándo empezó tu amistad con Zapata y con Borelli? A Jorge lo conozco de una preselección juvenil. Cacho de acá, Cacho de allá, le empecé a decir, y le quedó el apodo. Después vino a River en el 84 y se afianzó la relación. Y a Gustavo lo conocí en River, se creo una química, yo lo alcanzaba con el auto, porque es tres años más chico. Lo bueno es que ante cualquier circunstancia, les puedo decir qué harían ellos y viceversa. Son como una prolongación mía, y yo soy una de ellos.
45 Si Miele hubiera seguido como presidente, ¿serías hoy el DT de San Lorenzo? No sé. Nunca hubiese aceptado cosas que otros sí aceptaron. Por más que me diga “tenés que echar a éste, éste y éste”, no, andá y echalos vos, yo no echo a nadie.
46 ¿Cuál fue la peor pelea que tuviste con Miele? Miele nunca me enfrentó, siempre fue todo por atrás. Cuando dijo que el equipo había arrugado, por ejemplo, fuimos a la presidencia, y él nos aseguró que no había dicho nada. Después, en la conferencia, un periodista dijo: “¿Quieren que pase la grabación?”. Justo apareció Miele, armó un quilombito, quedó en la nada, y se fue a Miami. Ahí dije basta y me fui a Chile a ganar mucho menos de lo que ganaba acá, cuando tenía dos años más de contrato. Aparte, había manejos que no me cerraban.
47 ¿Qué manejos? Que todos los días había una versión que me enfrentaba con Ruggeri. Y no era Oscar el que pasaba información a los periodistas, sino alguien que estaba muy cerca de él –y que ahora no está– para armar un quilombo que forzara mi salida. Yo sé quién era el que hablaba, en el fútbol se sabe todo, pero ya está. Querían eliminarme. Y lo consiguieron.
48 ¿Pensás trabajar con un psicólogo? Estamos tratando de arreglar, yo quiero, porque me puedo dar cuenta quién está bien y quién no, puedo dar una palabra de aliento, pero no más. Para algo los psicólogos estudian un montón de años. Yo puedo tener la capacidad de la calle, del vestuario, pero no alcanza. Lo que pasa es que por un psicólogo que hizo las cosas mal, pagan todos y se hace difícil convencer a los que deciden en el fútbol.
49 Estuviste en dos planteles en los que se suicidaron jugadores (Raimundo Tupper y Mirko Saric). ¿Con un psicólogo se podría haber evitado? No sé si cambiaba la decisión final, pero por lo menos se hubiese agotado una instancia previa. Para eso estudian los tipos. En las inferiores son muy importantes, más con las cosas que viven hoy.
50 ¿Quién fue el compañero más jodón que tuviste? Con Gustavo (por Zapata) éramos muy cargadores los dos. Estábamos siempre mirando todo. Roly Escudero también.
51 ¿Rock, cumbia o tango? Rock y tango. Goyeneche, Morán… Entre los tangos, elijo “Afiche”, “Garganta con arena”, “Amor desolado”.
52 ¿Quién te hubiera gustado que te dirigiera y no te dirigió? Cruyff, Menotti y Telé Santana.
53 Un periodista deportivo. Me gustan Víctor Hugo y Varsky, me encanta cómo escribía Ardizzone.
54 El mejor diez del fútbol argentino. Aimar. Sabe elegir dónde cambiar de ritmo, sabe jugar a un toque, cabecea, usa las dos piernas, tiene gol.
55 ¿Es casualidad que haya tantos chilenos en el fútbol argentino? No, porque hay de todos los países en realidad. Es un año atípico para el fútbol argentino. Estamos mucho más abiertos a incorporar gente de otro lado. Y el fútbol argentino es una gran vidriera: de afuera saben que vienen acá para irse a Europa después.
56 El mejor partido de tu carrera. Algunos contra Boca: un 4-3 en la Bombonera, a la mañana. Uno en la Liguilla 89, contra Argentinos y, ya de grande, un 1-0 contra Ferro, con gol de Romeo.
57 El mejor gol. Uno que le hice con River a Gatti, en Mar del Plata: se la levanté de cucharita. Otra en San Lorenzo, contra Boca, en casa. Un 4-0.
58 El día más triste en San Lorenzo. Cuando perdimos contra Gimnasia, de Jujuy, de local: estábamos cerca de Boca, con expectativas. Y terminó por ser mi última chance de ser campeón, porque ahí vinieron las declaraciones de Miele y me fui.
59 ¿Cómo estás con Ruggeri? No sabría decir, por ahí ahora no tenemos diálogo, pero no lo considero un mal tipo. En algún momento hablaremos y nos diremos qué pensamos.
60 ¿Qué influencia tuvo él para que vos te fueras del club? El tema era Miele más que Ruggeri. Yo no estaba dispuesto a soportar ciertas cosas, no hubiese transado nunca, ni transaría ahora.

 


81 ¿Qué recordás de tu paso por el fútbol austríaco? El Tirol era un equipazo, con varios jugadores que estuvieron en el Mundial 90. Fuimos campeones dos años. Hace poco fui a esa ciudad y me dieron el premio como el mejor extranjero de su historia. Ahí me dirigió Happel, el DT de Holanda en el Mundial 78. Un tipo especial, un arrabalero vienés, nunca me dijo nada de esa famosa final.

82 ¿Por qué te volviste tan rápido del Yokohama? Me di cuenta el primer día: yo la clavaba en el ángulo y el DT, un japonés, ni me miraba; cualquiera metía un gol, y lo felicitaba. En el primer partido, fuimos al banco con Beto: entramos y ganamos 3-0 con goles del Beto tras pases míos. Y nunca más nos puso juntos, ni en una práctica. Para mí el tipo le erró el mordiscón a algo y se la agarró conmigo.
83 ¿Con Cordone tuviste algún diálogo especial? Le dije que lo necesitamos. Es un jugador desequilibrante. Y muy buen compañero. Aparte me gusta que mira a los ojos cuando habla.
84 ¿No fue raro que empezaras en Chicago como DT, un equipo guerrero que no representa mucho tu estilo como futbolista? Es que seis técnicos no habían querido agarrar, y nosotros ni dudamos: teníamos unas ganas espectaculares de demostrar y mucha confianza. Acá lo primero que te dicen es que no tenés experiencia. Como si la experiencia fuera garantía de buen trabajo. Lo que hay que buscar es capacidad, no experiencia. La experiencia siempre llega tarde.
85 ¿Cuál fue la mayor apretada que viviste? La que nos tocó en Chicago antes de jugar con Unión, en el hotel. Yo estaba arriba, en la habitación, pero si hubiese sido jugador, ese partido no lo jugaba ni loco. Y más faltando cuatro días para que terminaran todos los contratos. Los chicos de Chicago dieron una gran muestra de profesionalismo. Porque después de eso, ¿qué? Sólo faltaba que te peguen un tiro. Yo les hubiera dicho a los dirigentes: “Jueguen ustedes”. Yo fui uno de los que los convencí para ir y jugar contra Unión, pero si hubiera sido jugador, por más que me hablara Dios, no iba.
86 ¿En San Lorenzo llegaste a pagar sueldos de tu bolsillo? Sí, en 1992. Había chicos que no cobraban, y con Fabián Carrizo y el Flaco Passet les dábamos y después nos devolvían.
87 La mayor locura de Dalla Libera, tu compañero de inferiores. Cuando tiró a la abuela a la pileta y casi se le ahoga; yo estaba. Otra brava de Locura era cuando íbamos a la casa: su abuelo tenía Parkinson, entonces le llenaba la taza de café con leche hasta el tope y, pobre viejo, Fausto, se quemaba toda la mano. Muy maldito Locura.
88 ¿Te quedaste con ganas de jugar en Italia, España o Inglaterra? No, ya te dije: me hubiera gustado jugar en un equipo con mar para tomar sol todo el día.
89 ¿De qué te nutriste para ser técnico? Además de la experiencia como jugador y del curso, hice en Chile un seminario de liderazgo de grupo, de dinámica, que se utiliza para empresas. También fuimos a ver entrenamientos del Bayern, de la Verona, el Milan, vimos la escuela del Ajax.
90 Si tuvieras 100 millones de euros para gastar en refuerzos, ¿a quiénes traés? Aimar, Ortega, Gabriel Milito y… a Edgar Davids.
91 ¿Hablaste con Insua desde que se fue? No.
92 ¿Tuviste técnicos que se creyeron más impotantes que los jugadores? Sí. No comparto con los que hoy juegan con 3, mañana con 4 y pasado con 5. Se creen que ganan por ellos, no por los jugadores. Siempre debés tener una táctica y estrategia para un partido, para ir a la guerra o para conquistar una chica, pero no es lo primordial.
93 ¿Quién fue el mejor diez que viste en tu vida? Rivelinho, el Beto Alonso, Maradona y Platini. Cada uno con lo suyo: la simplicidad de Platini, el cambio de ritmo de Maradona, la elegancia de Alonso y el panorama y la pegada de Rivelinho.
94 ¿Seguís pensando que Caniggia fue más que Maradona? Siempre me impresionó Cani: debe ser porque al tener yo la falencia de la velocidad, al ser él tan veloz, me llamó más la atención. Cani fue el compañero más desequilibrante que tuve.
95 Una vez dijiste que estuviste a 10 centímetros de hacer un macanazo, ¿te referías a las drogas? Todo el mundo tiene la inquietud de saber qué es la droga, pero está en los valores de cada uno tomar la decisión. Yo diría: ¿qué es? Pero del otro lado de la balanza pongo a mis viejos, mis hijos, mis amigos, y termino diciendo: prefiero no sucumbir a la tentación para no defraudarlos.
96 El cantito más creativo de la hinchada de San Lorenzo. “Si lo venden a Pipo / no vamo’ a llorar / porque un día / porque un día volverá”. Me la hicieron en el 89. También la de “olé, olé, olá / es un sentimiento, no puedo parar”. Esa la inventó San Lorenzo cuando jugamos contra Boca ese domingo a la mañana. Los de Boca la cantaban mal, y nuestra hinchada les retrucó: “Así no, bostero, yo te la voy a enseñar”. Sacaron todos los pañuelos y arrancaron: “Olé, olé, ole, olá”. Impresionante.
97 ¿Qué sentiste salvar a Chicago del descenso y que la gente te despidiera con insultos? Contento no me puso, pero lo tenía asumido. Cuatro fechas atrás todo el estadio coreaba mi nombre. Fue como que los engañé con otra mina, que me fui con una de 90-60-90, pero en ningún momento se cuestionó el trabajo, al contrario. Si cuando asumí les decía “vamos a jugar la promoción”, toda la gente de Chicago decía: dónde hay que firmar.
98 ¿No fue desprolijo el manejo? Seguro. Mi falla fue que se lo dije a un dirigente, y ese dirigente está todo el día con la hinchada. Y mientras ganábamos, estaba todo bien y se mataba para que nos quedáramos en el club; pero a partir de que le dije que me iba, la cosa cambió de un día para el otro.
99 ¿Qué le preguntarías a Gorosito que no te preguntamos? ¿Por qué no llegué mas alto en el fútbol?
100 ¿Por qué no llegaste más alto en el fútbol? Porque por ahí me faltó ese poquito de egoísmo que tienen muchos jugadores para pegar el salto final. Nunca lo tuve y estoy orgulloso de haber sido como fui.
 

Por Diego Borinsky