¡Habla memoria!

MONZON, ULTIMO ACTO EN MONTECARLO

El 30 de julio de 1977 le ganó a Rodrigo Valdez. De esa forma, retuvo su corona de los medianos, completó su 14° defensa y colgó los guantes para siempre.

Por Redacción EG ·

30 de julio de 2007
Carlos Monzón era toda una celebridad en aquellos días. Sobre todo porque su tempestuoso romance con Susana Giménez, comenzado en 1974, durante el rodaje de “La Mary” llegó a todas las crónicas del corazón. Figura indiscutida en Europa, triunfador en su única pelea en el Madison de Nueva York (ante Tony Licata, 1975), Carlos estaba en la cumbre de su prestigio. Pero ya no tenía a Tito Lectoure en su rincón.
 
En 1976, Monzón unificó la corona de los medianos al vencer al colombiano Rodrigo Valdez (reconocido por el Consejo Mundial) en una gran pelea. Monzón había sido despojado de esa corona por el Consejo por negarse a una prueba de doping y se quedó con el título de la Asociación.
 
Lectoure no compartía algunas de las actitudes del boxeador santafesino, como la de viajar a Monte Carlo con Susana Giménez, más la incorporación de un hombre de negocios como Cacho Steinberg, quien de alguna manera se interpuso entre el promotor del Luna Park y el boxeador.
Cuando Monzón ganó esa pelea, Lectoure se despidió de Carlos para siempre y publicó en EL GRAFICO una caliente nota sobre el patrimonio del boxeador y las razones de su adiós. “Que quede para los tiempos futuros que dejo a Monzón rico, casi millonario. No me responsabilizo de lo que pase después”, firmó Tito. Amílcar Brusa, técnico eterno de Carlos, tuvo conceptos muy duros para Tito y la relación se quebró.
 
Monzón, cuando viajó para pelear con Rocky Valdez en la revancha, tenía 34 años. Ya no era el mismo. De hecho, no hizo ningún combate entre la primera y la segunda con Valdez. Gustaba de la buena vida, de los buenos cigarrillos y de los mejores champagnes. Pero –y eso lo distinguió siempre- era un extraordinario profesional: a la hora de entrenar se acababan todos los placeres. Y se sometió a un entrenamiento muy riguroso para medirse con el colombiano. Era un secreto a voces que las manos de Carlos estaban más frágiles que nunca, producto de un raquitismo desde la niñez.
 
Valdez lo tuvo por el suelo a Carlos en el segundo round, tras tocarlo en el mentón con una larga derecha en cross que lo puso de rodillas. Se levantó el santafesino y terminó dándole una tremenda paliza al colombiano. Carlos terminó con un corte en el puente de la nariz.
Tras el fallo, justiciero y neto a su favor, Monzón lo llamó a Lectoure, quien estaba en la primera fila. Cuando éste subió al ring, lo abrazó y le dijo al oído: “Ahora sí, Tito, nunca más. No peleo más”.
 
Años más tarde, charlando con Carlos, éste me diría: “El gran problema fue que, cuando Valdez me tiró, vi la piña, pero no tuve la rapidez de reflejos como para evitarla. Y después, cuando me vi la cara en los vestuarios y me vi lastimado, me dije a mi mismo que a Monzón nadie lo lastimaba. Y por eso me fui”.
 
Y se fue del boxeo para no volver. Se fue campeón. Y se fue tras dos dramáticos encuentros con Rodrigo Valdez, como para demostrar toda su capacidad y su fortaleza.
Hace 30 años Monzón se retiraba del boxeo, lo cual es una manera de decir: viendo sus videos, se puede afirmar como suele hacerse con el otro Carlos, Gardel, que cada día boxea mejor...
 
 
Carlos Irusta