Historias

Vendetta familiar

Un jugador de la reserva del Bari, sobrino de un capo mafia, fue asesinado de siete balazos por dos sicarios. Pero no fue un golpe de una familia rival, como se creía, sino una orden de su propio tío.

Por Redacción EG ·

13 de enero de 2007
Tenía 18 años y era uno de los jugadores más prometedores de las inferiores del Bari. Era zurdo y jugaba de 10. El 29 de octubre pasado, su sueño de jugar en Primera se apagó junto con su vida, en un semáforo que nunca vio ponerse en verde. Al parar en una luz roja al volante de su Nissan Micra, dos sicarios que llegaron en una moto le descargaron el cargador de una 9 milímetros y huyeron.
Se llamaba Giovanni Montani, le decían “Giuá”, y además de la habilidad con la pelota, era conocido por ser el sobrino de un capomafia de Bari, una de las ciudades más peligrosas y con más poder del crimen organizado en toda Italia. Casi instintivamente, al conocer la noticia, se pensó en una vendetta de un clan rival. Sin dudas se trataba de un mensaje mafioso y Montani había sido víctima de su propio linaje. Una más entre las tantas.
Sin embargo, tras varios meses de investigaciones, la Policía descubrió a los supuestos asesinos, pero sobre todo, desenrolló el ovillo hasta descubrir el verdadero autor del crimen: nada menos que el propio tío de Giovanni, el “boss” Andrea Montani, quien maneja los hilos de su clan desde la cárcel.
Todo comenzó el 10 de junio del año pasado, cuando Giovanni quiso ir a regalarle un perro a su hermanita y fue a un negocio de mascotas acompañado de su primo Salvatore, hijo del capo. Fue precisamente Salvatore que se ofreció a llevar adelante la negociación, que resumiremos en cuatro actos.
1) Comerciante pide 900 euros, Salvatore ofrece 500. 2) Comerciante vuelve a pedir 900, Salvatore dice que paga 500 y lo consideraría como “un favor a su familia”. 3) Comerciante responde que no le importa la mafia y vuelve a pedir 900, Salvatore retira la oferta y propone que le regale el perro porque si no sufriría las consecuencias. 4) Comerciante saca un arma y le dispara a Salvatore a sangre fría, mientras Giovanni, helado, sólo atina a correr para salvar su pellejo.Esa huida de su sobrino fue considerada por el boss Andrea como una herida al honor de su familia, una falta de respeto que le iba a ocasionar muchos problemas en el mundo criminal. Las pericias balísticas llevaron a la detención de Gaetano Capodiferro, 27 años, ex compañero carcelario de Andrea, y de Giuseppe Amoruso, 26 años, que tenía la estampita mortuoria de Salvatore bajo su almohada en el momento de ser detenido.
Allí comenzó a cerrarse el cerco. Informantes desde la cárcel confirmaron que cuando Capodiferro fue liberado por una condena pasada, le dejó una carta a su jefe Andrea –carta que también secuestró la policía– en la que le informaba que en un futuro muy cercano iba a recibir “muy buenas noticias”. Días después, Giovanni fue asesinado de siete balazos.
Martín Mazur