¡Habla memoria!

Ricardo Collavini

No le pedían que cabeceara. Lo suyo era "poner lo que hay que poner".

Por Redacción EG ·

27 de septiembre de 2007
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Empezó a meter pierna en las inferiores, como cinco u ocho, y dio el salto en 1979 en la peor época, en toda su historia, de San Lorenzo. "A mí no me pidan exquisiteces, yo estoy para marcar y poner lo que hay que poner", era su declaración de guerra. Con ese estilo se ganó un lugarcito en la Primera hasta fines de 1980 cuando una grave lesión lo marginó.El club, en plena anarquía, le debía mucha plata y ante la eventualidad de que la lesión lo marginara del fútbol se apresuró a reclamar judicialmente lo que le adeudaban: 250 mil dólares de la época de Martínez de Hoz. Cuando Miele asumió en el 86 también cargó con la "mochila" Collavini.