Las Entrevistas de El Gráfico

"Varias veces me ofrecieron ir a menos"

El actual DT de Boca y un gran reportaje de hace algunos años, cuando todavía dirigía a Vélez. Anécdotas, historias y una premonición...

Por Diego Borinsky ·

19 de marzo de 2008


Reportaje publicado en El Gráfico en la edición de abril  de 2003

 

1 ¿No es un sacrilegio que el técnico de Vélez haya nacido en Mataderos?  Je… Pero nunca viví en Mataderos. Mis padres eran de Lomas del Mirador y nací ahí porque a mi mamá la llevaron al Sallaberry. A mis cuatro años nos instalamos en Isidro Casanova, donde viví hasta casarme. Nunca tuve contactos con Chicago, aunque en Mataderos laburé dos años en la oficina de personal del frigorífico Lisandro de la Torre, desde 1975. Durante un año fui empleado y jugador de la Primera de Chacarita.

2 ¿Quién era tu ídolo? El Beto Alonso y Jota Jota López. Y también Brindisi, que era ocho como yo. El Beto me gustaba por su calidad. Imaginate lo que fue para mí ser su compañero en Vélez…

3 ¿Quién te puso Maestro en Chacarita? Don Roque, el señor de la confitería del club, donde tomábamos una gaseosa después de entrenar. Es un apodo poco conocido fuera de Chaca, donde aún me dicen así, incluso pibes que ni me vieron jugar.

4 Si eras ocho, ¿por qué jugabas con la 11? En Vélez arranqué con la 8, pero me echaron al tercer partido. Cuando volví, habían cambiado el técnico, ya estaba el triunvirato Cielinsky-Montaño-Bermúdez. Por idea de Montaño, pasé a jugar por izquierda. Fui el primer volante con esa característica. Hasta entonces se usaba el 8 de ida y vuelta, el 5 paradito en el medio y el 10 para enganchar. Después River nos copió con Comisso, pero hizo más ruido porque pusieron a un delantero de volante. Al principio me dieron la 10, pero me la pidió Julio César Jiménez y se la dejé. Y como me fue bárbaro con la 11, no la largué más.

5 ¿Por qué te operaron de la nariz? En el 76, con Basile como técnico de Chaca, me ahogaba a los 15 del segundo tiempo. León Martínez, que era el PF y hoy es mi PF, me dijo que tenía el tabique desviado. Me hicieron unos estudios y David Pintado, el ex presidente de River, me operó dos veces en 15 días, ya que me doblaron la nariz de un pelotazo en el  partido del regreso. Nunca más me cansé.

6 ¿Debutaste de tres? Sí, pocos lo saben. En Chaca me probé de 8, pero Duchini me puso de 4 porque era chiquito y flaquito. Un día hubo problemas con los laterales izquierdos, intenté y anduve fenómeno. Jugué de 3 en Quinta y Cuarta. Justo hubo un hueco inesperado en Primera y debuté. Después me bajaron otra vez y recién volví a Primera, ya de 8, en el 76. Muchos creen que ése fue mi debut, nadie recuerda aquel partido de 3, en el 75.

7 Jugaste de todo, menos de arquero. Sí, incluso de marcador central. Fui 2 en un amistoso de Chacarita, en Necochea. Y Toto Lorenzo me puso de 6 en Vélez. Se habían lastimado los titulares y jugué 45 minutos. De 5 lo hice un año con Spinetto. Y Solari, cuando el 9 de Vélez era Da Fonseca, nos hacía cambiar de función. Rotábamos y yo iba de punta.

8 Cuando echaron a Geronazzo, en Chaca dirigió dos veces la Comisión Directiva. ¿Cómo fue? Dejaron al PF, Carlos Carberol, para que laburara en la semana, mientras buscaban técnico. Y el día que hicimos fútbol mandaron un papelito con la formación titular. A mí me pusieron de 8. En los partidos  nos ordenamos entre nosotros. Y mal no nos fue: ganamos uno y empatamos el otro.

9 ¿Eras un morfón? Muy… Chaca siempre sacó volantes de buen manejo. Y en esa época éramos varios. Por eso don Victorio Spinetto me puso de apodo Pelotita. “¡Largá la pelotita…!”, me gritaba. ¿Sabés cómo nos curó? En la práctica cobraba tiro libre para los contrarios cuando nos excedíamos con la gambeta. Y así aprendimos a jugar en equipo.

10 ¿Bianchi fue mejor jugador que técnico o es mejor técnico que jugador? Qué difícil… Fui su compañero en ambos casos. Sólo faltó que me dirigiera. Y casi ocurre en el 87, cuando me llamó para el Niza, estando yo en Colombia. Pero no dieron los tiempos. Carlos fue top como jugador y es top como DT. Y lo pongo más arriba como jefe de grupo.

11 ¿Discutían mucho cuando eras su ayudante? Por supuesto. Discutíamos como apasionados del fútbol que somos. Tanto yo, como los demás integrantes del cuerpo técnico, dábamos nuestras opiniones. Y después decidía él. Muy bien, por cierto.

12 En Vélez tuviste a un trío de técnicos: Cielinsky-Montaño-Bermúdez. ¿No era un quilombo? No, se complementaban fenómeno. Montaño era la cabeza y los otros tenían protagonismo en diferentes aspectos. Llevaron bien el grupo, llegamos a la final del Metro y entramos en la Copa.

13 ¿Qué significó Ernesto Duchini en tu carrera? Mi maestro. Me dio la gran posibilidad cuando llegué con mi bolsito a Chaca. Fui de grande, con 16 años cumplidos, sin haber jugado en ningún lado. ‰ ‰ Hoy ni me probarían. Quince días antes había rebotado en River. Me golpearon en la rodilla y no me dejaron seguir la práctica porque sangraba. Y cuatro años antes me dieron salida en Boca. Fui a Chaca con temor a otra negativa, la última. Y Duchini me abrió las puertas del fútbol. Antes de fichar fue muy sincero: “Mirá que no es fácil, tenés que hacer un tratamiento de fortalecimiento”. Lo recuerdo como un tipo noble, de consejos simples y claros.

14 ¿De San Lorenzo también te echaron? No, fue distinto. A los 11 años fui a jugar dos torneos de baby con el equipo de Casanova, dirigidos por Cacho Rodríguez, un fana de San Lorenzo. Ganamos 14 partidos seguidos y San Lorenzo quiso ficharme, pero mi papá no me dejó. Era lejos, mucho viaje.

15 ¿Por qué no fuiste a Boca si hasta Armando anunció la contratación? En el 78 casi voy a Central, pero los hinchas les pidieron a los dirigentes que no me vendieran. Después apareció Boca. Chaca pedía 200.000 dólares y ellos tenían 150.000. Venían de gastar 500.000 en la compra de Robles y Berta a Newell’s, así que no llegaban. Los puso Vélez y me vendieron.

16 ¿Casi jugás en Estados Unidos? Cuando arrancó el boom del soccer, yo estaba de luna de miel en Mar del Plata. Tuve que volverme urgente con el presidente Zucotti. Habían venido los dirigentes del Washington Diplomat para llevarse a Passarella. Y mi pase iba enganchado. Ponían un palo verde. Pero lo de Daniel se cayó y lo mío quedó en la nada. 

17 Zafaste, porque el soccer no prendió. No sé si zafé. ¿Sabés cómo hubiera cambiado mi vida si me daban ese fangote de guita?

18 ¿Es cierto que a Ochoa Uribe le temían todos, hasta el propio presidente del América? No tanto… Era un técnico rígido, superexigente. Estaba mañana y tarde con el jugador. Hacía un turno en la cancha y otro de videos. Mirábamos fútbol seis días por semana, salvo los miércoles. Tenía fama de loco, pero no se comió crudo a nadie.

19 ¿Cuál es la principal virtud que debe tener un ayudante de campo? Ser rueda de auxilio. Estar dispuesto a full para cualquier tipo de asistencia. Y dar su opinión sincera y no demagógica sobre los temas que le consulta el técnico.

20 ¿Cuándo eras jugador te metías en las charlas técnicas? Siempre me gustó opinar. Agradezco que mis técnicos me lo hayan permitido. Hoy me encanta que mis jugadores opinen. A veces dicen algo que vos no viste. Igual que los hinchas. Cierta vez hice un cambio por algo que me gritó un plateísta. Tenía razón y no me había dado cuenta.

21 ¿Qué tipo de técnico sos? No puedo autodefinirme, hace sólo 10 meses que trabajo. Pero estar con Bianchi me dejó una marca, una huella. Absorbí sus enseñanzas, lo admiro y ojalá consiga una mínima parte de lo que él logró.

22 ¿Tu hijo se llama Junior por el club? Su nombre es Carlos Junior, pero nadie le dice Carlos. Se lo puso mi mujer como homenaje a lo bien que nos sentíamos en Barranquilla y en el Junior.

23 ¿Tan feliz fuiste en Barranquilla? Muy feliz.   Durante años volví de vacaciones y tengo muchos amigos. Este verano recibí a siete que vinieron de paseo.

24 Parece una historia de amor: León Martínez fue tu primer PF en Chaca, lo tuviste en Junior y ahora trabaja con vos. Lo tuve desde mi “segundo” debut, con Basile. En Junior le dije que pensaba ser técnico sólo si él era mi PF. Y dieciocho años después cumplimos aquella promesa.

25 ¿Viviste algún momento desagradable en Colombia? Viví situaciones de inseguridad como las que también sufrimos en la Argentina, pero a mí no me rozaron. La pasé bárbaro durante cinco años. En Cali estuvimos cerca del cordón montañoso donde paran los guerrilleros. Vivíamos a cinco cuadras de la cordillera. A veces, de madrugada, escuchábamos ráfagas de ametralladora. Teníamos preocupación, no miedo. Mi esposa estuvo más expuesta. Se quedaba sola con los chicos mientras yo concentraba y jugaba. Pero es más valiente que yo, siempre me siguió con la valija y los hijos.

26 ¿América era el caballo del comisario? Yo sólo estuve en el 86. Venía de ganar 4 torneos consecutivos y ese año logramos el penta. Era el equipo más poderoso, lleno de jugadores de primer nivel.

27 Yo te lo decía por los rumores de árbitros tocados. Había rumores como en todas partes. Antes ganaba Millonarios y decían que los tocaban ellos. Acá pasa igual. Hay jugadas que favorecen a los grandes, a Independiente o a Arsenal, y todos pensamos mal por sus hinchas influyentes… Parece que es así, pero no hay que engancharse.

28 ¿Llegaban premios del narcotráfico por ganar algún partido? A mí no me pasó, pero años anteriores hubo muchachos que recibieron reconocimientos adicionales por una buena actuación. En el 86 hubo una persecución intensa a la gente del narcotráfico, no pudieron moverse con libertad. Estaban en plena limpieza de esas células en los clubes.

29 ¿Qué tal resultó Willington Ortiz? Un ídolo total. Fue mi compañero de habitación en la concentración. Habíamos tenido encontronazos los años anteriores –yo en Junior, él en América– porque era tan habilidoso como metedor, nunca arrugaba. Pero me recibió bien: “Mirá que todo lo que nos pegamos quedó en el pasado”. Hoy somos amigos.

30 ¿Y Roberto Cabañas? Además de habilidoso y temperamental, tenía un don para calentar a todos: rivales, dirigentes, árbitros, hinchas. En su capacidad de provocación se parecía a Chilavert.

31 ¿Qué te faltó para ser profesor de matemática? Terminé la secundaria y necesitaba laburar. Tampoco quería largar el fútbol y tenía vocación de estudiar, así que hacía las tres cosas. Me levantaba a las 5 de la mañana, trabajaba de 6 a 14, me entrenaba y de ahí rajaba al profesorado. Volvía a medianoche, comía y dormía cinco horas. Aguanté seis meses. Cuando llegaron los exámenes fuertes, hablé con mi padre y convinimos que durante dos años probaba con el fútbol. Y nunca más retomé.

32 ¿Qué tal jugaba tu viejo en la Segunda y Tercera de Italia? Je, según él, era un fenómeno... Nací en el 56, cuando él tenía 40 años, así que no lo vi. Pero me contaron. Era marcador central en la época que se usaba el sistema 2-3-5. Danilo, su hermano, era el otro de la dupla, jugaba de stopper. Y él se hacía el elegante, salía jugando. De sobrenombre le pusieron “Zona Cesarini”, por don Renato, que se especializaba en meter goles sobre la hora. Parece que mi viejo era de agarrar la lanza y muchas veces ganó partidos sobre la hora. Jugó en Sambenedettese y tuvo posibilidades de ir al Mantova, pero no quiso abandonar el pueblo.

33 ¿Cómo reaccionaron tus parientes italianos cuando supieron que tenían otro familiar futbolista? Con asombro. En el 80, durante mi primera gira con la Selección, se aparecieron un tío y un primo en Austria. Tomaron un tren desde Trento y viajaron 16 horas hasta Viena, un gran sacrificio. Sentían la obligación de conocer a un pariente que jugaba en la Selección Argentina. Grondona se portó bárbaro. Me dio un montón de souvenires del equipo. Quedaron enloquecidos.

34 ¿Chapeás por haber debutado con la Selección en un templo como Wembley? No cualquiera, ¿eh? En ese momento estaba en una nube. En cuatro años pasé del debut en Chaca a subcampeón con Vélez y ser jugador de la Selección. Más que el partido recuerdo lo bien que me recibieron Passarella, Fillol, Gallego, Luque, Olguín, Baley... Eran campeones del mundo y fueron muy generosos con un pibe. Y también recuerdo el golazo que le serví a Maradona contra Austria, je...

35 ¿Algo así como el pase del Negro Enrique contra Inglaterra? ¡Mejor! El Negro dio un pasesito, yo armé un jugadón. Me dieron un lateral y encaré. Todavía me parece escuchar el grito de Gallego: “¡Seguí, seguí!”. Eludí a tres, metí el centro y Diego la empujó. Fue un golazo, el tercero suyo, que cerró una goleada espectacular de visitante: 5-1.

36 ¿Cómo definirías a Maradona? El mejor. Espero vivir muchos años, pero ya sé que jamás veré a uno como él. Diego fue un artista, un ser superior.

37 ¿Cuál fue tu asignatura pendiente? Sólo me faltó jugar un Mundial. Tuve mala suerte. Después de la gira, Menotti quedó muy contento: “Para la próxima gira va a estar entre los convocados y va a jugar un partido entero”. Llegó el momento y retrasaron una semana el inicio de los entrenamientos. Y el domingo que quedó en el medio, jugué contra Racing, trabé con Olarticoechea y sufrí una distensión de ligamentos. En esa época te enyesaban, así que soné. Me perdí esa serie y el Mundialito 80. En el 81 volví a mi nivel, pero en noviembre me rompí los ligamentos del tobillo y estuve nueve meses parado. Volví después del Mundial 82, tarde…

38 ¿Fuiste el contacto entre Bianchi y Santella para que se formara la dupla? No. Bianchi tenía la gente en su cabeza. Ese año, el 92, yo hacía el curso de técnico y tenía a Santella en una materia. El había sido PF mío en Vélez, estaba sin trabajo y siempre conversábamos. “¿Escuchó algo de que Bianchi va a Vélez, porque me dijeron que habría hablado de mí?”, me preguntó. Y al tiempo nos convocó. Cuando habló conmigo me dijo que quería sumar a Julio y le dije que me parecía bárbaro. Pero no lo recomendé. Fue una idea de Carlos.

39 ¿Cuál es el mejor jugador del mundo? No hay uno claro, como fue Diego. El que más me llena es Riquelme, un jugador cerebral, capaz de ponerse el equipo al hombro y manejarlo. Y después Aimar, que es más media punta que organizador. Tampoco se puede desconocer el nivel de Raúl, Figo, Zidane y Ronaldo. Ni obviar a Saviola, Guillermo y Delgado, tres argentinos que están en el primer escalón.

40 ¿Qué te pasa cuando escuchás que Román es lento? Me río. Cuando arranca con pelota dominada es difícil de agarrar. Y tiene una asombrosa velocidad mental al servicio del funcionamiento del equipo. Me recuerda a Marangoni, un organizador más retrasado al que también tildaban de lento.

41 ¿Su mejor partido fue contra Palmeiras, en el 2-2 de la Libertadores 2001? Esa noche la rompió, pero tuvo muchos. Aquel de Parque Antarctica trascendió más porque brilló en un partido muy caliente, cuando daban poco por Boca. Por el empate en la ida y por las desfavorables condiciones internas. Pensar que después vimos saltar y festejar a aquella gente del club que no creía...

42 Esa noche saliste en el banco, Bianchi estaba suspendido. Sí, pero al equipo lo dirigió Carlos. El lo armó, dio la charla, bajó en el entretiempo y se comunicó conmigo por handy durante el juego.

43 Igual tuviste dos momentos de protagonismo: ¿Qué les dijiste a los jugadores antes de los penales? Ahí Bianchi estaba en la platea. Repetí lo que siempre decía él. Que nadie les había regalado nada para llegar a ese momento, que el descreimiento de esa gente debía ser la fuerza que los impulsara, que se merecían jugar otra final de América, que el cuerpo técnico confiaba plenamente en los pateadores y que en el arco teníamos un monstruo como Córdoba. Y recalqué que ya había pasado el momento más difícil, cuando se nos pusieron 2-2 después de estar dos goles arriba. “Ahora viene lo más lindo: patear los penales, festejar y jugar la final.”

44 Como Bianchi no podía bajar de la platea, al final el dueño del vestuario eras vos. Allí los jugadores explotaron contra los dirigentes y bailaron delante de la prensa con las famosas remeras con dedicatorias. ¿Te pasaron la factura? Primero ligué un enojo de Bianchi. Una hora después, cuando lo dejaron bajar tras desalojar al público que le había roto la cabeza de un piedrazo en el entretiempo, se encontró con eso y se calentó bastante. Y después tuve una agarrada con un dirigente.

45 Vamos por partes. ¿Qué pasó en el vestuario? Un jugador comentó que quería ponerse la remera y me pidió permiso para salir al pasillo y hacerlo solo delante de las cámaras. No me pareció bien. Pensé que sería su último día en el club. Le dije que no, pero que podía hacerlo dentro del vestuario acompañado por todos, incluso por mí. Entonces se puso la remera y se le sumaron los demás. Tardamos 20 minutos en abrir porque las escribieron ahí mismo, no estaban hechas de antemano. Cuando estuvieron listos, dejé entrar a los periodistas que siempre cubrían a Boca. Carlos llegó cuando aún quedaba uno filmando y no le gustó nada. Primero se la agarró con Mario Torres, el empleado de seguridad del club. Marito se bancó el reto sin mandarme al frente. “Si te la tenés que agarrar con alguien, ése soy yo. Después voy a explicarte las razones por las que creí más coherente que entrara el periodismo y no que saliera un jugador”, le dije. Más tarde lo charlamos y Carlos me dio su venia.

46 ¿Qué pasó con el dirigente? A la vuelta tuve una reunión con uno de los vicepresidentes, luego de la cual le devolvieron el puesto de trabajo a Mario Torres. Como directivo dolido, había destituido al hombre de seguridad. “Tenés que echarme a mí, aunque no hace falta: renuncio.” Bianchi me convenció para seguir, pero ahí decidí irme a fin de año. No entendía una posición tan amenazante.

47 ¿Por qué amenazante? Este dirigente me citó arguyendo que le había faltado el respeto a él y a su familia. Primero dijo que me iba a cagar a trompadas. “¿Cuándo empezamos?”, le retruqué. Me saqué el reloj y cerré la puerta de la vicepresidencia. “Y si no soy yo, te va a cagar a trompadas mi hijo, o te voy a fajar yo con un palo.” “Bueno –le dije–, llamalo a tu hijo, decile que venga con el palo, le ponemos un candado a la puerta y empezamos a cagarnos a trompadas”. Ahí bajó los decibeles. Después inventó que yo le había pedido por favor quedarme en el club. Pero el tiempo probó que no era así: me fui. No entiendo cómo todavía permanece en Boca.

48 ¿Qué cara puso Bianchi cuando le dijiste que te abrías? Lo tomó como lo haría un amigo. Después del bicampeonato de América, nos comentó que los directivos querían renovarle al cuerpo técnico a partir de 2002. Ahí le comuniqué mi decisión, pero en el fondo pensó que quizá cambiaba de opinión. La segunda vez que vino a hablar, ya con cifras oficiales, lo dejé terminar y le recordé: “Mirá que es en serio, no sigo.” Y ahí se convenció. No imaginábamos que él tampoco iba a seguir.

49 ¿El vicepresidente de la pelea después te ofreció el cargo de Bianchi? No, fue otra gente del club. Agradecí, pero había llegado con Carlos y me iba con él, de ningún modo iba a traicionarlo. En la reunión de las amenazas, llegó a decirme que él me había salvado el pellejo como cinco veces cuando quisieron rajarme por ciertas actitudes. 

50 ¿A qué se refería? Se quejó por una reacción mía el día que ellos ocuparon mi lugar en el micro. Cuando volvimos de Japón con la Copa, todos querían estar contra el vidrio. Normalmente, Carlos y yo nos sentábamos arriba. Ese día, Ezeiza era un caos, así que me quedé afuera del micro hasta que subió el último jugador. Cuando encaro para mi lugar, no había un dirigente, sino cinco. Me asomo, digo “ah, bueno…” y fui a un asiento trasero. Esa frase molestó. Un solo directivo, Juan De Turris, me llamó y me dijo “vení que éste es tu lugar”. Pero le agradecí y me acomodé atrás.

51 ¿Alguna vez te agarraste a piñas con un compañero? No, casi... En una práctica de Vélez mi equipo le pasaba el trapo al otro. Enfrente estaba un tipo bárbaro, Omar Jorge. Pero le metí un caño y le sonreí. ¡Para qué! Me agarró del cuello, mientras me decía: “Te quiero tanto que no te puedo pegar”. Y en Colombia casi me trompeo por defender al Bocha Ponce, contra dos colombianos que le entraron mal. No hubo manos, sólo empujones.

52 ¿El insulto que más te hacía calentar? Ninguno. No picaba ni aunque nombraran a mi vieja.

53 ¿El que mejor te marcó? Tantos... Jugué 551 partidos, así que imaginate. Abel Moralejo me tomó la mano lealmente, sin pegarme una sola patada.

54 ¿Ya te perdonaron los hinchas de Vélez por festejarles un gol siendo ayudante en Boca? No sé... Yo soy así, hincha del equipo en el que estoy. En realidad, ellos me endilgaron que andaba con una gorrita azul y amarilla. No sabían que era mi cábala del primer torneo, que ganamos invictos. Después la guardé de recuerdo así, invicta.

55 ¿Sos de guardar camisetas, trofeos de la carrera? Poco. Tengo algunas mías, dos de Alonso y una de Passarella. También conservo todas las medallas, salvo dos. Una, de la Copa Interamericana con Vélez, que jugamos luego del pase de Basualdo a Boca. Consideré que él la merecía como integrante del grupo y le di la mía. La otra es de Boca. Desaparecieron las medallas de la Intercontinental del 2000 destinadas para el cuerpo técnico, aunque en el podio las vimos. Quedaron en gestionar las réplicas, pero nunca me llegó.

56 ¿La Selección del 78 o la del 86? Las dos fueron igual de gloriosas. Hilando fino, me llenó más la del 78 en cuanto a juego colectivo. La del 86 se encarriló en la competencia y tuvo en su pico máximo a un Maradona determinante.

57 Una virtud del Vélez actual. La disciplina del grupo, sus ansias de aprender y progresar. Somos agradecidos del plantel, nos hacen sentir muy bien conduciéndolo. Entendieron el mensaje cuando no pedimos incorporaciones. Creemos a full en ellos y se están matando para darnos la razón.

58 ¿Cómo fue la decisión de excluir a un símbolo como Darío Husain? Muy meditada. Quisimos que se sintiera bien y le pedimos una mayor participación. El estaba en una etapa difícil, entendible: le debían mucha plata. Encima los históricos se habían ido con una transferencia y sentía que era su momento. Insistí con él en el equipo, sin pedirle cosas extraordinarias. No me conformó, le tocó salir, no lo soportó y se negó a estar en el banco. Aunque sus entrenamientos no eran de lo mejor –a veces ni venía–, no tomé una determinación hasta el final de la temporada. Cuando decidí separarlo, la CD lo avaló y se logró una salida buena para él y para el club.

59 ¿Siendo jugador de Vélez conociste al Raúl Gamez barrabrava? Sí, pero era un hincha tranquilo. En mi segundo año ya estaba en la Comisión de Fútbol, tenía pasta. No imaginábamos que un día estaríamos como hoy: yo de técnico y el de presidente, intentando la recuperación del club.

60 ¿Cuál fue tu mejor partido? Más que partidos, recuerdo momentos. En el 78, con Chacarita, hicimos de locales en la Bombonera y enfrentamos a River. Perdíamos 1-0 y yo estaba jugando muy mal, pero me iluminé en los últimos diez minutos. Le hice dos goles a Fillol y ganamos. Otro fue un América-Deportivo Cali, por la penúltima fecha del octogonal 86. Nosotros queríamos el penta, pero ellos venían 1,75 punto arriba, así que con el empate llegaban a la última fecha casi campeones. Tenían a Valderrama, Redín, un equipazo. Se pusieron 2-1 arriba y empezaron a apretar. Sobre el final robé una pelota en nuestra área, eludí a un montón y metí el tercero. Valió el campeonato.

61 ¿Y el mejor gol? Varios. Aquel a River, con Chacarita. Otro a Talleres y uno a Independiente. Siempre gambeteando a varios y definiendo.

62 ¿Te costó asumir la pelada después de haber sido un muchacho de pelo largo? No, para nada. Me lo banqué con tranquilidad. Hay cosas peores.

63 ¿Lloraste muchas veces por el fútbol? Varias. En Vélez, cuando perdimos la final del Metro 79 con River. Y cuando me tocaron lesiones graves.

64 ¿Hacés terapia? No. Probé una vez y dejé. No sentí que me ayudara.

65 ¿Cómo pasaste de hincha de River a anti River? Las circunstancias me transformaron en un anti River. Sufrí 18 años sin salir campeón. Pero como Chaca me dio la posibilidad de jugar, empecé a sentir sus colores. Y cuando llegué a Primera se acabó mi sentimiento por River. Le quería ganar sí o sí. Después me hice de Vélez. Y también sentía un sabor especial en la Bombonera. Me gustaba más que el Monumental, pese a que me iba mejor en River que en Boca. Increíble, ¿no? Mirá si sería fana de River que un cuñado me puso la camiseta de Boca en la despedida de soltero para joderme...

66 Después volviste a ponértela antes de la final de la Copa entre América y River. Qué historia... El día previo, reconociendo el Monumental, vimos movimientos raros. Había gente muy agresiva. Apenas pisamos el campo, aparecieron 50 hinchas en la platea baja, la mayoría para reputear a Gareca, y a Cabañas, que había tenido roces con Alonso. La mano venía de apretada. Terminamos la práctica y un dirigente del América nos dice que habían desaparecido los policías y que esa banda nos esperaba en el pasillo para cagarnos a trompadas.

67 ¿Y qué hicieron? Esperamos media hora y salimos igual, eran como las nueve de la noche. Unos empleados de River nos desviaron para el lado de la confitería, el lugar más “seguro”. Pero fue una emboscada. Ahí apareció la banda para pegarnos trompadas, patadas, fierrazos, cadenazos... Nos defendimos como pudimos. Al hijo de Ochoa Uribe lo tomaron de atrás y lo dejaron dormido en el piso, no podíamos despertarlo. Igual se dispersaron rápido, se ve que no eran tan guapos… En determinado momento, me encontré corriendo a dos por el estacionamiento. Después pensé: “Estoy loco, me alejo del micro y soy boleta”. Cuando arrancamos, reaparecieron con encendedores, querían prender ‰ ‰ fuego el micro. Y uno amenazó a Falcioni: “Mirá que nosotros sabemos dónde vive tu familia...”.

68 Y de bronca pediste una camiseta de Boca. No. Esa noche vinieron unos amigos al hotel. Eran de Boca y le tiraron la idea a Gareca, que se había ido mal de Boca a River: “Te va a servir para reconciliarte con la gente”. El Flaco dudaba, solo no quería. Y me preguntó si le hacía pata. Yo estaba tan caliente con la apretada que no lo dudé. Al otro día vinieron con una sola camiseta y el Flaco dijo que solo no. Insistieron conmigo y le di para adelante. Una hora antes del partido, salimos a pisar la cancha, más que nada para acostumbrarnos al griterío. Y ahí me levanté el buzo y mostré la camiseta hacia donde estaban los que nos apretaron. Jugué con la de Boca abajo. Y si metía un gol o salíamos campeones, se las mostraba otra vez.

69 ¿Qué hubiera pasado si lo hacías? Todavía estaría adentro del Monumental.

70 ¿Cambiarías algo del reglamento del fútbol? No, pero incorporaría la ayuda de la televisión para que no se cometan injusticias en jugadas extremas.

71 ¿Córdoba te tiene que agradecer la gloria de los penales en la Copa del 2000? No, la gloria se la ganó con su talento.

72 Pero vos le cantaste a qué lugar iba a patear cada jugador del Palmeiras. Bianchi tenía muy estudiados a los pateadores. Habían tenido varias definiciones y casi nunca habían cambiado. Cuando lo agarró a Oscar y empezó a decirle uno por uno, el colombiano lo frenó: “Todo junto no me lo voy a acordar”. Entonces Carlos me mandó atrás del arco con el papel: “Sacate el buzo de Boca y metete entre los fotógrafos”. Esperé a que decidieran el arco y estuvieran a punto de patear. Caminé por la pista de atletismo. Nadie me vio porque pasé por atrás de los jugadores del Palmeiras. Cuando Oscar fue a atajar, le pedí que antes de cada tiro golpeara sus botines contra los palos, como hacía siempre, sin mirarme. Mientras iba de uno a otro, había tiempo para cantarle a qué palo le pegaba cada uno. “Escuchame y no me mires”, le gritaba. Acertamos todas las puntas menos la de Rogerio, el único que había cambiado en las definiciones. Pero el gran mérito fue de la capacidad de Oscar para atajarlos.

73 Hablaste de la cábala de Oscar en los penales. ¿Vos tenés muchas? No. Mi cábala debería ser Bárbara, mi esposa. Nos tocaron cuatro finales en Japón. Ella vino las dos veces que salimos campeones y se quedó en las que perdimos.

74 La ciudad que más te impactó. Buenos Aires es la que más me gusta. Y después pongo a Roma, Praga y Barranquilla, donde pasé cuatro años.

75 El día que más disfrutaste gracias al fútbol. Me sentí muy orgulloso cuando recibí mi primera citación para la Selección. Pero disfruto el día a día.  Mi pasión por el fútbol está intacta.

76 El trabajo más raro que hiciste. Laburé dos meses en una carpintería, pegando planchuelas de fórmica en el borde de unas mesas. Había terminado cuarto año y no quería quedarme sin hacer nada en verano. Era muy “lenteja”. En el tiempo que yo hacía una, mis compañeros hacían cinco.

77 ¿Qué serías si no hubieras sido futbolista? Contador o administrador de empresas.

78 El mejor equipo que viste. Me gustaron varios. Aquel Vélez que armó Bianchi, el que ganó la Libertadores y la Intercontinental, fue bárbaro. Viví de adentro el sacrificio que costó llegar a la cima. El primer Boca de Carlos te avasallaba por la facilidad con que resolvía las cosas. También me identifiqué con la Selección del 78 y con el Juvenil del 79. De afuera me quedo con el Milan de Capello.

79 ¿Por dónde empezás a leer el diario? Depende del tiempo. Si no estoy apurado, despacio y por el principio. Pero como uno de mis placeres diarios es hacerle el desayuno a mi familia, generalmente miro Deportes y lo leo tranquilo a la tarde. Consumo mucha prensa: un matutino, una revista deportiva y diarios italianos para no perder el idioma.

80 ¿Sos un enfermo de Internet? Me permite estar actualizado. Tengo una rutina. Visito varias páginas deportivas. No sólo de acá o de Europa, sino también de Colombia. Quiero estar actualizado porque algún día me gustaría dirigir al Junior.

81 ¿En Boca dejaste una semillita para el futuro? No sé si una semilla, pero me sentí muy cómodo en el club. Hoy los hinchas me paran por la calle y me demuestran un gran cariño. Primero me piden que vuelva con Bianchi. Y cuando les digo que eso no va a suceder, me dicen “entonces te deseo lo mejor con Vélez”. Es un halago.

82 ¿Ronaldo o Batistuta? Los dos. Logran la misma efectividad por caminos diferentes. Ronaldo no tiene la polenta de Bati. Y a Bati le falta la habilidad en velocidad de Ronaldo.

83 ¿Qué extrañás del Ischia jugador? El placer de jugar. Hoy, por culpa de las lesiones, ni siquiera me puedo enganchar en los picados, las rodillas me matan del dolor. Apenas me da para jugar los desafíos al tenis con los demás integrantes del cuerpo técnico. No soy Vilas, pero con lo poquito que tengo me alcanza para pasarles el trapo, je…

84 ¿La cancha más difícil en la que jugaste? Ninguna. Nunca tuve miedo adentro de una cancha.

85 Un amigo que te dejó el fútbol. Muuuuchos... Primero lo nombro a Bianchi. Y después podría mencionar a varios: Santella, Damiano, León Martínez, Toti Iglesias, Meza, Falcioni, Gareca, Jiménez, Griguol, Artime… Un montón.

86 ¿Qué actriz te ratoneaba? Graciela Alfano.

87 ¿Qué poster tenías en la pieza? Ninguno.

88 ¿Te interesa la política? Sí. No soy de entrar en discusiones, pero me gusta escuchar a los que saben para formar mi opinión sobre cada político.

89 ¿Cuántos videos del rival ves y cuántos ven tus jugadores? Miro los tres últimos partidos. Además, desde la época de Bielsa, en Vélez hay gente que arma compactos con las jugadas de pelota parada del rival. También miro nuestro último partido tres o cuatro veces. A los jugadores no los abrumo. Les hago ver nuestro último partido y el compacto de las pelotas paradas del próximo rival.

90 ¿Existe el amor a la camiseta? En el hincha, sí. Y el jugador profesional se juega a muerte por los colores que defiende, aunque no los sienta en el corazón. No puede defraudar al hincha ni a sí mismo.

 

91 ¿En qué cosa no creés más? Soy optimista por naturaleza. Aunque descreo un poco de los políticos, sueño con que aparezca un tipo que dé vuelta la historia argentina. Hay muchas personas capaces que sólo necesitan un espacio. Quienes nos llevaron a este punto deberían tener un remordimiento de conciencia y dar un paso al costado.

92 ¿Es cierto que el curso de técnico te costó 95 pesos? Exacto, me salió 95 pesos: 35 el primer año y 60 el segundo. Lo hice en el Cenard, desde febrero del 91. No estaba bien económicamente, pero me tenía fe. Le dije a mi mujer que esa inversión era pequeña para un tipo que algún día iba a dirigir al Milan... Estuve cerca: Bianchi me llevó a la Roma…

93 ¿Te sorprendió que le renovaran a Bielsa? Mucho. Era hora de que Bianchi tuviera la oportunidad que merece. La otra lectura es que, por primera vez, no se valoró al entrenador por el resultado de tres partidos, sino por una gestión global. Eso también tiene su importancia.

94 ¿Alguna vez te ofrecieron plata para ir a menos? Varias veces me ofrecieron ir a menos.

95 ¿Acá o en Colombia? Acá y en Colombia. Pero los corté en seco después de la primera frase. Ojo, quienes vinieron a verme no eran dirigentes ni personas identificadas con el ambiente futbolístico. Fueron tipos que nunca había visto y que jamás volví a ver. Decían venir de parte de Fulano, cosa que no me consta.

96 ¿Qué jugador de Vélez está para convertirse en crack? Gracián, Centurión y Nanni están para dar ya mismo un salto de calidad. Igual que Pérez, aunque Patricio es menor y tal vez necesite más tiempo. Y Fuentes es un central de nivel europeo.

97 ¿La principal enseñanza que te dejó tu viejo? Uhhh… millones de consejos. Lamentablemente, lo disfruté poco. Lo perdí a mis 28 años. Le regalé un viaje para que volviera a su pueblito de Italia, en Arco, y la emoción le jugó en contra a los ocho días de llegar. El corazón no le aguantó. Yo estaba en Colombia. Fui a buscarlo y hoy descansa en la Argentina, con nosotros. Fue un dolor inmenso, tanto como no haber conocido a Pietro, mi hermano que nació en Italia en 1946, diez años antes que yo, y murió a los once meses, producto de una enfermedad de la posguerra. Sólo conocí su tumba.

98 ¿Se viene la tercera generación de futbolistas entre los Ischia? Junior está haciendo su camino en inferiores. No se parece a mí, es zurdo. Y notaste cómo son los zurdos, tienen otra elegancia.

99 Pero vos hiciste lo tuyo... Metí 60 goles, que para un volante actual son muchísimos. Antes, si no hacías 6 por torneo, eras un picapiedras. No sé cómo le irá a Junior, pero hay un lindo augurio: todos los Ischia nacimos en años terminados en 6. Mi viejo en el 16, Pietro en el 46, yo en el 56, y él en el 86. 

100 ¿En qué te considerás un inútil? Fui bueno con los pies, pero soy torpe con las manos. Aunque en alguna época sabía hacer muy buenas cosas con las manos, je…