¡Habla memoria!

Y RACING ES DUEÑO DEL MUNDO...

A 40 años del título de Racing en Montevideo, revivimos la crónica del partido publicada en aquel especial de El Gráfico que ningún hincha de la Academia podía dejar de tener.

Por Redacción EG ·

06 de noviembre de 2007

El siguiente texto pertenece a la revista El Gráfico, edición especial n° 15, año 1967.
Este el final de la historia que ahora empieza. Es la consagración de un campeón del Mundo que por primera vez es argentino… Y para ganarla, para poder sentir el histórico placer de apretarla entre las manos, necesitamos desnudar todo su temple de equipo capaz de hazaña… Aquí, sentados frente a la maquina, todavía impregnados de ese clima de vestuario caliente, todavía propietarios de todas la imágenes recogidos en la caldera del Centenario, nos cuesta ordenar el equilibrio para la crítica sensata… ¡Critica sensata!… ¡Extraña y envidiable virtud de los reposados, de los circunspectos, de los que usan la razón legislar en todos los procesos de la vida!…“!No! –nos dijo el crítico que encontramos a la salida del estadio… Ese señor de riguroso traje invernal y gafas de grueso  carey…-, Maschio no marcó a Murdoch”, “Perfumo la dio ventaja a Wallas” o “Cárdenas no fue a los laterales…” ¡No!
¡Crítica sensata no! Este es el gran final de la historia que ahora empieza. Es la imagen de ese vestuario lleno de lagrimas, de abrazos, donde la locura es el estado de ánimo más cuerdo… Donde el que no lagrimea es un extraño, donde el que no se abraza es un enemigo, donde el que no grita tiene afonía… ¡No!… Y sigo gritando ¡NO! Porque acabamos de salir del centenario y todavía estamos viendo a Cárdenas correr en dirección a Pizzuti y a Pizzuti correr en dirección de Cárdenas. Y acabamos de sentir en la piel la fuerza del abrazo. Y vimos a Basile gritar frente a las tribunas vestido de civil… Y a Chabay apretar el puño después de la vuelta Olímpica…
Nosotros no podemos referirnos a nada técnico. Nos lo prohíbe el estado de ánimo. Nos lo impide la magnitud del acontecimiento. Nos lo impone el mal fútbol que se jugó en el Centenario…
¿Acaso ese crítico no tiene razón? No lo discutimos, pero tampoco nos detenemos a escucharlo. No tenemos tiempo, ni disponemos de ese minuto de sensatez para reflexionar profundamente sobre problemas de la razón… RACING GANO EN UN PARTIDO DONDE NO SE FUE A JUGAR AL FÚTBOL. ¿Por qué no se jugó? Porque el trámite se desordenó por otro cause. Mas torrentoso. Mas tormentoso. Los dos fueron a jugar por la Copa del Mundo. Y la copa del mundo estaba antes que toda la ciencia, toda la técnica, toda la formalidad, todo lo fino, todo lo pulcro…
 
Y eso no lo quiso solo Racing. Lo quiso también el Celtic, lo quisieron los escoceses, aunque hayan adoptado antes ese demagógico papel de victimas… En el Centenario los puntapiés, los excesos de violencia llegaron hasta a abolir las nacionalidades, las costumbres, las glorias históricas…
A un puntapié, otro puntapié. A un golpe, otro golpe. A una actitud artera otra actitud artera. ¿Quién era escocés? ¿Quién era argentino? Sólo los colores de las casacas para diferenciar. Pero dentro de los torsos, debajo de la casaca distinta, la misma ambición y la misma vocación para llevarse ese trofeo que venia trabajando desde hace muchos días, desde aquel primer partido que transcurrió en Glasgow… Es que después de Avellaneda aquellos complejos de inferioridad se habían disparado cuando Racing atacó en Avellaneda, cuando sufrió aquel empate en Raffo, después de ir en ventaja, cuando consiguió el triunfo, después del empate, los temores se fueron esfumando… Racing volvía a sentirse Racing, al menos con aquel mismo temperamento de otro Racing. Y así salió a jugar en el centenario…  ¿Por qué decimos jugar? Así salió a luchar por una copa que nunca estaba mas cerca que ahora… Salió a darle, a toda esa cantidad de argentinos que había cruzado el rió, la enorme satisfacción de poder gritar “afuera” donde siempre nos vimos obligados a slir con la cabeza gacha…
¿Y nosotros nos íbamos a detener a escuchar a ese crítico del traje invernal si los cierres de Chabay son precisos, si el toque de Rulli es correcto o áspero. La copa no es nuestra, pero al salir del Centenario teníamos la sensación de estar apretándola un poco.
¿Racing no jugó bien?  ¡Y el Celtic tampoco! Nadie jugó bien. Nosotros solo vimos a Basile hasta el momento de su expulsión.
 
A Basile y a Rulli. Y después siguió Rulli, mientras seguían siendo expulsados, mientras cada vez arreciaban mas las patadas, mas los gestos de violencia… Y cuando el zurdazo de Cárdenas estableció la diferencia, cuando el mundo se enteró por todos los cables del Centenario que la Argentina, un país de la América del Sur, también tenia una copa del mundo, tiramos todas la anotaciones para que los papeles se asocien a la fiesta… Quizás ahora que experimentamos el cansancio que dejó la excitación nos detengamos a reflexionar…
Tal vez nos detengamos a reflexionar… Tal vez no, porque tal vez es mejor postergar esa preocupación para más adelante… Pero de todos modos, aun admitiendo la sesuda ubicación de aquel crítico que nos perseguía a la salida del Centenario, tenemos convicción de que en un partido sin fútbol, en un encuentro que fue una batalla, Racing alcanzó a ser ganador con luz, como dicen en su vocabulario los aficionados a las carreras de caballos. Además de ganar en temple, a demás de tolerar la insólita violencia escocesa que no conocíamos, de tolerarla y de adaptarse a ella, fue el equipo que mejor intentó jugar a la pelota. Al menos de hacerla circular con destino, sin muchas ideas para el ataque pero controlándola con más cuidado, al menos para “robársela” a la ofensiva del Celtic… Una ofensiva que tampoco apareció ahora, como no apareció en la tarde de Avellaneda… Y desnudando al mismo tiempo todas la alarmantes vacilaciones del fono de una defensa donde la cintura no ofrece muchas garantías frente al amague… Y quedó demostrado que el Celtic, aun admitiendo que es un buen equipo, solo sabe funcionar de una sola manera. Solo sabe ir al ataque cuando lo atacan, cuando puede soltarse en la única y exclusiva modalidad de su funcionamiento muy elaborado, un funcionamiento que sólo rompe la incoherencia de Johnstone con su indiscutible habilidad, que solo desequilibra la calidad y la dinámica de Murdoch, el mejor hombre escoces de Montevideo…
 
Ya transigiendo con el crítico del traje invernal, pienso que Racing le ganó a un equipo armado y que sabe trabajar en el campo, con potencia física y velocidad en algunos hombre, pero que este mismo Celtic no toleraría con comodidad al otro, a aquel Racing de los piques, de las pelotas al claro y de la llegada por las puntas, con el “Panadero” y Basile asociados en la ofensiva. A este equipo escocés le falta marca, le faltan nociones de marca y a sus defensores los desarma fácilmente lo que llega vestido de improviso, porque atrás carecen de estructura para lo que no está previsto. Es abismal la diferencia cuando pasan al ataque y cuando defienden. Dos fisonomías distintas. Opuestas. Fluido el paso al ataque. Torpe el enfrentamiento, la toma de marca y los relevos de posiciones. La mayoría de los defensores tiene arranque frontal, sin defensa cuando los buscan de costado…
 
Ahora ya no queremos saber más nada con el crítico. Fue una breve concesión que le concedimos. Tenemos que seguir con la historia que empieza. Tenemos que seguir elaborando paso a paso todo el largo itinerario de esta consagración. Y tenemos miedo de repetirnos. Tenemos preocupación por reiterarnos. Hay una frase que se nos ha metido en el paladar, en la mente, en los tipos de maquinas. Hay una frase que nos somete, que nos aprisiona… Y RACING CAMPEON DEL MUNDO… Y RACING CAMPEON DEL MUNDO… ¡No importa! Concluimos así. Al cabo es el mejor homenaje que podemos tributarle.